INFO
Shaqiri celebrando un gol ante Serbia en el Mundial de 2018.
REUTERS

El nuevo y tenso gran derbi europeo con Kosovo como telón de fondo


Algunas de las heridas del conflicto de los Balcanes siguen supurando y los grandes acontecimientos deportivos suelen ejercer como vector de afrentas y faltas de respeto. Peleas entre aficionados en el Open de Australia de tenis, titulares poco constructivos antes de partidos de baloncesto, balonmano o waterpolo y gestos que evocan tiempos oscuros han sido parte del paisaje. Aunque, afortunadamente, ya nada se parece al contexto de tensión que se vivió en el enfrentamiento futbolístico de Croacia y Serbia en 1999 o la hostilidad que tuvieron que padecer los baskonistas Dejan Tomasevic y Velimir Perasovic durante sus visitas a Zagreb o Belgrado respectivamente.

Con motivo de la copa del mundo de Qatar, una de las últimas disputas se ha centrado en la pancarta que algunos aficionados croatas desplegaron en el partido contra Canadá. En la misma, se dirigían directamente al portero norteamericano Milan Borjan, nacido en la localidad yugoslava de Knin, que actualmente forma parte de Croacia, con el siguiente mensaje: «Nada corre más que Borjan, Knin 1995». El meta, que ahora juega en el Estrella Roja de Belgrado, tuvo que exiliarse junto a su familia tras la conocida como «Operación Tormenta» que llevo al ejército croata a recuperar parte de su territorio y provocó el éxodo de miles de serbios desplazados de los que habían sido sus hogares. Todo, en una zona en la que ambas partes cometieron graves Crímenes de Guerra, según el Tribunal Penal para la antigua Yugoslavia. Borjan, que se marchó con su familia en Canadá, respondió haciendo el gesto de los tres dedos, evocando a la Trinidad, convertido ahora en un icono del nacionalismo serbio. Horas después, su número de teléfono fue filtrado en las redes sociales y recibió más de 2000 mensajes que tildó como «primitivos».

La pancarta serbia y el gesto de Shaqiri y Xhaka en 2018

El otro punto caliente mundialista ha estado en el conjunto dirigido por Dragan Stojkovic, en cuyo vestuario se colgó otra sábana que rezaba «Kosovo es Serbia» antes de jugar ante Brasil. El mensaje adquiría todavía más trascendencia, teniendo en cuenta que los balcánicos se jugarán sus opciones de progresar en el Mundial ante Suiza. Reeditando así el choque disputado hace cuatro años en Kaliningrado, en el que los helvéticos remontaron el tanto inicial de Aleksandr Mitrovic merced a los goles de Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri. El simbolismo del encuentro, desnivelado además con una diana en el último minuto, estuvo marcado por las celebraciones de los dos internacionales suizos, cuyas familias proceden de Kosovo. Nada más anotar, completaron con sus manos un gesto que evocaba el águila albanesa, en clara referencia al origen y sentimiento de sus respectivas antepasados. El New York Times tituló la crónica del partido de forma elocuente: «Suiza bate a Serbia en partido teñido de historia y política».

Los agravios mutuos estaban sobre la mesa y lo sucedido el 14 de octubre de 2014 en Belgrado también pesaba. Aquella noche, durante el choque de clasificación para la Eurocopa de 2016 que disputaban los orlovi y Albania -que contaba con varios jugadores nacidos en el país helvético en el once- en la capital serbia, un dron con una bandera de la «Gran Albania» sobrevoló el estadio del Partizan. Tras ir descendiendo, el defensa Stefan Mitrovic -que también está en Qatar- arrancó la enseña, después recuperada por Agolli y Balaj, desencadenando una monumental bronca entre jugadores y técnicos de ambos conjuntos, la invasión de campo por parte de numerosos espectadores que pretendían agredir -consiguiéndolo en algún caso a pesar de los intentos de algunos internacionales serbios para evitarlo y siendo respondidos por los puñetazos del capitán visitante Lorik Cana, que creció en Lausana- a los futbolistas del cuadro de las águilas negras y que la policía tuviese que intervenir para proteger al equipo albanés, al que la UEFA dio por ganado el partido.

