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Bancos de Alimentos, golpeados por los precios y una demanda al alza

La Federación Estatal de Bancos de Alimentos calcula un aumento de la demanda del 20% el próximo año debido a la carestía de la comida, sumada a la inflación descontrolada. El perfil de los nuevos demandantes del servicio es el de hogares donde trabajan los dos miembros de la pareja.

Voluntarios del Banco de Alimentos en el almacén de Basauri. (Monika del VALLE | FOKU)

«Siempre que las cosas te van mal a ti, hay que pensar también que a otros les están yendo peor», asegura Belén Méndez, presidenta del Banco de Alimentos de Gipuzkoa. El aumento del precio de los alimentos se nota en todas las cocinas. Algunas lo asumen quitando de aquí y de allá o van tan holgadas que no lo sienten, pero otras están reventando. La previsión de la Federación de Bancos de Alimentos a nivel estatal para el año próximo pasa por un aumento del 20% de la demanda de comida a causa de una inflación desbocada en productos básicos. 

La carestía de la comida no es un problema exclusivo del Estado español, sino mundial. Mientras se preparaba este artículo, el periódico “The Guardian”, revelaba en primera página una directriz enviada a la Policía británica pidiendo «discreción» sobre los robos de comida. Allá soportan una inflación parecida (9%), no vista en esas islas en 40 años. Al día siguiente, con una impactante imagen de espigas de trigo con cráneos en lugar de granos, “The Economist” ilustraba un especial sobre “La catástrofe alimentaria que viene» con perspectiva global. 

Los Bancos de Alimentos (BdA) de Hegoalde, hay uno por cada territorio, constituyen la columna vertebral para que no aumente el hambre en la sociedad vasca. A través de ellos llega la comida a comedores sociales –que en la CAV llevan mayoritariamente organizaciones religiosas, no así en Nafarroa–, asociaciones, ayuntamientos y servicios sociales. 

El encarecimiento de los productos básicos afecta doblemente a los BdA: con el mismo dinero compran menos y, a su vez, la demanda de alimentos resulta cada vez mayor. 

«La comida ha subido mucho, pero ha subido todo: luz, gas... No les da»

Cayetana López-Tapia, del BdA de Bizkaia, habla abiertamente de un nuevo colectivo que está acudiendo (ademas de los refugiados ucranianos recién llegados). «Nos están entrando personas que trabajan los dos, pero que ya llegaban muy ajustadas a final de mes. La comida ha subido mucho, pero ha subido todo: luz, gas... No les da». López-Tapia apunta que no está claro si ese nuevo grupo demandante ha aparecido de forma coyuntural o para quedarse.

Según la OCU, con datos estatales otra vez, cinco de cada seis productos del supermercado se han encarecido por la guerra, por la escasez o porque algunos proveedores se aprovechan de la situación. La estimación de la organización de consumidores es que, de mantenerse la inflación, solo en alimentos básicos, la factura de cada hogar se elevará 500 euros a final de año. 

Durante la pandemia, con los ERTE masivos y la imposibilidad de salir a la calle a buscarse la vida, muchos núcleos familiares redujeron sus ingresos mensuales, por lo que la demanda de alimentos en los BdA subió. Sin embargo, en esa ocasión se trató de un fenómeno temporal, pues luego llegó una cierta recuperación económica y, con la desaparición de las restricciones, esos demandantes estaban desapareciendo. Hasta que los precios comenzaron a subir sin control. 

La inflación que comenzó antes incluso la guerra de Ucrania, afirman dede el BdA de Bizkaia, pero el conflicto disparó el incremento a cotas que López-Tapia cifra en el 30% en lo que a ellos, estrictamente, les afecta. «Confiemos en que esto sea transitorio, espero que sí», asegura la responsable. 

Logística y verificación

La gestión de los repartos solo del BdA de Bizkaia es toda una locura logística. De su sede de Basauri, salen alimentos para 230 asociaciones. En total, los cuatro bancos de alimentos de Hegoalde reparten comida para unas 100.000 personas al cabo del año. Si una persona percibe ayuda durante los 12 meses, recibiría aproximadamente 130-140 kilos de alimentos.

Todas las personas que acuden a este recurso han tenido que pasar por un filtro de verificación donde se acredita que de verdad necesitan, salvo lo que ellos denominan el programa Eskua Eman. A él se acogen los recién llegados, los que no tienen papeles, ni cumplen padrón, ni nada, hasta que van normalizando burocráticamente su situación y, en caso de seguir precisándola, pasan a recibir la ayuda formalizada. 

