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Paracaidistas del PP al asalto de las dos grandes atalayas de EH Bildu: Lizarra y Tafalla

Las cabeceras de Lizarraldea y Tafallaldea están hoy gobernadas por EH Bildu. Son plazas clave, pues dirigen administrativamente territorios sin mayoría abertzale y esta coalición parece extenderse en el ámbito municipal en forma de mancha de aceite. Para EH Bildu, repetir no está asegurado. 

Un cartel del candidato de EH Bildu en Lizarra, en la plaza de Lucio Urtubia. (EH Bildu Lizarra)

EH Bildu controla dos plazas fundamentales en Nafarroa: Lizarra y Tafalla. Su importancia va más allá de su tamaño. Lizarra es la séptima por población (13.911 habitantes) y Tafalla la undécima (10.582). Ante todo, son los centros administrativos de dos de las cinco merindades de Nafarroa Garaia, dos comarcas en las que, en conjunto, el voto a EH Bildu es minoritario. En consecuencia, ahí el potencial de crecimiento de la formación abertzale es mayor, si hace bien las cosas.
Ambas alcaldías las logró EH Bildu muy por los pelos. De hecho, la presente legislatura arrancó con Gonzalo Fuentes, de Navarra Suma, como alcalde de Lizarra. Una moción de censura lanzada por EH Bildu, Geroa Bai y dos concejales del PSN devolvieron la vara de mando a Koldo Leoz, acto que les costó la expulsión de su partido, impulsada por María Chivite.
Hay que recordar, pues quizá se repita, cómo votó el PSN hace cuatro años y cómo funciona la ley electoral en los municipios. La distancia en las relaciones  entre PSN y la izquierda abertzale era, entonces, un abismo. Ferraz dio la orden de que sus candidatos se votaran a sí mismos, pasara lo que pasara. Si salía alcalde EH Bildu, bien. Si salía Navarra Suma, también. En la práctica, esto beneficiaba a la unión de la derecha, pues a falta de mayoría absoluta, salía investido alcalde el cabeza de la lista más votada.
De este modo, para entender las posibilidades que tiene la izquierda abertzale de mantener Lizarra y Tafalla, hay que empezar viendo las opciones que tiene de ser la lista más votada. Y aquí va a influir el modo en que se ha roto la derecha a nivel local y el fenómeno paracaidista.

EH Bildu obtuvo 2.009 votos frente a los 2.530 de NA+. UPN necesita conservar cuatro de cada cinco votos de esa coalición.

En Lizarra, EH Bildu parte de una posición más complicada para quedar primero. Obtuvo 2.009 votos (resultado muy similar al de 2015) frente a los 2.530 votos de Navarra Suma. UPN, por tanto, debería conservar cuatro de cada cinco votos tras la ruptura de su coalición y la irrupción del PP. Lo intentará con Marta Ruiz de Alda, nieta del cofundador de la Falange, cuyo apellido no da barniz demasiado centrista a una formación que algunos medios sostienen que no es de derechas. Su riesgo es que ese quinto voto se quede en casa o se vaya al Partido Popular.

La noticia de que Begoña Ganuza, alcaldesa hasta 2015 por UPN, se incorporarse en la lista del PP dio la impresión de que el partido de la gaviota iba a plantar buena batalla, pero un análisis más al detalle de la lista apunta a que no será así. El cabeza de lista del PP es un paracaidista cuyo vínculo con Lizarra es nulo. Carlos Jiménez Ruiz es el presidente de Nuevas Generaciones en Navarra. Nada más.

Y el grueso de la lista se ha cerrado con gente de relleno. En el pueblo nadie los conoce, salvo acaso a Gabriel Elorriaga, secretario de Estado en tiempos de Aznar. Ganuza, que figura como tercera, está muy muy sola en la vida real.

Marta Ruiz de Alda, candidata de UPN y concejal hoy por Navarra Suma. (UPN)

La exalcaldesa estuvo muy activa los meses pasados tratando de convencer a antiguos compañeros y personas de ideología similar a la suya para tratar de armar una lista en condiciones, capaz de rivalizar en UPN. Que no lo hubiera logrado abunda en la idea de que el PP no cosechará el 28-M un resultado espectacular.

mayoría en el pleno de lizarra Como segunda opción, EH Bildu podría conseguir la Alcaldía mediante un acuerdo con otras formaciones y logrando la mayoría absoluta de votos entre todos, aun al margen del PSOE. Esta opción tampoco resulta descabellada.

En Lizarra hay 17 concejales. Hacen falta, por tanto, 9. Esos 2.000 votos de las dos últimas contiendas electorales le darían, al menos, 6. Quizá haya penalización por cambiar de cabeza de lista, del carismático Koldo Leoz a Mikel Kolomo, pero es dudoso que por ahí pierda demasiado. Leoz seguirá en el equipo municipal. Va de número tres en la lista.

Seis ediles de EH Bildu, 1 de Geroa Bai y otro de Contigo-Zurekin suman 8. Casi. No les queda lejos la mayoría.

Los aliados potenciales de EH Bildu son Geroa Bai, que tiene un concejal y anduvo cerca del segundo, y Contigo Navarra. La coalición que lidera Podemos no pasó el corte del 5% la vez pasada, dado que concurrió en dos listas diferentes: AOEL (4,5%) y Podemos (3,3%). Esta vez, Contigo-Zurekin tiene muchas más opciones de entrar.

De modo que, 6 de EH Bildu, 1 de Geroa Bai y 1 Contigo-Zurekin suman 8. Casi. No está lejos. Existe un factor añadido en favor de EH Bildu, que deriva de la moción de censura y la expulsión de los ediles socialistas que, amparados por la mayoría de la Agrupación Loal del PSN en la ciudad, decidieron apartar a Navarra Suma del Gobierno y reinstaurar el mandato de EH Bildu. Jorge Crespo, que encabezó esa pequeña rebelión, ha presentado candidatura propia, distinta a la del PSN que lidera Fran Moleón.

