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Sarah Berlori
Superviviente de la prostitución y militante abolicionista

«Ningún dinero hace salir ilesa a una mujer del sistema prostitucional»

Tras 10 años siendo víctima del sistema prostitucional, Sarah Berlori se define como superviviente, ya que ella pudo salir para contarlo. Militante del Partido Feministas al Congreso y ferviente defensora del abolicionismo, gracias al feminismo descubrió que no estaba sola.

Sarah Berlori, superviviente y militante abolicionista. (Monika DEL VALLE | FOKU)

¿Cuál es la razón por la que tantas mujeres acaban siendo prostituidas?

En mi caso y en el de muchas mujeres, la necesidad económica. También hay otras sin una necesidad tan acuciante pero que se ven seducidas por el lobby proxeneta. Cuando entré en prostitución pensé: «Si en mi vida he tenido tantas relaciones que no he deseado de gratis, ¿por qué no voy a cobrar por ellas?». Ahora que puedo hacer un análisis feminista pienso que es una barbaridad que tuviera eso en la cabeza. Con esto quiero decir que se normaliza la violencia que se ejerce contra las mujeres, pero eso no quiere decir que no nos duela.

¿Hasta qué punto está normalizada la violencia sexual contra las mujeres?

Nunca me había planteado que no se tiene en cuenta el deseo sexual de las mujeres hasta hace poco. Todas las relaciones que yo he tenido han sido de abuso, desde muy joven, cuando no sentía ni deseo. Eso lo interiorizamos y acabamos pensando que nuestro lugar en las relaciones de pareja es ese, aunque para poder llamarse así, relaciones, tienen que estar basadas en el respeto y, sobre todo, en el deseo mutuo.

¿Existe la «libertad» de las mujeres prostituidas dentro del sistema prostitucional?

El discurso de que puedes elegir a los puteros es un engaño, nadie te prepara para lo que viene después. Es cierto que no te ponen una pistola en la cabeza para que hagas lo que te piden, pero, si dices que no, no comes y finalmente te echan a la calle porque les interesa que las mujeres prostituidas sean rentables. Si pudiéramos elegir nunca cobraríamos, porque siempre diríamos que no.

¿Justifica el consentimiento que se siga abusando de las mujeres prostituidas?

Todas las relaciones que yo he tenido dentro del sistema prostitucional han sido consentidas, pero no han sido deseadas. Es alucinante ver como los hombres desean y nosotras consentimos, es decir, cedemos. Consentir no es desear. El consentimiento se puede comprar; el deseo no.

Desde su militancia ha trabajado para desmitificar la «prostitución de lujo». ¿Cuál es la realidad de este tipo de explotación sexual?

Existe una romantización, aunque estemos hartas de explicar cuál es la cruda realidad del sistema. En mi caso, no tenía que ir a buscar los puteros a la calle, porque nos ponían en pisos burdeles. Te hacen sentir que perteneces a una élite dentro de las prostituidas, a las que llaman «scorts» o «mujeres de compañía». Los proxenetas nos anunciaban como «estudiantes».

Una vez me obligaron a hacerme pasar por una abogada. Me vestí para ir a un hotel, con un traje de chaqueta, a hacer mi papel. Eso es a gusto del demandante, el putero. Al final recurren a la prostitución de lujo para cumplir sus fantasías. Y las fantasías de estos «puteros VIP» no son ir a un burdel a violar a una víctima de trata, sino que quieren una «abogada viciosa». Pero al final es todo lo mismo, solo que en lugar de hacerlo en una rotonda lo haces entre sábanas de seda.

¿Y en qué situación se encuentran esas mujeres?

Las mujeres viven donde son prostituidas y tienen que estar disponibles las 24 horas. Puedes salir a la calle, pero atenta al teléfono por si tienes que volver a todo correr. Y por supuesto, sin días libres. Cuando viene el putero pide las peores aberraciones: quieren lo que ven en el porno. Muchos de ellos, además, vienen en manadas a celebrar fiestas de empresa, son farloperos, hay mucha droga… Es horroroso.

En ocasiones se alude al dinero para justificar estas situaciones.

