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Kristin Kobes du Mez
Historiadora estadounidense

«Los evangélicos han crecido en todo el mundo alineados con la extrema derecha»

Kristin du Mez es profesora de Historia en la Universidad Calvin de Michigan. En su libro “Jesús y John Wayne”, describe el auge de la derecha evangélica desde los primeros telepredicadores y antifeministas de la Guerra Fría hasta la conversión de Trump en el presidente de la «Mayoría Moral».

Kristin du Mez, profesora de Historia en la Universidad Calvin de Michigan, ha publicado libro “Jesús y John Wayne”. (NAIZ)

Amable y directa, Kristin du Mez, profesora de Historia en la Universidad Calvin de Michigan y autora del libro “Jesús y John Wayne”, responde a NAIZ por email con los argumentos de una investigadora a la que nada de lo que proponga este movimiento cristiano a nivel global le es ajeno.

Su libro tiene un enfoque estadounidense pero la presencia del evangelismo en Europa es cada vez más notable. ¿Es un fenómeno mundial en expansión?

El evangelismo conservador es la versión reaccionaria del cristianismo que se está extendiendo por todo el mundo a través de las misiones que las organizaciones evangélicas estadounidenses han exportado a muchas partes del planeta, con mensajes populares y agresivas campañas de penetración en comunidades locales a través de radios, televisiones y publicaciones desde donde difunden su credo para copar el mercado religioso.

Y lo hacen con astucia, combinando las tradiciones patriarcales con las agendas nacionalistas locales más retrógradas. Desde la publicación de mi libro “Jesús y John Wayne”, recibo informaciones precisas del incremento de su presencia e influencia en Canadá, Reino Unido, Australia, Alemania, Países Bajos, China, Brasil, Uganda, Kenia y también en el Estado español.

¿Cuáles son los valores de los evangélicos?

En EEUU quieren restaurar la «América cristian» y ordenar la sociedad según las leyes de Dios. Esto se traduce en un énfasis jerárquico de la autoridad masculina y una política basada en la «ley y el orden».

Son gente que se opone a los derechos de los gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, al aborto, a la inmigración, a la redistribución de la renta y a cualquier intento de abordar las desigualdades sociales porque ellos apoyan sin ambages el capitalismo de libre mercado. También son muy propensos a negar la existencia de racismo.

Además, aunque muchos defienden la democracia liberal, el evangelismo blanco estadounidense tiene una inclinación cada vez más acusada hacia tendencias autoritarias. Respaldan los liderazgos fuertes, muestran muy poca preocupación por la supresión de derechos civiles y creen que la violencia política puede justificarse si es para proteger su visión de lo que debe ser EEUU.

Algunos admiran la forma en la que políticos como Putin, Orban o Meloni manejan el poder. La facción más extremista defiende que las leyes de Dios están por encima de cualquier compromiso con la democracia porque están convencidos de que están construyendo su obra y que Dios está de su parte.

En plena crisis de legitimidad del liberalismo, ¿son un peligro para el sistema?

Sí, absolutamente. El elemento cristiano más radical representa un peligro para la democracia liberal. Creen que el fin de su doctrina autoritaria justifica los medios. Se sienten cómodos confrontando en los tribunales, prohibiendo votar a los sectores más críticos o haciendo interpretaciones de la Constitución para privilegiar los derechos de aquellos que comparten su agenda.

En Europa, y concretamente en el Estado español, el número de seguidores ha crecido. ¿Dónde radica su éxito?

Dedican enormes recursos económicos a promover enseñanzas que hagan crecer su movimiento religioso. Siempre han dominado la tecnología moderna para difundir mensajes y son increíblemente acogedores cuando la gente entra por la puerta de su iglesia desencantada con un Estado que no les aporta ninguna respuesta.

«Empiezan su trabajo posicionándose sobre valores familiares, pero acaban presentando toda su agenda conservadora como la única forma de ser un creyente fiel»

Tenga en cuenta que los evangélicos aportan un sentido de comunidad e identidad a sus fieles en una época caracterizada por la incertidumbre económica y el cambio cultural. Ahí les adiestran en la creencia divina de la prosperidad, la que promete el éxito a sus feligreses tanto en este mundo como en el venidero.

