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La CAV genera 311.558 toneladas de desperdicios agroalimentarios al año

Araba, Bizkaia y Gipuzkoa generan un total de 311.558 toneladas de desperdicios cada año a lo largo de toda su cadena agroalimentaria, que incluye al primer sector, el ámbito de la distribución, el sector de los hoteles, restaurantes y cáterings (Horeca), y los hogares.

Cada habitante de la CAV produce una media anual de 142 kilos de desperdicios alimentarios. (IREKIA)

Según ha informado este jueves el departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente de Lakua, la CAV generan un total de 311.558 toneladas de desperdicios cada año a lo largo de toda su cadena agroalimentaria.

Tal y como ha detallado, esta cifra constituye uno de los datos principales obtenidos por un estudio, pionero en Europa, elaborado por la Fundación Elika para conocer el nivel de «desperdicio alimentario» mediante las aplicación de las directrices con las que la Comisión Europea pretender «homogeneizar» este tipo de mediciones.

El documento revela que del total de 311.588 toneladas de estos residuos producidos anualmente en la CAV, los hogares son responsables del 44,7%. En seguidos por el sector de la manufactura con un 23% y por el de la distribución con un 20%.

El estudio también pone de manifiesto que en torno al 28% de lo desperdiciado corresponde al ámbito de la materia comestible, con una ratio de 40 kilos por persona y año, mientras que, si se amplia el espectro a todos los «materiales potencialmente aprovechables» cuantificados en las fases de producción y transformación, la cifra de residuos alcanza las 4.332.945 toneladas al año.

El Departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y medio Ambiente considera que este dato revela «una importante potencialidad de mejora en la cadena agroalimentaria vasca». En este sentido, considera que será necesario buscar «fórmulas que permitan una mejor valorización de estos productos, generando así valor añadido para todos los agentes de la cadena».

Asimismo pone de manifiesto que la prevención constituye «el principal mecanismo de reducción en nuestra jerarquía de usos agroalimentarios, unido a un diálogo continuo entre todos los agentes, corresponsables en el problema, junto a otras futuras soluciones que precisarán de la colaboración de todo el sistema alimentario vasco».