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Billy Bragg, la sofisticada furia y el compromiso del cantautor que quiso ser The Clash

Con motivo del 30º aniversario de su disco debut seminal de 1983 -'Lifes a Riot con Spy vs Spy'-, Billy Bragg lanzará una edición especial el próximo 21 de octubre. Una oportunidad para recordar a un cantautor, activista, escritor y azote de los conservadores británicos.


A mediados de los 80, en aquella Gran Bretaña gris y humeante que gobernó la férrea Margaret Thatcher, irrumpió un cantautor que, respaldado por su voz y su guitarra eléctrica, azotó desde los escenarios de medio mundo a los conservadores británicos.

Su nombre corrió como un reguero de pólvora prendido y de esta forma, Billy Bragg, empezó a ser sinónimo de acordes políticos destinados a una sociedad y una izquierda necesitada de nuevos estribillos.

William Bragg nació en la localidad británica de Essex, en 1957. Por entonces, el punk campaba por las calles londinenses y Bragg -con apenas 20 años- recorría pubs y locales con su singular mezcla de punk, canción protesta y música folk.

En 1983 produjo y grabó su primer disco, 'Life’s a Riot with Spy vs. Spy' y desde ese mismo instante su voz y presencia se hizo habitual allí donde su conciencia y compromiso le recordaba que tenía que estar, sin preocuparse lo más mínimo por los efectos colaterales que su ideario socialista pudiera tener en su carrera musical.

De esta forma, su repertorio se hizo habitual en actos como las huelgas mineras que, en la primera mitad de la década de los ochenta , clamaron contra el gobierno Thatcher.

Su guitarra y voz también apoyaron la Revolución Sandinista; visitó la Unión Soviética cuando todavía figuraba en los mapas y siempre nos ha recordado que Gran Bretaña debe ser multicultural, abierta y fraternal, motivos más que suficientes para que su nombre figurase en la lista negra del partido fascista British National Party.

En su ruta se ha manifestado abierta y rotundamente a favor del derecho a decidir de escoceses y galeses sobre su autodeterminación; participó activamente en las manifestaciones en contra de la intervención de su país, liderado en aquel momento por Tony Blair, en la invasión de Irak y su presencia fue habitual en la londinense Trafalgar Square, cantando o manifestándose contra las políticas de recortes del gobierno Cameron, o apoyando al 'Occupy Movement', contra la avaricia sin límites de banqueros y empresarios.

Tras la muerte de Margaret Thatcher, Bragg dijo: «La muerte de Margaret Thatcher es nada menos que un sobresaliente recordatorio de cómo Gran Bretaña se metió en el desastre en el que nos encontramos hoy. De por qué la gente trabajadora ya no puede ganar lo suficiente de un trabajo para mantener a una familia; de por qué existe una escasez de vivienda asequible decente; de por qué el crecimiento interno es impulsado por el crédito, y no por ingresos reales; de por qué los contribuyentes se ven obligados a complementar los salarios; de por qué un gobierno rencoroso busca penalizar a los pobres por tener una habitación extra; de por qué Rupert Murdoch llegó a ser tan poderoso; por qué el cinismo y la codicia se convirtió en el sello distintivo de nuestra sociedad. El único antídoto verdadero para el cinismo es el activismo».

'Life’s a Riot with Spy vs. Spy': Sutil, elegante y directo

Billy Bragg es autor de un puñado de excelentes discos. Comenzando con aquel 'Life’s a Riot with Spy vs. Spy' -que incluye temas todavía hoy imprescindibles en su repertorio como 'A New England'- y que se prolonga a través de 'Back to the basics', 'Talking to the taxman about poetry' -título extraído de un largo poema del poeta soviético Vladimir Maiakovski-, 'Workers playtime', 'The Internationale', 'Don’t try this at home' y 'William Bloke y Mermaid Avenue', un proyecto que compartió con la banda estadounidense Wilco y en el que recuperaron un buen puñado de letras y canciones apenas esbozadas por el gran cantante comunista estadounidense Woody Guthrie.

Para Bragg, Guthrie supuso la línea a seguir. Aquel cantautor estadounidense que durante el crack busatil recorrió las vías de ferrocarril de Estados Unidos y cantó acompañado de su guitarra, aquella que llevaba escrito 'This machine kills fascists' -'Estas máquina mata fascitas'- y cuyo nombre figuró en las listas negras del senador McCarthy.

Sobre el concepto de cantautor, el propio Bragg explicó que «la mayoría de los cantautores, cuando se suben a un escenario, quieren ser Bob Dylan; yo, sin embargo, soñaba con ser The Clash». A grandes rasgos, sus canciones alternan lo político y el  amor. Toda su discografía oscila entra la ternura de sus temas amorosos -'New England', 'She’s got a spell', 'The warmest room'- y la fuerza y pasión de sus temas más combativos -'There is a power in the Union', 'Help save the youth of America', 'I dreamed I saw Phil Ochs last night', 'The red flag', entre otros muchos.

En 1991 publicó 'Don’t Try This At Home', su primer disco con una banda al completo y que contenía uno de los temas que mayor popularidad le ha reportado, el muy vibrante 'Sexuality'. A este repertorio habría que sumar su impagable declaración de intenciones sonora cuando, respaldado con coros y orquesta, grabó 'The Internationale' y la emotiva versión que grabó de 'A New England' junto a la inolvidable Kirsty MacColl que, además de su repertorio propio, aportó su voz en colaboraciones con The Pogues, Talking Heads y The Smiths, entre otros muchos.

17 minutos para el recuerdo

Para celebrar el 30º aniversario de su disco debut seminal de 1983 -'Lifes a Riot con Spy vs Spy'-, Billy Bragg lanzará una edición especial el próximo 21 de octubre que comprende el álbum original remasterizado, además de una nueva versión en solitario en vivo de Billy grabada como un único bis en su show de London Union Chapel el miércoles 5 de junio de 2013.

'Lifes A Riot (30th Anniversary Edition)' contará con una carátula basada en la obra de arte original de Barney Bubbles de 1983 y estará disponible en CD, en una réplica de carátula de vinilo con carátula interior, limitada edición LP con funda interior y letra en vinilo de 180g con DL y digital.

Sobre este su primer disco, Bragg recordó que «tiene un lugar muy especial en mi corazón, siendo el primer paso en un viaje de 30 años que me ha visto viajar a lugares que nunca podría haber imaginado allá por el 83. Además, como son solo 17 minutos de duración, puedo tocar todo el álbum como un bis si me apetece; no es necesario reservar el Royal Albert Hall y la Orquesta Sinfónica de Londres».