A un mes de las elecciones en Italia, el estorbo de las vacaciones
A justo un mes de las elecciones italianas, analizamos el escenario de partidos y coaliciones, mientras el «belpaese» intenta gozar de sus últimos días libres a la espera de lo que seguramente vendrá.
A falta de un mes para las elecciones en Italia, la sensación general es que los días se hacen muy largos. Y no solo por el calor bochornoso que ralentiza todo, o por las encuestas que están diciendo claramente que la derecha tiene medio ganada la contienda, sino porque el cuadro general parece la réplica de una película con un final obvio. Tendrá que pasar algo muy gordo para que no triunfe la coalición Salvini-Meloni-Berlusconi.
Buscando indecisos
Ahora mismo hay cuatro polos de atracción para los votantes: el bloque de derechas, la izquierda, los Cinco Estrellas y la nueva formación liderada por ‘El Churchill de los Parioli’, Carlo Calenda. Pero el «partido» que destaca más por encima de los otros es el de la abstención y/o la incertidumbre. Según las encuestas, casi la mitad de la ciudadanía no sabe qué hacer, desconoce a qué fuerza votará. En italiano se diría que «no saben a qué santo rezar».
Además, esta campaña veraniega, en una temporada donde normalmente la población está inmersa en otras cosas, parece más un estorbo o un obstáculo que un aspecto fundamental de la vida civil. De hecho, es la primera vez que se va a votar en septiembre, lo que da otro punto inédito al asunto. Anteriormente, en Italia, como mucho, se había acudido a las urnas en junio, por ejemplo, en 1976, 1979, 1983 y 1987.
Entre las cremas solares y las entrevistas con líderes políticos que no se están saliendo del manual habitual, resulta realmente complejo ver qué hay detrás de las carambolas de candidatos y estrategias.
Un Berlusconi robotizado
Un ejemplo por encima de todos es la presencia, otra vez, de Silvio Berlusconi como punta de lanza de la derecha. Sus eslóganes y hasta sus carteles promocionales en las calles no han cambiado: en contra de los jueces, de los impuestos demasiados altos, con frases como la mítica ‘Una scelta di campo’ –es decir ‘Una elección de campo’– por supuesto entre él y los «comunistas».
Parece haber vuelto a 1994, a aquella primera afirmación ganadora de Berlusconi. Mismas palabras, mismas actitudes casi robóticas: menos mal que la cara y sobre todo la voz del líder de Forza Italia hoy día son las de un varón de casi 86 años (el 29 de septiembre será su cumpleaños) que intenta repetir el mismo sketch de siempre, como los viejos artistas de vodevil.
Es cierto que en las últimas semanas las preocupaciones del ‘Cavaliere’ no han sido las elecciones, sino las dificultades de su equipo de fútbol, el Monza, y por supuesto la muerte, todavía joven, de su exabogado Nicolò Ghedini, que movía los hilos de todas sus estrategias judiciales.
A por la tripa
Pero Berlusconi es solo el abuelo de la coalición de derecha, el parche «moderado» entre los más extremos, Matteo Salvini y Giorgia Meloni.
Aquí se juega probablemente el liderazgo y el nombre del próximo candidato a la presidencia del gobierno. Porque, en cuanto a votos, la secretaria de Fratelli d'Italia ganaría fácilmente, pero su condición de mujer arrastra siempre unas cuantas dudas en una sociedad machista como la italiana. Por eso Salvini está en cada momento detrás, como un búho esperando a un error de su aliada/rival.
Berlusconi repite sus sketchs como un viejo actor de vodevil, mientras Meloni comparte vídeos de violaciones callejeras y listados de «desviaciones», hikikomoris incluidos
Luego, claro, a los electores de este tipo de derecha no les hace falta mucho para enchufarse. Solamente es necesario «sacudir la tripa», como se dice en italiano. Así que la Liga Norte, por ejemplo, cabalga en los problemas técnicos de la plataforma de servicios streaming de la liga de fútbol para anunciar que con ella al poder esto no hubiese pasado. Mientras tanto, Meloni comparte videos de violaciones callejeras y hace listados de «desviaciones» que su partido va a zanjar si resulta elegido: drogas, alcohol, bullying, ludopatía, anorexia, obesidad y (obra maestra) los hikikomoris, es decir los jóvenes deprimidos que se cierran en casa.
No está claro cómo se puede extirpar de un día para otro la depresión entre los adolescentes o disturbios de alimentación tan graves, pero lo más importante es, de nuevo, sacudir la tripa de los electores. Y mientras tanto, repetir a los «moderados» que no habrá ninguna réplica de dictaduras, ni influencias de Putin.
Una izquierda atascada
Al Partido Democrático es al que le va a pasar más factura el cambio de la legislatura que va a empezar, entre otras cosas, por el drástico descenso del número de los parlamentarios, de 945 a 600. Mucha menos gente del PD va a sentarse en los bancos de Montecitorio y de Palazzo Madama. Por eso, Enrico Letta, el secretario, ha tenido que hacer nuevas pruebas de malabarismo tras trabajar como Noé para concretar las alianzas.
Muchos de los que han quedado fuera de las listas eran pesos pesados y han cargado duramente contra Letta. Tampoco ha ayudado la actitud de algunos de estos, que han cambiado de idea mil veces.
El problema de la izquierda italiana es su legendaria falta de cercanía al mundo real. Por ejemplo, hacia los jóvenes. Letta había decidido refrescar sus candidaturas a través de 4-5 aspirantes de 30-35 años, pero ha dado marcha atrás. ¿La razón? Repasando sus redes sociales se han encontrado en el pasado unos mensajes a favor de Palestina o en contra de Israel; demasiado extremista para aspirar a un puesto en el Parlamento con esas siglas. Resultado, eliminados de las candidaturas con humillación pública y tomaduras de pelo desde la derecha.
El Partido Democrático ha quitado de sus listas a jóvenes por mensajes a favor de Palestina y en contra de Israel; demasiado extremistas para esas siglas
La obsesión por el equilibrio, esta tendencia hacia el «centro», es la condena del Partido Democrático, nacido para ser grupo de poder mayoritario y que ahora se encuentra como mucho en el 20-22% incluso sumando aliados. Atascado sin subir ni bajar, como si se hubiera tragado un huevo cocido entero.
Azione y Cinco Estrellas
Y ahí, en el centro, está esperando Azione, de la dinámica pareja Carlo Calenda-Matteo Renzi, dos que han salido gritando del PD y que tienen una idea bastante clara: que la derecha no gane demasiado para así proponer al presidente de la República, Sergio Mattarella, una réplica del Gobierno de Mario Draghi. Pero tendrán que llegar por lo menos al 6-7% para tener el derecho de participación en este gabinete virtual.
Probablemente, ni a los Cinco Estrellas les caería mal un segundo gobierno de Draghi. En el caso del movimiento populista creado por Beppe Grillo y liderado por Giuseppe Conte, quedando en la oposición: los cinco años en el poder han sido un absoluto desastre y hay que recuperar sobre todo la base electoral, porque la abstención afecta a los Cinco Estrellas más que a otros.
Aunque con esta nueva ley de voto, el ‘Rosatellum’, correr solos no conviene...