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Itziar Ziga y Virginie Despentes. (Fotografía: Rodrigo Van Zeller)
Elkarrizketa
Virginie Despentes
Escritora

«En los últimos diez años la gente ha tenido que disimular su anti-feminismo»


La escritora Itziar Ziga entrevista a la también escritora Virginie Despentes, que acaba de publicar en castellano ‘Apocalipsis bebé’. Dos amigas y activistas dialogando sobre feminismo y algo más. 

Esto de nacer mujeres en el tiempo de Despentes es difícil y no sé por dónde empezar. Así canta Rigoberta Bandini un himno que nos hace gritar saltando a multitudes eufóricas, una y otra vez, ‘quiero ser una perra’. Si la suma sacerdotisa decidiera seguir repitiendo el grito liberador hasta desfallecer, la seguiríamos encantadas. No es la música, va más allá de la magia multitudinaria de la música. Es el akelarre en la calle, ya sin tener que esconderse. En algún momento impreciso de los últimos años, un feminismo incesante de siglos detonó en acelerador de partículas, no exagero. Las que llevábamos toda nuestra vida implicadas colectiva y obsesivamente contra el patriarcado, varias generaciones de feministas muy variadas, de pronto miramos a nuestro alrededor y éramos millones. Nunca había pasado algo así, ni en nuestros mejores sueños. No tiene marcha atrás y ha sucedido a nivel planetario.

No es casual que la Bandini nombre a Despentes en ese temazo libertador pero nada solemne en el que literalmente se le ocurre ser una perra, de cuatro patas. Solo podía ser ella. Su manifiesto ‘Teoría King Kong’, publicado por primera vez en castellano en 2008, cuando los libros feministas solo los leíamos las feministas, ha llegado donde ningún otro texto político llegó jamás. Tampoco exagero ahora. Millones de chicas han encontrado en sus arrebatadas, clarividentes y acogedoras páginas el desvío para saltarse las trampas que el patriarcado nos llevaba tendiendo a nosotras desde que ardieron nuestras hermanas en sus hogueras, sobre todo una: ‘si te portas bien, si sonríes siempre y no molestas, los machos y sus aliadas señoras no irán a por ti’. No, te lo dice una tía vivida, rebelde, derribada y renacida: no hay lugar seguro para nosotras. Irán a por ti porque pueden, por tanto, atrévete, ahórrate esa fase. Y lo hicieron, claro: no habíamos elegido ser dominadas.

Con 22 años, Virginie Despentes (Nancy, 1969) publicó su primera novela en una editorial alternativa: ‘Fóllame’ fue un éxito internacional y un escándalo. En el 2000 la llevó al cine, codirigida con una actriz porno amiga suya: Coralie Trinh Thi. Fue una genialidad, todavía mayor éxito internacional. Las dos directoras y las dos actrices fueron declaradas enemigas públicas nº1 del Estado francés. El acoso fue atroz, yo conocí a Virginie en esa época. Vino a Barcelona con su pareja de entonces, el filósofo y propagador más influyente del siglo XXI, Paul Preciado, amigo y maestro de ceremonias posporno de mi manada endemoniada queer. La complicidad y el amor prendió al instante y para siempre. Despentes siguió publicando novelas superventas y haciendo cine y, por mucho que la hayan odiado desde todos los poderes, la genialidad de su escritura es tan incontestable que hoy es una de las novelistas más reconocidas de las letras francesas. Su colosal trilogía ‘Vernon Subutex’, publicada entre 2015 y 2017, ha vuelto a rebasar su propios éxitos. Acaba de editarse en castellano su ‘Apocalipsis bebé’ (Random House). Todo tipo de prensa quiere siempre entrevistarla, es inusualmente generosa y lúcida analizando cada momento político. A su lado, muchos a los que se les hizo creer que eran sabios parecen pollos sin cabeza. Habla sin afectada gravedad de temas importantes, y surge a menudo la risa. Nos reencontramos en Barcelona, con la misma alegría. El mundo ha cambiado desde la última vez que nos vimos, se puso en marcha de un día para otro el acelerador de partículas feminista.

En este asfixiante patriarcado, siempre andamos buscando a la chica muerta. Sin destripar la novela, ¿te vengaste por las chicas muertas en ‘Apocalipsis bebé’?

Pero no busco venganza con la novela. Quiero construir otros arquetipos narrativos, personajes femeninos que no corresponden a lo que estamos acostumbrados a encontrar en novelas. No creo mucho en las ventajas de la venganza, pero contar las historias de las que me rodean para que no sean olvidadas tal y como las he conocido, me importa mucho.

