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Rodman: de Santo Domingo a El Sadar

Trinity Rodman es la estrella de la nueva generación de la selección de Estados Unidos que este martes jugará en El Sadar. Su padre Dennis, con el que apenas ha mantenido relación, corrió el encierro hace una década.

Trinity Rodman, con la camiseta de Washington Spirit, con el que ha firmado una renovación de récord. (Washington Spirit)

El Sadar recibe este martes a la mejor selección del mundo. Estados Unidos llega capitaneada por las incombustibles Megan Rapinoe o Beckie Sauerbrunn pero también con una nueva generación que tiene como referente a una de sus últimas incorporaciones, Trinity Rodman.

Es la hija del inolvidable, no precisamente siempre por motivos deportivos, Dennis Rodman. Una frase que merecería un tachón si la futbolista ejerciera de editora porque no quiere «ser la hija de Rodman, sino Trinity Rodman». Una aspiración tan habitual como comprensible y, posiblemente, más en el caso de la joven estrella, teniendo en cuenta la relación, o la «no relación» con el exbaloncestista.

La madre de Trinity, Michelle Moyer, solicitó el divorcio de Rodman cuando su hija tenía dos años aunque la separación definitiva no se produjo hasta una década después, tras años de turbulencias, prolongadas ausencias del baloncestista y una denuncia por amenazas y violencia sobre su esposa. Fueron ella y su hija mayor, fruto de un matrimonio anterior, las que criaron a Trinity y su hermano Dennis Jr. También las que le acompañaron a cada partido de una carrera meteórica que le ha acabado convirtiendo en la futbolista mejor pagada de la NWSL.

Veloz, con buen regate y olfato goleador, Rodman empezó a jugar a fútbol en su California natal. Todavía en el instituto, conquistó cuatro títulos nacionales de su categoría para dar el salto al fútbol universitario en 2020 con Washington State Cougars. El covid-19 se cruzó en su camino y la temporada no se disputó pero los equipos de la NWSL ya tenían agendado su nombre y en el draft de 2021, sólo superada por Emily Fox, fue elegida por Washington Spirit para convertirse en la futbolista más joven seleccionada en el draft universitario y llegar a la Liga profesional estadounidense sin haber pasado por el fútbol universitario, algo que sólo había hecho antes Mallory Pugh.

No fueron pocos los que pensaron en una estrategia de marketing, si no por encima, sí al menos al par de la decisión deportiva del equipo de Washington. Y, efectivamente, Rodman es un imán de marcas y expectación pero no le hace falta tirar de apellido para conseguirlo. Marcó en su debut con Washington Spirit, convirtiéndose con sus 18 años en la americana más joven que ha anotado un gol en la competición –sólo superada por la australiana Ellie Carpenter, a la que le faltaban unos días para alcanzar la mayoría de edad cuando lo consiguió–. Y siguió haciéndolo a lo largo de una primera temporada que cerró con seis goles, seis asistencias –fue la máxima asistente del torneo junto a Sofia Huerta–, el premio a la Rookie del año y el galardón a la mejor futbolista, por delante de Catarina Macario, la única compatriota que puede discutirle el «título» de bandera de la nueva generación de futbolistas estadounidenses. Y además contribuyó a que su equipo ganara el título por primera vez en su historia.

Disfrutó de dos consecuencias notables, de la mano de su equipo y de la selección. Por un lado, renovó su contrato con Washington Spirit, que hasta entonces le pagaba el mínimo legal establecido por la competición, para firmar hasta 2024 y convertirse en la futbolista mejor pagada de la NWSL. La celebración se quedó a medias porque su equipo se adjudicó la Challenge Cup pero, tras un curso con un inicio demasiado cargado de partidos y repleto de incidentes que incluso llevaron al relevo en el banquillo, Washington Spiritn no sólo no ha podido repetir la actuación en Liga de la temporada pasada, sino que ha acabado en la penúltima plaza.

Rodman ha encontrado consuelo. Tras haber pasado por todas las categorías inferiores, en febrero de este año Vlatko Andonovski le daba la alternativa con la selección absoluta de la campeona del mundo. A la segunda, dos meses más tarde, anotó su primer gol con la camiseta de USWNT y el próximo martes intentará hacerlo en el Sadar.

Doblete en el encierro

Quién sabe si Dennis Rodman, con el que ha acercado posturas en los últimos tiempos e incluso ha ido a animarle en alguna ocasión, estará apoyándole en la grada. La ciudad ya la conoce aunque ha pasado ya casi una década desde que la visitó para correr el encierro dos años consecutivos.

Fue en 2004 cuando el norteamericano, que ese mismo año, cuatro después de retirarse, había retomado el baloncesto enrolándose en un equipo jamaicano, aterrizó en Iruñea. Rodeado de gran expectación, como sucedía con todo lo que hacía y decía. A los 43 años cumplía la ilusión de muchos de sus compatriotas aunque su viaje también tenía un objetivo benéfico. De hecho, Rodman no esperó solo a los toros en la cuesta de Santo Domingo. Le acompañaba Ray Sabbatini, enfermo de esclerosis múltiple y cabeza visible de una campaña de sensibilización con la enfermedad y recogida de fondos para la investigación.

«Esto es mejor que la NBA», aseguró Rodman al que, efectivamente, debió gustarle la experiencia porque un año después repitió delante de los toros. No se sabe si ha vuelto a visitar la ciudad aunque sea con un plan más tranquilo.