Víctimas del Estado: «Para mirar al futuro, las responsabilidades del pasado han de salir»
El Foro Social ha puesto el foco en este 2022 en las víctimas del Estado y en la discriminación que hoy siguen padeciendo. Tamara Muruetagoiena, Eneko Etxeberria, Maider García y Karmen Galdeano han compartido sus vivencias y sus esperanzas a futuro en una mesa redonda en el Palacio Miramar.
No vislumbran el futuro con demasiada esperanza, y no han ocultado su cansancio tras tantos años, décadas, de lucha. De pegarse constantemente contra un muro, el del Estado español. El manto de silencio persiste, el hermetismo, la complicidad con los verdugos de los casos de tortura, muertes y desapariciones forzosas.
Las víctimas de Estado son las protagonistas que el Foro Social Permanente se ha fijado para este ejercicio, tras cerrar el pasado año la cuestión de los ongi etorris. Ahora, toca dar los pasos para superar «las expresiones de discriminación que sufren estas personas», aquellas que sufrieron la violencia ejercida por el propio Estado.
Una nueva jornada de ‘Hitzorduak’ celebrada esta mañana de sábado en el Palacio Miramar de Donostia ha congregado en torno a una misma mesa a cuatro voces. La de Tamara Muruetagoiena, Maider García, Eneko Etxeberria y Karmen Galdeano. Por motivos personales, Pili Zabala no ha podido participar, tal y como estaba programado.
Moderado por Maider Maraña, las cuestiones principales se han centrado en torno a las piedras que se han topado en el largo camino por saber la verdad y obtener justicia y un reconocimiento. Décadas peleando por intentar responder preguntas vitales. «¿Quién o quiénes ordenaron tal muerte?», «¿Por qué y cómo?«.
La falta de respuestas hace imposible incluso hacer el duelo y, en consecuencia, intentar cerrar un duro capítulo de la vida para mirar hacia adelante, avanzar. Eneko Etxeberria así lo apuntaba, al no haber podido recuperar los restos de su hermano José Miguel Etxeberria Álvarez ‘Naparra’. «Nos han negado el duelo, incluso, y eso es muy duro de llevar».
Muruetagoiena, que ha participado telemáticamente desde Estados Unidos, ha apuntado que todo lo que ha logrado para esclarecer el caso de su padre, Esteban Muruetagoiena, médico en Oiartzun, ha sido por las puertas que ha tocado reiteradamente de forma individual. Lo aducía al esfuerzo que nace de una misma, al empeño personal. Nadie acude, ha de movilizarse la propia víctima.
«Es un proceso largo y complejo. Determinaron que mi aita fue víctima de torturas, pero ese es el único acceso a la verdad que tengo. Afortunadamente cuento con apoyo social –ha agradecido–, y es la sociedad la que consigue que las leyes cambien. No penséis que no podeis aportar», ha dicho, refiriéndose al público. «La verdad es buena para mí, pero también lo es para el conjunto de la sociedad, que se beneficia de que se sepa qué paso», ha concluido.
Maite García y Karmen Galdeano. Ambas mujeres perdieron a su padre a manos del GAL. La segunda se ha reconocido como «privilegiada» frente a otras víctimas porque «no hemos tenido que dar más pasos que el resto», y han sido las únicas que «hemos podido estar dando la lata», ha dicho. En su caso, además, si recibieron una indemnización. «¿Qué hay de las personas torturadas, de las desaparecidas?», se ha preguntado.
García, que tenía cinco años cuando murió su aita por una bomba colocada en su coche, no guarda muchos recuerdos de él, y todo el proceso lo ha vivido a través de su madre. La recuerda colgada al teléfono, «hablando con mercenarios y mandando escritos a jueces». Se ha dejado la piel por esclarecer un caso que se ha abierto y cerrado «cientos de veces».
«En el plano judicial es una experta», ha dicho de su madre; de socializar y compartir el caso de Juan Carlos García Goena «me encargo yo». «Es cansado», ha reconocido, pero ha insitido en que se siente con fuerzas para seguir luchando. «No nos podemos callar. El silencio alienta al verdugo, y hablar es la única manera de mantenerlo vivo. Judicialmente no tengo ninguna esperanza, y a nivel de reconocimiento… lo cierto es que está difícil».