Tus explosivas protagonistas encontraron en Barcelona liberación y akelarre, nosotras también. ¿Qué sigue teniendo esta ciudad para ti?

Nos conocimos cuando llegué a Barcelona en 2007, yo necesitaba un lugar así. El ámbito queer era muy distinto al de París, mucho más politizado, más punki, más radical en el sentido de modo de vida. Era un momento muy particular del mundo queer de Barcelona, al que tú pertenecías, había mucha energía, mucha afectividad y a la vez un lenguaje político. En Francia, en ese mismo momento, empezábamos con el derecho al matrimonio gay y a tener hijos, cosas muy importantes, aunque no me interpelaban a mí. Fue el mismo momento en que yo encontré a Paul Preciado, fue una manera super guay de entrar y de conectarnos. Hablo de gente que vive vidas enteramente distintas, no gente que estudia en la universidad lo queer, sino que lo vive. Una manera de vivir, de plantearse cómo lo hago económicamente, con todas mis emociones, no únicamente con mis pensamientos políticos… y una manada. Me parece muy interesante producir textos, producir discursos, pero en política tenemos que producir vidas de verdad para que haya un cambio real, y eso no podemos hacerlo solo en internet. Si no lo vivimos, si no pensamos que vivimos mejor a nuestra manera y en comunidad política, nada cambia. Encontré en la Barcelona queer algo que yo había conocido de joven con la música punk en Lyon, un lugar donde quieres vivir. Una ciudad te trata exactamente como una persona, y Barcelona fue buena conmigo. Aquí encontré colectividad. Yo ni siquiera hablaba castellano cuando llegué, pero no era un problema.

Conectamos tanto que, de hecho, ni recordaba que no hablabas castellano entonces…

Para mí fue guay también no poder hablar tanto porque soy super tímida, y a veces sienta bien callar y observar.

Ya no eres Virginie en tus libros, quedó Despentes... (que tampoco es su apellido familiar, lo eligió porque es la calle de las putas en Lyon).

He pedido que Virginie sea borrada de las portadas. Estoy harta de lo que mi género implica como escritora. Para mí y para las demás sigue siendo un desastre ser mujer, y he decidido quedarme sin mi nombre de chica cuando publico textos.

Has pasado de ser tratada como enemiga pública número uno del Estado francés tras ‘Fóllame’, a tener un reconocimiento incontestable. ¿El mundo se ha acercado en los últimos años al desafío político de Virginie Despentes?

Han pasado dos cosas, la primera es que ahora soy más vieja, no soy tan escandalosa como cuando tenía veinticinco años. Esto me da mucha pena pero es la verdad, ahora soy una vieja escritora reconocida (risas). Y, por otra parte, ahora hace cinco años del Me Too… En Francia antes del Me Too el feminismo se consideraba un tema acabado, y también todo lo que tiene que ver con lo queer. Y ahora estamos en un punto en que van a cambiar las cosas de nuevo. En los últimos diez años, la gente por lo menos ha tenido que disimular su anti-feminismo, su misoginia, su racismo, y creo que ahora nos viene otra época de menos simulación en la que tratarán de recuperar el terreno que han perdido.

Al poder no le suele gustar ser destronado…

No precisamente.

El manifiesto que volvió feministas a marabuntas de chicas (‘Teoría King Kong’, 2008) fue escrito por una punk que no se quedó en casa tras una violación, que se prostituyó y lo cuenta, que rodó escenas porno en las que en vez de culminar con una eyaculación masculina, dos chavalas fronterizas terminan matando al eyaculador, que se declara bollera radical… ¡eres la pesadilla del feminismo liberal!

¡El feminismo liberal es nuestra pesadilla! Es muy mainstream, tiene muchos recursos, tiene mucha voz, y sí creo que el éxito de ‘Teoría King Kong’ es una pesadilla para ellas. Para mí, como escritora, es un sueño. No pensaba cuando lo escribí que tendría tanta fuerza, tanta vida, tantas lectoras. Espero representar perfectamente todo lo que odian las feministas liberales. Y no es un nuevo problema, estoy leyendo a muchas feministas lesbianas de los setenta y entonces ellas eran el problema para el feminismo liberal, después lo fueron las trabajadoras sexuales, ahora aquí son las transexuales y, en Francia, los árabes-musulmanes. Me interesa entender por qué lo hacen, a veces intento imaginarme dentro de la cabeza de una feminista liberal, cómo lo manejan, por qué siguen… ¿por qué?

