Juan Bengoetxea, médico titular de Lekeitio en 1972: «Una operación militar»
EL RELATO. En el año 1972 comienzan las primeras muertes de miembros de ETA, Goikoetxea Elorriaga, Jon Ugutz (Txapela) en marzo en la muga de Elizondo. Aranguren Múgica, Juan Antonio (Iharra) en septiembre en Urdax, Mikel Martinez de Murgia (Murgi) y Jose Benito Mugica Zumeta (Xenki) en Lekeitio. Todos ellas justificadas oficialmente por la «teoría del enfrentamiento» (legítima defensa). El operativo de Lekeitio determinó, en cierta manera, la forma de actuar posterior de las fuerzas del orden: un único relato oficialmcontrolado y no hacer prisioneros.
Cuentan del general Massu que comentó, una vez perdida su guerra en Argelia, en la que Francia utilizó la tortura y la violencia extrema como justicia: «Podíamos haber hecho las cosas de otra manera». Una cuestión es cómo cuenta «Francespaña» su historia, la conocemos, y otra como la cuenta el pueblo de Euskal Herria. Podrán contar la suya como quieran, lo entendemos, pero no nos dejan contar la nuestra y lo sabemos.
MILITAR. «Es jurisdición militar». «Va a venir un médico militar», me dijeron. Pero no vino. En el tardofranquismo todavía la Justicia Militar era competente para conocer de todos aquellos casos que presentasen «un elemento» militar. «La más importante cuantitativa y cualitativamente de todas las represiones que utilizaron Franco y los militares que con él se sublevaron fue la que convendría denominar Jurisdicción de Guerra en lugar de Militar» (Juan Jose del Aguila).
Nadie se nos presentó como el juez instructor. Habían pasado tres horas desde la muerte de Mikel y la casa estaba «limpia»
Nadie se nos presentó como el juez instructor, figura imprescindible en la justicia ordinaria para garantizar la instrucción. Desconozco si la hicieron y cómo la hicieron. Habían pasado más de 3 horas desde la muerte de Mikel cuando fuimos al lugar de los hechos y la casa estaba «limpia», ni un casquillo, ni un proyectil, ni visos de comisión o policía judicial.
La investigación no es función de los médicos. Nosotros tratamos de determinar la causa de la muerte y las circunstancias. Y hacer una valoración a petición del juez. En este caso ambas eran absolutamente manifiestas. La cuestión era cuál de las dos teorías causales que existían era la verdadera, o al menos la más probable. Y esto era así porque la causa primera, los autores de los disparos de armas de fuego y los que debían cuidar los derechos judiciales de Mikel y Xenki eran los mismos.
Los que debían hacer la investigación, interrogar a los autores individuales y cuidar las pruebas de evidencia, destruyeron las pruebas que habrían permitido la certeza en el caso de la muerte de Mikel. No custodiaron «el lugar de los hechos», hicieron lo contrario. «No disparamos para matar, disparamos para salvar a la patria». Esta justificación ética no puede exculpar solamente a los que disparan desde un bando, aunque ganen la guerra.
GANSOS. La respuesta del pueblo de Lekeitio fue unánime. Indignados con la actuación de la Guardia Civil en la mañana del domingo, día de gansos, decidieron no presentarse, anular el sorteo y suprimir las fiestas. Lekeitio es un pueblo que habitualmente está bien informado, el boca a boca funciona y suele ser verdadero. Aquel 3 de septiembre todo el mundo en Lekeitio conocía lo ocurrido el día anterior y manifestaba su indignación ante la injusticia como un derecho natural.
De nada le había servido al gobernador publicar en todos los periódicos del Estado su versión; la otra, la de la ejecución, era la que concordaba con lo visto en la calle Tendería
De nada le había servido al gobernador publicar en todos los periódicos del Estado su versión oficial de los hechos, la teoría del enfrentamiento. La otra versión, la teoría de la ejecución, era la que concordaba con lo que se había visto en la calle Tendería. Con 7.000 habitantes, Lekeitio en verano triplicaba la población y en fiestas el número superaba los veinte mil. Los mandos de la Guardia Civil intentaron coaccionar a la corporación municipal para que las fiestas se celebraran, pero el pueblo no lo dejó. Habrían necesitado no media compañía, sino un batallón entero para imponerse.
DERECHO. La opinión del Pope Liberal decimonónico quedó escrita en el diario de sesiones de las Cortes Españolas en 1876, cuando aprobaron la abolición de los fueros tras la Tercera Guerra Carlista. El diputado navarro D. Antonio Morales insistió en que había un tratado, el de 1515, que «no puede alterarse sin el concurso de las partes contratantes» y de ahí que la ley de 1841, tras la Primera Guerra Carlista, que lo modificó, «tiene un carácter especial, no común a las demás leyes». Es evidente que Navarra era, y es, especial porque se trataba de dejar de ser un Virreinato. Cánovas le respondió: «( ….) Sucede en esto como ha ocurrido en la misma anexión de Navarra (1512), aunque luego se confirmara por las Cortes que un hecho de fuerza es lo que viene a constituir el derecho, porque cuando la fuerza causa estado, la fuerza es el derecho». Ese reconocimiento «oficial» de que ganar la guerra es lo que justifica el derecho positivo nos quedó bien claro al comprobarlo empíricamente con la presentación en las mismas Cortes Españolas en 2005 del Plan Ibarretxe.
ETA. «La gente de ETA pagó (y está pagando) un alto precio por conseguir que las pretensiones del pueblo vasco sean escuchadas» (Rui Pereira). Y Argala decía: «La lucha armada es dura, no agrada a nadie. Como consecuencia de ella se va a la cárcel, al exilio, a la tortura. Se puede morir o verse obligado a matar. Endurece al hombre y le hace daño». Actualmente, en 2022 sigue existiendo para ellos el primer grado, la dispersión, la no reducción de condenas por tiempo y el cumplimiento íntegro de la pena hasta los 40 años. ¿Prisioneros de guerra?
AGUR ETA OHORE. Los sentimientos pierden intensidad con el paso del tiempo. Se archivan en los hipocampos. Por ello quiero recordar que hace 50 años, en Lekeitio, en los años finales de Franco, dos jóvenes vascos perdieron violentamente la vida por defender un ideal noble. Sin intereses espurios, solo salvar a Euskal Herria, su patria. «Acaso Francespaña no se percata de que las cosas serían distintas y cambiarían a mejor para los pueblos de Europa si reconocieran al Pueblo del Pirineo Occidental y respetaran su derecho a decidir independizarse, a reunificarse , a mantener sus costumbres sociales y lengua con libertad?».
Por ello, porque ese fue el motivo del compromiso de Xenki y Murgi, quiero manifestar mi reconocimiento y agradecimiento a ellos, a los que luego murieron, y a los que luchan por la independencia de Euskal Herria.