A los hechos se remite. Ha citado el momento en que la CIA acusó a Felipe González. «¿Y qué ocurrió entonces? Nada». Los más doloroso para ella ha sido ver el sufrimiento de su madre, más que la propia muerte de su padre. «Quedarnos calladas no es una opción».
Unas pocas ventanas abiertas
Han opinado que en los últimos diez años, desde que ETA anunciara el alto el fuego definitivo es cuando más pasos se han dado, abriendose «alguna ventana», pero queda mucho por hacer. Ven pequeños avances en el seno del Gobierno de Lakua, así como en la ley de Nafarroa, que igualará las indemnizaciones de las victimas de violencia policial con las de ETA, cosa que no ocurre en la CAV, ha criticado Tamara Muruetagoiena.
«El gran problema que tenemos es que el Estado español permanece, y es quién tiene que asumir responsabilidades», ha lamentado Eneko Etxeberria. Según ha recordado, los únicos frutos que han recogido en el caso de su hermano han venido desde la ONU, y el paso más reciente se ha dado esta misma semana.
En su opinión lo que hace falta es una revisión de las leyes actuales, crear comisiones de la verdad, y reformar leyes como la de secretos oficiales. «Y no veo al Estado preparado para nada de eso. Soy pesimista, lo siento, pero en 42 años de pelea que llevamos sé de lo que hablo», ha remachado.
Al propio PSOE también se le ha apelado. «Al PSOE actual», ha remarcado Maite García, coincidiendo con Karmen Galdeano. «Me gustaría que hubiera un reconocimiento, y no me refiero a leyes ni a indemnizaciones, sino al reconocimiento expreso del Estado español por parte del PSOE actual, que tiene un papel determinante. Cuando EH Bildu reconoció a las víctimas de ETA fue un gran paso, pero se lamentaron de que no era suficiente. Me pregunto a qué esperan ellos».
Qué esperar del futuro
«¿Y cómo veis el futuro más inmediato?», ha planteado la moderadora. Maider García ha resoplado. «Cuando me hablan de convivencia, honestamente, he de decir que estoy en un punto muerto. ‘¿Hacia dónde avanzo?’ me pregunto yo a mi misma, si me falta todo. No tengo reconocimiento, no tengo justicia. Estamos estancadas». Aún con todo, se ha comprometido a no tirar la toalla, 35 años después de la pérdida de su aita.
También ha deseado que se considere a todas las víctimas por igual, y que no existan actos como el de esta mañana en Donostia. «No solo están las víctimas de ETA, con todo el respeto que les tengo y se merecen, pero hay grandes olvidadas, como las que han sufrido torturas. Me gustaría romper con todo eso, y lograr un relato plural, no unidireccional».
Tamara Muruetagoiena mira el porvenir con mucha ilusión. «No sé qué vendrá», ha reconocido, pero ha insistido en que seguirá pidiendo «lo que es mio, la verdad. Quiero saberlo absolutamente todo. Quiero servir de inspiración a futuras generaciones a trabajar por la justicia y la memoria, porque eso hará mejorar a nuestro pueblo, Euskal Herria, que lo hemos pasado muy mal. Otra cosa será cambiar la conciencia de la gente en el Estado español, donde apenas conocen las vulneraciones de derechos humanos que se han dado aquí».
La familia y el entorno de Muruetagoiena optó por el silencio a causa del dolor, el miedo y la incomprensión. «Yo lo respeto, pero a mi el silencio no me ha servido. Yo busco la verdad y quiero compartir la historia», ha concluido.
Las cuatro víctimas han coincidido en la huella que ha dejado en el seno de cada familia una muerta traumática, una desaparición, y de la losa que se arrastra de por vida. Repararlo, al menos aliviarlo, solo es posible a través de la verdad. El resto, el reconocimiento, la justicia, y el derecho a la no repetición, deberían venir después.
«¿Por qué le tengo que pasar mi mochila a mi hijo, que apenas tiene 12 años?», se ha preguntado Eneko Etxeberria. «Yo deseo que nuestros hijos no carguen con nuestra mochila –ha respondido Karmen Galdeano–, que bastante hemos heredado nosotros. No podemos perpetuarlo».
Y contarlo quizás sea un primer paso, socializarlo. «Paco Etxeberria me dijo una vez que si no damos testimonio de lo nuestro, puede haber alguien que diga que aquello no ocurrió», ha recordado el hermano de Naparra. Y eso sí que no nos lo podemos permitir.