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Mitchell Miller, el jugador de hockey rechazado por cometer «bullying»

Mitchell Miller iba fichar por Boston, en la NHL, pero la noticia de sus antecedentes racistas y violentos hacia un compañero de clase llevaron a la liga a impedir su traspaso. Como pasó ya en 2020, de hecho. Ha sido decisivo el disgusto de la plantilla, que discutió con la directiva.

Mitchell Miller tiene ahora 20 años y el acoso ocurrió hace seis. (Tri-City Storm)

Puedes ser el mejor de la fila, pero si en tu pasado hay algo muy oscuro, para no decir horroroso, no hay sitio en la más importante de las ligas profesionales. Pocas bromas con la National Hockey League, el campeonato norteamericano de hockey hielo, donde alguien como Mitchell Miller es «persona non grata» aunque intente entrar desde la ventana y no desde la puerta.

Lo que hizo, «bullying» a un compañero de clase hace seis años, fue considerado demasiado grave para tener un sitio en los Boston Bruins, que trataron de ficharlo casi de incógnito. Las redes sociales se activaron contra este chaval de 20 años, impidiendo casi físicamente el fichaje.

Los hechos

Esta hubiera podido ser una simple noticia de sucesos de crónica local: en 2016 fue denunciada toda una serie de acosos por parte de una pareja de estudiantes hacia otro compañero. Ocurrió en una zona profunda de Estados Unidos, en la ciudad de Sylvania (Ohio): un chico negro discapacitado fue obligado a tragar una chuchería que no sabía a azúcar, sino a orina. Fue el colofón a episodios de «bullying» prolongados durante meses.

La víctima, un chico negro discapacitado, fue obligada a tragar una chuchería que sabía a orina. Y sostiene que recibió más mensajes de acoso de Miller tras conocerse los hechos

Uno de los acusados, que fue llevado hasta el juez y se declaró culpable, era Mitchell Miller, por aquel entonces adolescente y practicante aficionado de hockey hielo. «Me obligaba a hacer cosas que no quería y me pegaba con regularidad» fue la denuncia de Isaiah Meyer-Crothers. La víctima de los acosos se mudaría a otra zona, cerca de Detroit, para cambiar de vida después de los hechos. Isaiah tuvo que hacerse incluso pruebas para detectar si había sido contagiado por VIH o hepatitis, dando finalmente negativo.

Miller fue condenado a un año de servicios sociales y el asunto parecía haber acabado ahí desde el punto de vista legal. Pero la actualidad ha vuelto a posarse sobre Mitchell simplemente porque en estos años se ha convertido en uno de los jóvenes mas interesantes en la cantera del hockey hielo. Jugando como defensa en la United States Hockey League, una liga menor, ha acumulado unos números sobresalientes en los Cedar Rapids RoughRiders y luego en los Tri-City Storm, ganándose con ello la posibilidad de entrar en el paraíso de los profesionales, la NHL. Incluso ha vestido la camiseta de Estados Unidos en la selección juvenil.  

En el draft de 2020 fueron los Arizona Coyotes quienes utilizaron su primera opción para elegirlo. ¿Alguien conocía esos antecedentes? Igual en el club no, pero en la prensa local de Phoenix sí, y haciendo un par de búsquedas los periodistas llegaron a los acosos y a la condena. Un apuro para los Coyotes, que inicialmente confirmaron el fichaje pero luego cortarían al jugador abandonando también cualquier derecho de tanteo: entendieron que hubiera sido bastante vergonzoso para una franquicia cuyo propietario Alex Meruelo había sido el primer latinoamericano en ejercer ese cargo y que se había implicado mucho en la lucha contra el racismo.

Así que estas dos temporadas Miller se ha quedado fuera de la liga, hasta la semana pasada, cuando su nombre volvió con fuerza.

Tres días de contrato

La noticia saltó el 4 de noviembre: «Los Boston Bruins han fichado a Mitchell Miller», con con un contrato llamado «entry-level», es decir, para novatos. Las cifras de este acuerdo se han hecho públicas: 750.000 dólares por temporada más 95.000 según algunos logros individuales. Ni tan mal.

Pero tres días después el acuerdo estaba ya echado en la papelera. ¿La razón? Muy evidente: prensa y redes sociales habían vuelto a reparar en quien era aquel joven defensa traspasado desde los Tri-City Storm hacia los Bruins: el acosador racista adolescente. Alguien que no habría siquiera pedido perdón a su víctima cuando fue seleccionado por los Arizona Coyotes, limitándose a un genérico comunicado para la NHL y las otras franquicias. Según Meyer-Crothers, Miller siguió incluso molestándole con mensajes donde le reprochaba por qué dejaba siempre hablar a sus padres en vez de tomar él mismo la palabra.

Bergeron, el capitán de los Bruins que donó 50.000 dólares tras la muerte de George Floyd, ha liderado la oposición al frustrado fichaje

La plantilla de los Bruins también estaba disgustada con el fichaje. El capitán de Boston, Patrice Bergeron, tuvo una mini-reunión bastante animada en el vestuario de Toronto, donde el equipo acababa de jugar, con la directiva. «Menos mal que nos han escuchado, porque estábamos bastante enfadados», ha declarado Bergeron, absoluto hombre-franquìcia de los Bruins, un jugador con más de 1.000 presencias en este club muy radicado en la sociedad bostoniana, ganador del título liguero en 2011 y marcando el gol decisivo en la final. Un hombre que cuando murió George Floyd a manos policiales donó 50.000 dólares al Centre Multiethnique de su ciudad natal L'Ancienne Lorette, en Quebec, para sensibilizar sobre el tema del racismo.  

Mala imagen, por contra, la de la directiva, con el presidente Cam Neely y el «general manager» Don Sweeney, ambos ex-Bruins. Balbuceando excusas, finalmente el traspaso de Miller ha sido anulado mientras algunos tertulianos en los podcasts e hinchas en las redes sociales reclaman más explicaciones.

Frente a ello, también hay quien dice que antes o después habrá que quitar esta «damnatio memoriae» de los hombros de Miller, como se ha hecho en otras ligas norteamericanas, donde se ha readmitido a jugadores acusados de racismo o de violencia. De momento, el comisionado de la NHL, Gary Bettman, es decir el «jefe» de la liga, ha cortado el debate así: «El jugador no está admitido en nuestro campeonato». Punto.