Aquí ya es muy difícil aventurar cómo se repartirán esos más de 1.200 votos y tres concejales que obtuvo el PSN hace cuatro años. Precedentes por analogía, como el vivido en Tafalla en 2015, no dan perspectivas demasiado halagüeñas para la iniciativa de Crespo, pero cada localidad es un mundo.

En capital de la Zona Media

La situación en Tafalla resulta algo distinta. Las posibilidades allá de que EH Bildu salga como lista más votada resultan mayores. La legislatura pasada perdió la hegemonía por cinco votos: 1.485 votos para Navarra Suma y 1.480 para la coalición abertzale.

Lo llamativo en la capital administrativa de la Zona Media fue que esta pérdida de hegemonía no llegó tanto por la unificación de voto de derechas. UPN solo mejoró sus resultados en 19 votos. Por contra, EH Bildu cayó desde los 2.405 hasta esos 1.480. Casi mil votos menos tras cuatro años de mandato.

Xabi Alkuaz, candidato de EH Bildu, con Laura Aznal. (I. URIZ/FOKU)

La lectura que se hizo de aquel castigo en la ciudad se vinculó mucho al cabeza de lista. Arturo Goldaracena fue un candidato transversal y fabuloso que no repitió en 2019, perdiéndose con él muchos de los votos que atrajo.

Su sustituto, Jesús Arrizubieta, aparentemente, fue duramente castigado por asuntos laborales dentro de la cooperativa de Luzuriaga (Fagor Ederlan), la más importante de la ciudad, donde había pasado de sindicalista a dirigente de la cooperativa, sin que muchos de sus compañeros entendiesen aquel cambio.

Alkuaz se destacó en la organización del titánico auzolan con el que Tafalla respondió a las duras inundaciones.

Ahora es Xabier Alkuaz, un joven economista que trabaja en el consorcio de desarrollo de la zona, quien lo intentará. Alkuaz se destacó en la organización del titánico auzolan con el que Tafalla respondió a las duras inundaciones de 2019 y tiene mayor don de gentes que su predecesor. Quizá se baste él solo para recuperar la hegemonía.

UPN peleará para que eso no pase con la misma candidata que hace cuatro años: Amaya Orduña. Lo más sorprendente de la lista que presentan los de Javier Esparza, sin embargo, es el número tres, Ángel Ansa. El actual parlamentario de Navarra Suma tiene un vínculo familiar muy residual con Tafalla, sus abuelos son de la zona, y su presencia en la lista da pie a sospechar que algo anda mal. Da la sensación de que les faltaba gente para armar un equipo sólido. Así se entiende a nivel local, al menos. La tardanza en dar a conocer la lista completa y la ausencia de suplentes en la papeleta ahondan en la sospecha de que los simpatizantes de la formación no andan motivados.

Que el PP haya sido incapaz de sacar un nombre entre los más de 10.000 tafalleses para encabezar lo explica, sobre todo, esa paridad en votos entre EH Bildu y UPN. Dividir el voto en Tafalla es suicida cuando la principal opción de quitar la Alcaldía a EH Bildu pasa por quedar primeros. Dar la cara para romper la unidad podría haber dejado a alguno sin compañeros de vermú... pero el voto es secreto y el apoyo que tendrá el PP en la localidad es un misterio. Eso sí, el joven cirbonero que encabeza la lista, a ojos de cualquier vecino, es un marciano.

El PSN añadió con un fotomontaje a la candidata proviviente de la nutrida comunidad búlgara de la ciudad. (PSN)

La gran incógnita es el PSN, que en Tafalla tiene cuadros, y que apuesta por continuar con Esther Iso. Lógica opción. Mal resultado no les dio (por encima del millar de votos y tres ediles, frente al empate a cinco de UPN y EH Bildu). Es difícil aventurar el resultado de los de Chivite, porque el precedente de votarse a sí mismos hace que su voto se parezca a un voto en blanco. No sirve para elegir alcalde. Y eso, en una localidad pequeña resulta de digestión difícil.

Ahora bien, de las localidades de mediano o gran tamaño de Nafarroa, Tafalla es donde el voto dual es más acusado para el Partido Socialista de Navarra. En 2019 Chivite sacó 1.400 votos e Iso, 1.153. En 2015, Chivite sacó 865 y el alcaldable de Tafalla 681.

Existe, sin embargo, la posibilidad de que UPN y PSN sumen mayoría: 9 de 17 concajales. En tal caso, no es descartable que Iso se vote a sí misma y que UPN decida respaldar esta candidatura para bloquear a EH Bildu.

Una investidura de Moleón o Iso con votos de la derecha, sin duda, irradiaría inestabilidad a otros ámbitos. 

Restan por analizar por orden según votos en 2019, Iniciativa por Tafalla (grupo local con tirón), Contigo-Zurekin y Geroa Bai. En vistas a los últimos pactos alcanzados en la ciudad, estos concejales estarían más abiertos a respaldar a EH Bildu que a UPN.

Una última cuestión a tener en cuenta es la importancia de Tafalla y Lizarra en el cuadro general. En caso de que EH Bildu no se adjudique estas ciudades y requiera del PSN, la llave de ambos ayuntamientos será una herramienta de presión para un Partido Socialista que necesita sus votos para investir e Chivite y querrá presionar para quedarse, además, con Iruñea. Del mismo modo, una investidura de Moleón o Iso con votos de la derecha, sin duda, irradiaría inestabilidad a otros ámbitos.