Ningún dinero puede hacer salir ilesa a una mujer del sistema prostitucional. Yo solo he visto a mujeres enganchadas a las drogas, que te venden en los mismos pisos burdeles. Te mantienen empobrecida totalmente, porque se llevan la mitad de lo que ganas. Es la ruina absoluta, es imposible tener un vida organizada. Yo no conseguí nada. Salí igual de pobre, con el mismo abandono institucional que me hizo llegar ahí y destrozada anímicamente.

¿Entiende que desde otras posturas se defienda una regularización de la prostitución?

En los 10 años que he estado ahí, lo único que he visto es miseria, desesperación y violencia sexual. Eso es lo que he sufrido yo y las demás compañeras con las que estuve. He visto dentro a chicas jovencísimas, probablamente traídas de Europa del Este por mafias. Por todo ello, me parece increíble que se ponga el foco en los supuestos derechos de unas mujeres que, a priori, están ahí «libremente». Me lo creeré cuando esas políticas que quieren regular –hablo de ellas porque solo los cuerpos de las mujeres están en venta– dejen sus puestos y se pongan ahí. Esa supuesta libertad individual no está por encima de los derechos de todas las víctimas que deja este negocio criminal.

Es usted militante del Partido Feministas al Congreso. ¿Cuáles son sus principales propuestas?

El Partido Feministas al Congreso fue creado por y para la defensa de los derechos de las mujeres. Arrancamos nuestra andadura política en marzo de 2021 y aspiramos a presentarnos a las elecciones generales para llevar a las instituciones todas las reivindicaciones feministas. Exigimos el cumplimiento de la agenda feminista y abogamos por la abolición de la prostitución, la pornografía y la gestación subrogada, todas ellas prácticas de mercantilización del cuerpo de las mujeres. Asimismo, demandamos la implementación y actualización de la Ley para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, la revisión y ampliación del pacto de Estado contra la violencia de género, la defensa y mantenimiento de la categoría de «sexo» en el registro civil y la tutela efectiva de las menores, oponiéndonos a la hormonación de los niños y niñas menores de 18 años.

Como superviviente de la prostitución, ¿qué aportó el feminismo a su vida?

Siempre me había revelado contra todo, éste me parece un mundo hostil. Pensaba que era un bicho raro. Sin embargo, con la potente manifestación feminista del 8 de marzo de 2018 descubrí que no estaba sola. Fue entonces cuando empecé a ahondar en el feminismo y descubrí el abolicionismo. Me topé también con los testimonios de Amelia Tiganus. Esto me hizo abrir los ojos, porque normalmente las que salimos del sistema prostitucional no somos conscientes de que hemos sido víctimas. Son otras mujeres, las que llevan tiempo en el feminismo, quienes te dicen que lo que te han hecho pasar no es justo. En cierto modo, el feminismo nos salva la vida.

Recientemente se ha aprobado en el Congreso español una proposición de ley que atañe a la prostitución. ¿Soluciona los problemas de las mujeres prostituidas?

Absolutamente no. Lo que ha presentado el PSOE es una reforma del Código Penal que incluye la tercería locativa, una forma de proxenetismo despenalizada en 1995. Pero esto no es una ley abolicionista. Como lo ha planteado el PSOE se le está dando argumentos al regulacionismo, porque no se ha hablado de rescatar a las mujeres ni del desmantelamiento de la industria proxeneta. Para eso hace falta mucho dinero, y no se ha previsto ningún presupuesto. Si no hay ningún protocolo de ayuda y atención, esas mujeres quedan totalmente desamparadas y siguen sin ser consideradas víctimas.

Y en cuanto a la trata, ¿se puede entender separada de la prostitución?

No, para nada. A nivel mundial, un porcentaje altísimo de la trata es para fines de explotación sexual, y a su vez, la inmensa mayoría son mujeres y niñas. Además, existe la trata coercitiva, cuando te sacan a la fuerza de tu país, y la no coercitiva, cuando somos engañadas y captadas por el lobby proxeneta. Por lo tanto, todas somos víctimas de trata.