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El PNV confiesa que podía haber presupuestado mejor

Es el Gobierno quien tiene la obligación de primero elaborar los presupuestos y lograr luego que se aprueben y difícilmente puede acusar a los grupos de la oposición de no haber enmendado como debían las cuentas ni tratar de culparles de que por ello no se mejoren los servicios públicos.

(Jaizki FONTANEDA | FOKU)

La parlamentaria del PNV Alaitz Zabala le reprochó ayer a EH Bildu «falta de ambición» a la hora de presentar enmiendas. Aseguró -y de ello hizo gala su grupo parlamentario en una nota después- que «si hubieran sido más ambiciosos y sus enmiendas hubieran ido en concordancia con su discurso catastrofista sobre la situación en Osakidetza, también hubiesen conseguido más».

Conviene detenerse en esta frase que evidentemente pretendía ser un reproche del PNV a EH Bildu, pero que en realidad se convierte en una confesión jeltzale de que se han quedado cortos a la hora de redactar el presupuesto del Departamento de Salud. De hecho, éste ha perdido peso en el conjunto de las cuentas públicas. En las de 2022, Salud suponía el 33,4% de todo el presupuesto y para 2023 bajará al 32,6%.

Pero volvamos a lo dicho por Alaitz Zabala. Intentaba acusar a EH Bildu (con quienes los jeltzales parecen tener cierta fijación) de que si Osakidetza no tiene mayor presupuesto es por la «poca ambición» de la izquierda independentista y por su «incoherencia entre su discurso y lo que vía enmienda han reclamado al Gobierno Vasco».

Es decir, el Ejecutivo de Urkulu presenta sus presupuestos un poco a lo loco, racaneando en los servicios esenciales, limando en derechos como la salud y la educación (que también pierde peso con respecto a 2022), confiando en que ya llegarán luego los grupos de la oposición para corregirles y poner las cosas en su sitio. ¿De verdad piensan que la ciudadanía debe tragar con eso?

Elaborar primero y conseguir después que se aprueben los presupuestos es obligación del Gobierno, pero no es menos cierto que todo esto tiene también un tanto de ficción, de juego político, de cálculo propagandístico. Porque lo que finalmente se apruebe el 23 de diciembre en el Pleno del Parlamento empezará a cambiarse en la práctica antes del 31 de enero, y dineros de aquí irán para allá e inversiones que se anunciarán varias veces quedarán finalmente sin ejecutarse.

Aún así, pretender culpar a la oposición de algo que tú desde el Gobierno no has hecho como debías, tiene bastante de desvergüenza. Como tampoco nunca se explica por qué aquello que se dice que se ofrecía durante la negociación, que recordemos que eran 54,05 millones a EH Bildu, 39,87 a Elkarrekin Podemos-IU y 27,5 a PP+Cs, no los han incluido ya PNV y PSE en los presupuestos motu proprio, puesto que se suponía que se aceptaban porque mejoraban el proyecto y se ajustaban al marco previsto por el Gobierno.

Porque no cabe olvidar que ayer mismo la jeltzale Alaitz Zabala insistió en que la voluntad negociadora del Gobierno y los partidos que lo sustentan ha sido sincera. «Sabemos valorar -afirmó con la pretensión de ser creída- lo que es bueno para la sociedad, y sabemos anteponer ese interés general al particular. Sin estrategias, sin cálculos. Con voluntad y con espíritu de construir cada día un país mejor». Amén