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UPN, transitar a solas por el desierto

Esparza ha tomado una decisión valiente y arriesgada. Dejar fuera al PP le colocará en mejor posición para llegar a un entendimiento con el PSN el día de mañana. Romper la alianza, sin embargo, implica aguantar en soledad y sin tocar poder hasta ese día de mañana que no se sabe bien cuándo llegará. 

Esparza entra en la sala de prensa, seguido de Enrique Maya y Miguel Sanz. (Iñigo URIZ | FOKU)

Los argumentos que da Esparza para romper con el PP suenan sólidos. Algún día soplarán nuevos aires en Ferraz y, en ese momento, UPN estará mejor posicionado solo que acompañado. Confía el partido en que ese día llegará más pronto que tarde. A lo mejor cae Pedro Sánchez a finales del año que viene, si no supera las elecciones cuando venza este mandato. O a lo mejor no. ¿Quién lo sabe?

El acierto o el error de la decisión tomada ayer probablemente no se verá en las elecciones forales de mayo. Es una jugada más a largo de quien da estas elecciones por perdidas. Hace falta una cabeza muy fría para dar por perdida la oportunidad de volver al poder que llevas preparando cuatro años y, también, un liderazgo muy sólido para aguantar hasta la siguiente ventana de oportunidad. Esparza no se juega únicamente su cabeza en esta decisión. Va a suponer un test de estrés para todo el partido.

Quizá no les quedaba otra. Muy probablemente. UPN ha decidido penar durante tiempo indeterminado a solas, sin aliados y sin poder, con un PP transmutado de amigo a rival y con un Vox que se ha hecho con su parcelita de votos. Esto conllevará penurias hasta en lo económico para la formación. Se van a disputar los nombres en las listas, las farolas para colgar carteles electorales y, sobre todo, los espacios en prensa. A partir de hoy, medios de ámbito estatal van a dejar de tratar con cariño las siglas de UPN. Y la importancia de los medios que han vertebrado la derecha navarra no es la misma.

UPN es fuerte, sí. ¿Pero cuánto?