Dicho de otra forma, a los BdA no llegan todas las personas con necesidad de apoyo, pero sí que se acredita que todos los que reciben comida de verdad la necesitan, pues o han pasado un filtro o no tienen de nada. 

Pese a mover semejante volumen de alimentos, los BdA no son grandes expertos en el precio de los productos. En lo que se han especializado siempre es en lo que denominan «en físico», en las donaciones poco perecederas de legumbres, pasta y latas de las grandes campañas de recogida a la puerta de los supermercados, que logran con voluntarios (prácticamente todos en los BdA son voluntarios). 

«La pandemia cambió forzosamente esta forma de trabajar y, durante un tiempo, tuvieron que funcionar con bonos»

La pandemia cambió forzosamente esta forma de trabajar y, durante un tiempo, tuvieron que funcionar con bonos, con dinero y donaciones. La nueva situación derivada de la inflación de los alimentos les pilla justo cuando trataban de desandar el camino de los bonos y las donaciones hacia otra vez ese «físico», cosa que acaban de realizar en la recién acabada recogida de primavera. Esta nueva coyuntura de mayor necesidad y menor disposición económica, imposibilitará en el corto plazo que los BdA vuelvan a funcionar tan en físico como antes.

La semana pasada, Marisol Villar, presidenta del BdA de Nafarroa, afirmaba al hilo de la campaña de primavera que «los beneficios de las donaciones online son innumerables. Al ahorro energético y de contaminación, se une la ventaja de disponer de dichas cantidades para comprar los alimentos que se necesitan en el momento más adecuado y negociando con las marcas mejores precios».

«La subida del precio de los alimentos la acusamos nosotros antes de lo de Ucrania», afirma, por su parte, la presidenta del BdA de Gipuzkoa. «Con el mismo dinero, compramos menos. Y lo notamos. En pandemia tuvimos que funcionar sobre todo con donaciones: Bizum, Pay-Pal… Tanto de empresas como de particulares. Ahora todo eso ha caído, pero seguimos con donaciones económicas». 

Méndez asegura que, durante la pandemia, al BdA de Gipuzkoa no le fue mal. La gente estaba sensibilizbaa y donó y, aunque había gran demanda, tenían alimentos. «Luego, conforme la gente volvió a sus trabajos, notamos una bajadita en las necesidades. Justo entonces, sin habernos recuperado del todo, llegó la inflación y la guerra».  

Comedor social o cestas

A las personas que atraviesan por una situación en la que no pueden alimentarse se las ayuda de dos maneras. O bien se les proporciona comida para que la elaboren en casa o pueden acudir a un comedor, si ni siquiera tienen capacidad de elaborarla. 

El cocinero del París 365 prepara un menú para 60 personas.

Se sobreentiende que, para un niño, resulta mucho más apropiado comer en casa que en un comedor social. Por eso hay relativamente pocos menores. En realidad, aproximadamente la cuarta parte de las personas que reciben alimentos desde los BdA son menores.
«Miramos el precio, pero lo que hay que comprar, pues hay que comprar», cuentan desde Cáritas en Gipuzkoa. En su comedor social de Amara, el BdA no es el único suministrador. En concreto les ayuda Aldi, sobre todo con carne y lácteos. 

«Para ahorrar, lo mejor es adaptar el menú a las donaciones», dice el cocinero del París

A pesar de la situación siguen sin estar a pleno rendimiento. Actualmente dan comida en dos turnos de 50-60 personas, pero han llegado a hacer hasta tres. El motivo del recorte fueron las restricciones por el covid.

Joseba Sangalo, cocinero del París 365 –el comedor de iniciativa popular de Iruñea (hay otro municipal)–, apunta que donde más se nota la subida es en lo básico: pasta, aceite (más del 50% tanto en oliva como en girasol).... «El macarrón ha subido de 1,1 a 1,5 euros. Lo noto mucho en el pollo, en los huevos. Pan y las verduras están más caros, pero ahora nos dan mucha, porque es temporada y el pan siempre nos lo traen. Para ahorrar, lo mejor es adaptar el menú a las donaciones», especifica el chef. 

Hará falta, en consecuencia, una solidaridad fuerte para que la inflación no la sientan tanto y puedan trabajar en mantener el hambre a raya.