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La primera fase de la exhumación de Begoña saca a la luz los restos de casi 3.000 personas

La segunda fase se abre con el objeto de completar el desarrollo del proyecto científico, de investigación y divulgación en el antiguo cementerio de Begoña, impulsado por la Sociedad de Ciencias Aranzadi y subvencionado por el Ayuntamiento de Bilbo.

Anartz Ormanza, Asier Abaunza y Yolanda Díez han dado cuenta de los hallazgos de Begoña. (Oskar Matxin)

El Pleno del Ayuntamiento de Bilbo aprobó ayer la concesión de una subvención a la Sociedad de Ciencias de Aranzadi por importe de 570.000 euros con destino al proyecto Begoñako Argia. Se trata de una ampliación de la cuantía inicial, que era de 325.000 euros, y permitirá finalizar las labores de exhumación en el cementerio de Begoña.

Esta segunda fase del proyecto ha sido presentada por los concejales de Obras, Planificación Urbana y Proyectos Estratégicos, Asier Abaunza, y de Salud y Consumo, Yolanda Díez, así como Anartz Ormaza, de Aranzadi y coordinador del proyecto Begoñako Argia, que ha decretado que la primera «superó cuantiosamente las expectativas».

La primera fase de la exhumación comenzó en octubre de 2021 y se cierra con la recuperación de los restos de 2.926 personas, que prácticamente triplica las previsiones iniciales. Durante estos meses se ha hallado, además, una fosa común de época carlista y otra de la guerra del 36, la más grande encontrada en la CAV hasta la fecha, con 46 personas enterradas.

La previsión de la Sociedad de Ciencias de Aranzadi es que todavía queden por exhumar los esqueletos o restos óseos de alrededor de 2.100 personas, lo que quintuplicaría la suposición inicial. Algo impensable atendiendo a la información previa, basada en el registro cementerial existente, y a los traslados de restos, conocidos y documentados, realizados años atrás, con lo que se estimaba que había aproximadamente 1.000 restos de personas a exhumar.

Los restos serán incinerados y depositados bajo un memorial en honor a los fallecidos. El equipo que se encargue del parque que ocupará el espacio del actual cementerio de Begoña se encargará también del diseño de ese monumento. Desde el Gobierno municipal entienden que los restos no serán reclamados, ya que el último enterramiento fue en el año 45, pero han explicado que están manteniendo guardados los restos que no estaban en fosas comunes más tiempo del habitual por si acaso alguien desea ir a recogerlos.

Asimismo, Abaunza ha explicado que los restos de la guerra del 36 tienen un tratamiento diferenciado, y es el instituto Gogora quien se ocupa de la identificación de los cuerpos. Así, los que se identifiquen se devolverán a sus familias y los que no se reclamen se llevarán junto con los otros restos de la guerra que guarda el Gobierno de Lakua.

Hallazgos

Aranzadi cuenta con un equipo dirigido por tres personas experimentadas en arqueología funeraria y osteología de entre 14 y 17 personas trabajadoras que se va ajustando según necesidades y disponibilidad y que se encarga de las exhumaciones en el cementerio de Begoña.

Son jóvenes arqueólogos, antropólogas y una criminóloga, algunos de los cuales cuentan con experiencia previa en excavaciones de Aranzadi, aunque para muchos está siendo su primera experiencia laboral. Además del equipo fijo, Aranzadi ha firmado convenios con diferentes universidades, que han facilitado la llegada de estudiantes de diferentes facultades del Estado, para realizar prácticas en las tareas de exhumación.

Hay cuatro fosas comunes enterradas en el cementerio. La primera era de la época Carlista, de donde se desenterraron varios soldados liberales, y la segunda que se exhumó hace unos meses era de la guerra del 36 y es la mayor fosa común exhumada en la comunidad autónoma. Entre estas dos hay una tercera fosa de finales del siglo XIX, de civiles, que puede estar vinculada al cólera. La última fosa tiene más de 60 individuos, casi todos varones, y aunque todavía se esté investigando la procedencia de la misma, han podido confirmar que es anterior a la creación del cementerio, de inicios del siglo XIX.

Esto ha sido gracias a algunas monedas de la época y a la posición de la fosa, que está justo debajo de los caminos que después estructurarían el cementerio. Por ello, el equipo de investigadores ha podido concluir que el hecho de que en 1864 se decidiera construir allí el cementerio «no sería casualidad», y que de alguna manera había constancia de que allí ya se realizaban enterramientos.

Durante la excavación se realizaron diversas visitas guiadas, y dado el interés que el proyecto suscita en la ciudadanía y el éxito de las visitas abiertas en la primera fase, se reeditarán durante los meses de junio y julio, de cara a que el público general pueda realizar un seguimiento del proceso de los trabajos y poder llegar al mayor número de personas.

Proceso de excavación

Después de de excavar un primer nivel, apareció otro nivel más de enterramiento, y dependiendo de la zona del cementerio se encontraron hasta cinco niveles diferentes. Se trata de inhumaciones anteriores de las que no se tiene constancia en el registro cementerial y, por tanto, no previstas en las estimaciones iniciales.

Además del aumento inesperado del número de restos óseos a exhumar, el hecho de excavar en diferentes niveles de profundidad, en algunos puntos superando los 2,4 metros, dificulta la logística de la excavación, por el aumento de movimiento de tierras o la imposibilidad de escalonar la excavación hacia las zonas adyacentes.

Asimismo, para llevar adelante la exhumación se van a tener que talar varios árboles del cementerio, ha explicado Ormaza: «Son unos árboles relativamente nuevos, de rápido crecimiento, que según un informe que realizó un biólogo botánico eran especies foráneas». Han concretado que tomarán las medidas necesarias que garantizaran la supervivencia de los árboles, hubiera sido incompatible con la exhumación de los restos, habiendo podido exhumar solamente un 20% del número de restos óseos.

Ormaza ha comentado que al principio hicieron un perímetro de protección, pero que al ver el informe biológico se dieron cuenta de que no fue efectivo y para poder garantizar la supervivencia de los árboles había que haber mantenido unos límites mucho mayores. Por ello, han decidido terminar con la exhumación y después realizar nuevas plantaciones, con especies autóctonas y en unas condiciones óptimas para garantizar su supervivencia a largo plazo.