Amelia Valcárcel se fue hace poco a México a decirles, a las tías más alzadas del mundo contra los feminicidios, que debemos guardar el concepto de género un tiempo bajo la alfombra para que las trans no nos lo quiten.

(Carcajada de Virginie.)

Las popes que se han erigido aquí contra las trans, a parte de blandir argumentos que son despropósitos, destilan prepotencia y clasismo. Nos llaman a nosotras acunapenes, no se me ocurre cómo se puede acunar un pene, mientras ellas están casadas con señores de altísimo estatus. Es imposible que una catedrática en filosofía no sepa que las barbaridades que repiten de las mujeres trans, son sandeces. Hoy no podrían atacar con ese odio a las lesbianas...

No nos atacan directamente, pero es evidente que sus enemigas de verdad somos nosotras. Y no es solo ‘Teoría King Kong’, la mayor parte de textos importantes del feminismo vienen de nosotras directamente. Incluso Simone de Beauvoir que, como sabemos, era lesbiana, una queer más. No se puede hablar de feminismo sin hablar de política en general, nunca, pero ahora menos que nunca. Por las crisis, la ‘clase mujeres’ en primera línea de la precariedad... Hoy todavía me parece más incomprensible ser una feminista liberal. Pero lo son, atacando a las trans. Estoy muy sorprendida con la que están liando para que no se amplíen derechos a las trans aquí, con su estrategia. Cómo no se dan cuenta de que están tomando el mismo peligroso camino que quienes se opusieron con tanto odio al matrimonio gay en Francia desde la izquierda, y mira cómo está ahora Francia. Siempre con esa homofobia de fondo, pidiendo que por favor nos devuelvan la importancia de la familia, de la madre. Siempre contra el caos de lo queer.

Exactamente el mismo discurso que la extrema derecha.

Exactamente, y se unirán. Por eso me recuerda tanto a lo que pasó Francia en 2013 para aprobar el matrimonio gay, que costó tanto, donde se unieron a la extrema derecha. Y cuando te acercas a la extrema derecha, la extrema derecha te traga.

Con la imagen tan revolucionaria e iluminadora del resto del mundo que tiene de sí mismo el Estado francés...

Todo está cambiando en Francia, en los últimos veinte años ese espejismo de la democracia se ha caído. Ahora tenemos a la extrema derecha muy cerca del poder y estamos más cerca de Hungría o de Italia, hay un deseo de fascismo muy alto. Pero no sé si va a seguir así, si vamos a seguir una década más en la misma mierda, yo pienso que puede cambiar rápidamente. Veo muchos jóvenes, en el queer y fuera del queer, que han cambiado mucho, y creo que es un cambio profundo. Igual lo que va a llegar será distinto. Saben leer internet, saben cuándo les están mintiendo. Y con lo no-binario, han crecido con ello y yo les veo muy en serio, a veces no son ni queers. Contra el racismo también tienen las cosas mucho más claras. En Francia se utiliza un montón la acusación de terrorismo contra los otros, contra los musulmanes, como España lo ha hecho contra vosotros. Me hablabas de cómo aquí os cerraron periódicos, en Francia lo están haciendo de la misma manera contra colectivos musulmanes que no han hecho nada más que ser musulmanes. Pero veo muchos jóvenes que lo tienen claro, son súper listos. Viven algo que no hemos conocido todavía.

Nos han adelantado, siento como si nuestro jaque al patriarcado y a las injusticias sistémicas hubiera pegado un estirón con la gente más joven, y es maravilloso. Es como si el mundo se hubiera plagado de nuestras hijas bastardas, de nuestres hijes bastardes. Y no hablan desde la rebeldía adolescente de generaciones anteriores, sino desde la convicción.

Maravilloso. Veremos lo que sucede, veo al feminismo liberal fuerte, pero veo también a estos jóvenes que están yendo mucho más allá de lo que pensábamos. Y lo tienen súper trabajado. Igual que veo a jóvenes lesbianas y gays que lo dicen en casa y nadie llora, y nadie grita. Esta es la primera generación en que sucede, no en todas las casas, pero sucede. Familias que cuando su hija o hijo dice que es transexual, deciden apoyarle. Esto es nuevo. Tengo muchas ganas de ver lo que pasará en la próxima década, lo que los jóvenes de ahora nos van a traer. Cuando nosotras éramos tan jóvenes, veíamos a mujeres de nuestra edad como a señoras. Y ahora vienen a verme y me dicen: ‘me interesa lo que dices’. Y yo digo: ¡huauuu!