Más de 110.000 kosovares en Suiza, 65.000 serbios

En 2018, según datos del Bundesamt for Statistik, el centro estadístico suizo, más de, 110000 kosovares residían en el país helvético. Asimismo, atendiendo a los números ofrecidos por el portal Datosmacro, 66000 serbios, 65000 macedonios, 57000 bosnios y 20000 croatas viven en Suiza. Por tanto, el número de personas que tienen su origen en la antigua Yugoslavia se multiplica al sumar a los descendientes de los migrantes balcánicos.

Shaqiri y Xhaka son dos de los más significados. El primero, nacido en Kosovo -en una localidad cuyo nombre está en disputa, ya que es «Zegra» para los serbios y  «Zheger» para los albaneses-, pero abandonó el lugar con pocos meses de vida para trasladarse a Agust, un pequeño pueblo del cantón de Basilea, cercano a las fronteras con Alemania y el Estado francés. Sus padres trabajaron limpiando oficinas y platos, además de en la construcción para poder salir adelante. Granit Xhaka, por su parte, llegó al mundo en Basilea en 1992, dentro de una familia que había dejado Podujevo poco después del estallido de la guerra. Su hermano Taulant, también futbolista, fue internacional con Albania. En la actual plantilla relojera, el exrealista Haris Seferovic también tiene sus raíces en la antigua Yugoslavia, ya que sus progenitores son de la ciudad bosnia de Sanski Most.

Durante los últimos 20 años, la presencia de futbolistas con origen kosovar en la selección suiza ha sido una constante. Además de los anteriormente citados, otros como Albert Bunjaku, Almen Abdi, Blerim Dzemaili, Milaim Rama, Shadi Tarashaj y, el más conocido, Valon Behrami han lucido la elástica del conjunto centroeuropeo. En la reciente Eurocopa femenina, asimismo, la jovencísima Riola Xhemaili fue parte del combinado nati. Una realidad que va a continuar, ya que reparando en el combinado sub 21, se puede encontrar al meta Amir Saipi, los medios Bastien Toma o Kastriot Imeri, el extremo Bledian Krasniqi y los delanteros Andi Zeqiri y Tician Tushi. Aunque la presencia de jugadores de origen serbio es menor, los arietes Darian Males y Filip Stojlikovic podrían representar al equipo suizo en el futuro. Algo que ya hizo el que fuera defensa del Arsenal Philippe Senderos, de padre español y madre serbia.

El volumen de jugadores nacidos en territorio helvético que compiten con las selecciones de Albania y Kosovo también es notable. Muchos de ellos, además, anteriormente han jugado con los equipos inferiores de la nati. Así, Amir Abrashi, Arlind Ajeti, Berat Djimsiti, Frederic Veseli, Migjen Basha Shkelzen juegan con el equipo albanés, mientras que Arijanet Mutic, Florent Hadergjonaj, Hekuran Kryeziu, Idriz Voca, Mersim Asllani o Mirlind Kryeziu, entre otros, lo hacen con el elenco kosovar. Curiosamente, el fútbol y la música son dos de los ámbitos sociales de la vida pública de Suiza en la que las personas de origen kosovar tienen más relevancia. Prueba de ello es el éxito de cantantes como Gjon’s Tears -que representó al país helvético en Eurovisión en 2020 y 2021-, el rapero Florat, las cantantes Ilira Gashi y Loredana Zifi, además del vocalista Patrick Nuo.

Por su parte, en la plantilla de la selección serbia hay un jugador nacido en Suiza. Es el caso del zaguero del Werder Bremen Milos Veljkovic, que llegó al mundo en 1995 en Basilea. Luce la elástica del país de sus padres, algo que anteriormente ya hizo Zdravko Kuzmanovic, que al igual que Ivan Rakitic -que eligió Croacia-, cambió de selección pocos meses antes de la Eurocopa que Suiza organizó junto a Austria en 2008. Los otros jugadores nacidos fuera de Serbia son el defensa Srdan Babic, que pasó por Zubieta para jugar en el filial de la Real hace unos años, que procede de la ciudad bosnia de Vanja Luka, y los hermanos Milinkovic-Savic. No obstante, en su caso, se da la curiosa circunstancia de que Sergej llegó al mundo en Catalunya y Vanja lo hizo en Galiza, algo que se debe a que su padre fue jugador del Lleida y el Ourense.