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Territorio nómada en peligro

QUESO DE CABRA Y TÉ CON SAL
Mongolia-Alemania. 2020. 96’ Tit. Orig.: ‘Die adern der welt’. Dtora.: Byamabasuren Davaa. Guion: Byambasuren Davaa y Jiska Rickels. Prod.: Eva Kemme y Tobias Siebert. Int.: Bat-Ireedui Batmunkh, Yalalt Namsrai, Enerel Tumen, Algirchamin Baatarsuren. Fot.: Talal Khoury.

Amra (Bat-Ireedui Batmunkh) y su padre Erdene (Yalalt Namsrai). (NAIZ)

Gracias a su conexión con el cine alemán, la cineasta de Mongolia Byambasuren Davaa ha podido ser la cronista del modo de vida del nomadismo en vías de extinción, a través de tres películas distribuidas internacionalmente, y que expresaban la relación entre las familias nómadas y los animales. ‘La historia del camello que llora’ (2003), ‘El perro mongol’ (2005) y ‘Los caballos de Gengis Khan’ (2009) fueron premiadas, o bien como representantes de Mongolia en los Óscar o bien en los premios del cine alemán.

Una senda que sigue su cuarto largometraje ‘Die adern der welt’ (2020), título que no ha sido traducido en la versión doblada, optando por el más folclórico ‘Queso de cabra y té con sal’. Pero la denominación de origen juega con el doble sentido del termino ‘adern’ en alemán y ‘veins’ en inglés, pudiéndose entender por ‘venas’ o también ‘vetas’. Una palabra que aplicada a la madre tierra adquiere una significación poética, porque las vetas del mineral son las venas del mundo por las que desangra el territorio mongol. Incluso adquiere una dimensión atávica en la escena del ritual chamánico consistente en vestir las ramas del árbol sagrado en medio de la estepa.

El pequeño Amra (Bat-Ireedui Batmunkh) vive las contradicciones entre el mundo moderno y las tradiciones de su pueblo, siendo testigo directo de la lucha que lidera su padre Erdene (Yalalt Namsrai) para impedir que los pastores malvendan sus tierras a las compañías mineras extranjeras que invaden el país, con bastas extensiones vírgenes y mano de obra barata. La fiebre del oro provoca la corrupción política, mientras la población rural sueña con emigrar a Alemania. La familia de Amra tiene una economía mixta entre el pastoreo materno y el trabajo de mecánico de coches paterno, ahora que los teléfonos móviles han llegado a las yurtas.