La interlocución con elles es apasionante...

Tienen el problema de cómo manejarse en las redes sociales que traen un montón de nuevos problemas que nosotras realmente no entendemos. Las redes sociales lo han cambiado todo. Respecto a la violencia machista, creo que tienen que salir a veces de ser demasiado vulnerables. Veo muchas quejas sobre el consentimiento reducido a la respuesta sexual de las mujeres, como si lo más importante para una mujer fuera su sexualidad y cuando da algo, pero a nadie le importa el consentimiento respecto al trabajo. Tienes que consentir también cuando vas a trabajar, o cuando compras algo, o cuando pagas algo. Creo que hay que traer la herramienta del consentimiento y ponerla en marcha para todos los asuntos de la vida, porque si no, no funciona bien. Se habla mucho del consentimiento en las trabajadoras sexuales, que a mí me parece justo, pero hay que pedirlo para todos los trabajos. ¿Hay dignidad, te sientes bien? Y en las redes sociales, el señor Elon Musk se convierte en el jefe de Twitter y veo que los usuarios gratuitos, que son los que hacen Twitter, no cancelan sus cuentas. No hay respuesta. Con Twitter no hay de verdad consentimiento y por eso el señor Elon Musk es tan importante.

Hay que alzarse contra las grandes tecnológicas que acumulan tantísimo poder, pero todavía no sabemos cómo. Mi manera es no participar en redes sociales, pero sé que la deserción no va a ser la respuesta colectiva…

Yo tampoco estoy en Twitter, no estoy porque quiero protegerme. Y como tú, tenemos seguidores de otros modos, porque los hemos conseguido antes, pero para alguien que tiene veinte años es impensable. Para mí Twitter es muy parecido al crack, es una droga que te deshumaniza mucho pero que no te deja elección. No es que te guste mucho el crack, pero no puedes dejarlo. Yo tengo muchos amigos ahora enganchados al crack y no están contentos con el crack, no es como la heroína. Ni con el crack ni con Twitter están contentos, pero no pueden dejarlo.

Vamos a terminar hablando de nuestra adorada Madonna...

Sí, hablemos de Madonna, por favor.

En su último vídeo con la reguetonera dominicana Tokischa, Madonna aparece como una Nosferata, una vampiresa antigua polioperada, libidinosa, bailando y magreándose con chavalas cuarenta años más jóvenes… por fin tiene legiones de perras con las que jugar.

Y ha encontrado en Tokischa a la mejor de las perras… Lo que me interesa de Madonna es que no le importa el respeto. Normalmente a los 60 empiezas ya a comportarte como una señora. Hasta Courtney Love se ha puesto seria. Madonna no, es la única. Pasados los 60 años, vuelve a enseñarnos el camino, como siempre lo ha hecho. Ahora pienso que quizás en diez años haré una película porno, nunca lo había pensado, y gracias a ella creo que los 60 puede ser una edad adecuada para hacer porno. Para nosotras, las feministas radicales de Europa y América del Norte que crecimos en los años 80, 90, para las bolleras y los gays, Madonna fue clave. Si no la odiaran tanto, comprenderían que a nivel de discurso político feminista fue la más importante de aquellos años. Nos enseñó el camino de mezclar nuestros trabajos, con nuestros pensamientos, con nuestras lecturas antiguas, y encima con esa felicidad, con ese entusiasmo. La primera vez que vi lesbianas fue hace treinta años en su libro S.E.X., y me plantee mi deseo. Bueno, estaba el porno hetero pero esas lesbianas no tienen mucho interés. Las lesbianas no son lo mejor del porno hetero (risas). Ella sacó el imaginario de S.E.X. del trabajo del fotógrafo intersex Del Lagrace Volcano, eso siempre lo ha hecho. Fue también la primera vez que vi escenas BDSM (Bondage Disciplina Sado-Masoquismo)...

La primera vez que vimos trans masculinos y drag kings, en su vídeo ‘Justify My Love’. ¡1990! A mí me ponían muchísimo y no sabía ni lo que estaba viendo. Y no importaba…

No importaba, o importaba mucho. Llevan toda su carrera, cuarenta años, atacándola sin parar, y ella no se ha movido de su sitio. Creo que le falta hacer un trabajo para terminar de entender el postcolonialismo, cosas de feministas blancas. Acabo de verlo, siempre he querido hacer algo contigo, Itzi: haremos una película sobre Madonna...