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Paesa, otro agente del Estado que se lleva sus secretos vascos a la tumba

Tras anunciarse hace ya muchos años incluso con esquela incluida, parece que esta vez sí ha fallecido Francisco Paesa, agente del Estado español implicado en asuntos turbios como la fuga de Luis Roldán y posiblemente la guerra sucia en Euskal Herria, aunque él siempre lo negó.

Paesa, portada de ‘Vanity Fair’ en 2016. (‘Vanity Fair’)

El exespía español Francisco Paesa, que tuvo su momento de máxima popularidad en los años 90 cuando colaboró en la fuga del que fuera director de la Guardia Civil Luis Roldán, falleció el pasado 3 de mayo a las afueras de París, donde residía desde hace décadas, confirmó este martes a EFE el registro civil.

El fallecimiento de Paesa se produjo en la localidad de Bois-Colombes, una pequeña y tranquila ciudad dormitorio del norte de la capital y de algo menos de 30.000 habitantes, donde se instaló el ex espía hace unos años, informó a EFE una funcionaria del registro civil confirmando una información que adelantó eldiario.es.

Hace más de dos décadas, la muerte de Paesa ya se anunció incluso con esquelas en periódicos, pero luego «resucitó» e incluso colaboró en una película sobre su vida. Fue un intento aparente de borrar sus pistas, que llevan a múltiples asuntos turbios, incluida la guerra sucia en Euskal Herria.

Está acreditada su relación en los años del GAL con protagonistas como el policía José Amedo, pero Paesa ha negado hasta la tumba cualquier implicación en guerra sucia. Y como detalle representativo de la impunidad en que ambos se movieron, contó en ‘El Mundo’ que solo tuvo contacto con Amedo en un prostíbulo y que este se abrió la chaqueta, enseñó un «pistolón» y gritó «¡Yo soy el GAL|».

En su día se publicó que Paesa (entonces bajo la identidad falsa de Alberto Seoane) había sido utilizado por aparatos del Estado al menos para encubrir el terrorismo estatal. En concreto, habría coaccionado a una testigo, en nombre del Gobierno González, para no declarar contra los policías Amedo y Michel Domínguez.

El exespía ahora fallecido sí ha dejado correr, sin desmentirlas, acciones contra ETA de carácter «legal», que habrían dado lugar a caídas como la de Sokoa, en 1986. Según fuentes poco fiables como Rafael Vera, este sí condenado por el GAL, Paesa fue quien vendió a ETA misiles que estaban intervenidos por la Policía y llevaron hasta el zulo de Lapurdi y las detenciones consiguientes. Estos relatos ligan al agente secreto claramente con el cuartel de Intxaurrondo.

Caso Roldán

Sus secretos se van con él a la tumba, como el del resto de agentes del Estado en aquella época. Lo público y notorio es que Paesa, nacido en Madrid el 11 de abril de 1936, fue un estrecho colaborador de los servicios secretos españoles, presente en varios escenarios internacionales.

Pero su nombre saltó a la primera linea de la actualidad cuando en 1994 estalló el caso Roldán, en el que el entonces director de la Guardia Civil fue acusado del cobro de comisiones ilegales por la reforma de casas cuartel.

Paesa fue su testaferro, el hombre que le ayudó a ocultar esa fortuna en diversos paraísos fiscales, pero también quien le ayudó a huir del Estado español y quien, tras pactar con la Justicia española, reveló su paradero en Laos y le convenció para entregarse a cambio de una suma de dinero.

Roldán, fallecido en 2022, le acusaba de haberse quedado con todo ese dinero mientras él purgaba una pena en prisión.

Las fechorías de Roldán, cabe recordar, también se iniciaron en Euskal Herria, puesto que fue delegado del Gobierno en Nafarroa en los primeros años del Gobierno González.

Con la intención de hacerse olvidar, Paesa publicó en 1998 una esquela con su propia muerte en el diario ‘El País’, pero en 2004 ‘El Mundo’ reveló que seguía vivo.

De «muerto» a Zinemaldia

Tenía cuentas pendientes con la justicia española, pero aún así estuvo inscrito en el Consulado español en Francia, aunque al momento de su muerte ya no lo estaba, indicaron a EFE fuentes diplomáticas. Paesa aseguraba que contaba con la protección de los servicios secretos franceses, con los que también llegó a trabajar.

Su historia quedó retratada en 2016 en la película "El hombre de las mil caras", de Alberto Rodríguez. Una película que llegó a proyectarse en Zinemaldia, con un tono pretendidamente sarcástico. Paesa reapareció en medios a raíz de este filme, aunque su director matizó que «es un personaje fascinante cuya moral no comparto. No creo que haya hecho un héroe de un villano».