Resulta paradójico que una doctrina basada en la dominación de clase capte seguidores entre los sectores sociales más desfavorecidos.

Sí, así es. La idea que trasmiten es que si uno es «obediente» y busca la bendición de Dios, recibirá su recompensa en forma de felicidad personal y éxito económico. Ensalzan a los ricos como los santificados por Dios y, por lo tanto, merecedores de su riqueza mientras que los pobres son contemplados como culpables de su penuria a los que sólo puede salvar su fe. Mezclan hábilmente la caridad con la evangelización. Reparten comidas gratuitas, diseñan programas extraescolares y ofrecen ayuda individual al margen de las políticas estatales contra la pobreza y la desigualdad.

En el Estado español, la derecha política ha participado en ceremonias evangélicas para captar el voto de sus fieles, muchos de ellos migrantes latinoamericanos. ¿Es una copia de lo que ya hicieron Trump y Bolsonaro?

Esa no fue solo una estrategia de Trump y Bolsonaro. Esa ha sido la táctica constante de la derecha religiosa desde los años 60 y 70 en todo el mundo. Aprovechan la devoción de sus seguidores para presentarse como la única opción política realmente cristiana.

Empiezan su trabajo posicionándose sobre valores familiares como el aborto, el sexo y el género, pero acaban presentando toda su agenda conservadora como la única forma de ser un creyente fiel.

En EEUU ha sido una fórmula increíblemente eficaz para movilizar votantes. Y no sólo utilizan pastores e iglesias para difundir su propaganda, sino también medios de comunicación donde emiten mensajes políticos bien afinados para llegar a cientos de millones de personas.

La principal organización protestante del Estado español se ha desmarcado de esa corriente evangelista politizada porque «vulnera el principio de separación Iglesia-Estado». ¿Qué opina?

No puedo hablar de si esta afirmación es genuina o si es mera pose. Lo que sí le puedo decir es que muchos evangélicos estadounidenses se declaran apolíticos mientras se alinean sistemáticamente con la derecha extrema y apoyan al Partido Republicano. Y defienden su comportamiento diciendo que sus lealtades políticas son meramente «cristianas», no partidistas.

Sin embargo, es importante destacar que también hay líderes evangélicos que consideran que todo esto no es más que la capitulación religiosa ante una política derechista.

«El evangelismo blanco estadounidense tiene una inclinación cada vez más acusada hacia tendencias autoritarias»

No es que estos pastores sean izquierdistas ni que voten al Partido Demócrata pero, al menos, reconocen los peligros que suponen para el país y para su fe esta inclinación de su congregación hacia la derecha.

Y ojo porque muchos de los que lamentan en público la politización de la fe acaban apoyando a los candidatos republicanos y favoreciendo a los elementos más extremistas.

Se habla del poder de los evangelistas en EEUU pero no en Rusia, donde también han experimentado un crecimiento sorprendente.

Durante décadas, los estadounidenses se consideraron así mismos los oponentes más resistentes y tenaces del comunismo soviético por lo que resulta sorprendente ver en la actualidad cómo algunos evangélicos alaban con fervor a Putin por su defensa autoritaria de los «valores tradicionales».

Al igual que algunos cristianos rusos –evangélicos y ortodoxos– ven a Putin como un hombre fuerte que tiene lo que hay que tener para enfrentarse a la izquierda decadente. Y muchos de ellos consideran que apoyar la democracia liberal es hacerle el juego a la izquierda.

¿Hay mucho dinero detrás de estas iglesias?

Hay una enorme cantidad de dinero detrás de estas iglesias, de sus redes y organizaciones como el Consejo de Política Nacional donde destacados pastores se reúnen con multimillonarios para hablar de sus donaciones particulares. Millones de evangélicos donan el 10% de sus ingresos mensuales a sus congregaciones.

Y ese dinero se utiliza para pagar a los pastores y a todo su equipo de asesores, para construir edificios, financiar misioneros, comprar recursos educativos y alimentar la divulgación. Además, las editoriales evangélicas son un negocio enorme.

Los ‘best sellers’ evangélicos suelen vender millones de ejemplares pese a ser bastante sencillos y de una calidad cuestionable. También los circuitos de conferencias que organizan son extremadamente lucrativos, y la música y sus radios se han convertido en industrias con un alcance masivo.