«No hay ningún superviviente que pueda borrar de sus recuerdos ese trauma»
Keiko Ogura (Hiroshima, 1937) es intérprete, escritora y una de las activistas por la paz más respetadas de Japón. Tras la muerte de su esposo, director del Museo Memorial de la Paz de Hiroshima, fundó organizaciones para promover la paz y contra las armas atómicas.
Keiko Ogura tenía poco más de ocho años de edad cuando hace 78 años Estados Unidos lanzó desde el Enola Gay la bomba atómica que destruyó Hiroshima a poco más de dos kilómetros de su casa mientras ella estaba jugando en la calle una fresca mañana de agosto. Ahora, a sus 86 años, Ogura, fundadora de la organización Hiroshima Interpreters for Peace, lleva décadas impartiendo conferencias por todo Japón en escuelas, universidades y centros cívicos para que las jóvenes generaciones japonesas no olviden el horror que sufrieron.
En la cumbre del G7 celebrada el pasado mes de mayo, durante la visita de los líderes del grupo al Museo de la Paz de Hiroshima, Ogura fue elegida entre todos los supervivientes para guiar y reunirse en privado con los líderes de los siete países más desarrollados. Aunque los detalles de las conversaciones no trascendieron, medios japoneses filtraron que la veterana activista les pidió que hicieran lo posible para que no se vuelva a lanzar jamás otra bomba nuclear.
¿Qué les dijo a los líderes del G7 para disuadirlos de evitar el uso de las armas nucleares en el futuro?
La celebración de la cumbre del G7 en Hiroshima fue un gran paso: siempre quise que los líderes de los Estados con energía nuclear vinieran a Hiroshima a conocer la realidad del bombardeo atómico. Aunque no espero resultados inmediatos, conocer la realidad para entender la diferencia entre armas nucleares y armas convencionales ya es algo. Hice lo posible para transmitirles el mensaje y que escucharan una historia de una superviviente: no hay ningún superviviente que pueda borrar de sus recuerdos este trauma. Mucha gente, como yo, en lugar de odiar al enemigo se culparon a sí mismos por no poder ayudar o salvar a sus hijos o a la gente de su alrededor. Les expliqué, por ejemplo, que tengo muchos traumas desde ese día: se supone que no hay que dar agua a las personas que están sufriendo después de producirse el impacto, pero yo no lo sabía; a mi alrededor algunas personas que huían de los efectos de la bomba me pidieron agua y yo les di de beber, y dos de ellos cayeron muertos ante mí. Este trauma lo llevaré siempre conmigo y nunca lo podré borrar.
Además de este trauma, de lo que no se habla quizás suficientemente es de la discriminación que sufrieron los «hibakusha», las personas supervivientes, tanto por parte de las autoridades como por parte de la población…
Poco después del fin de la guerra se impuso una censura férrea por parte de Estados Unidos que nos mantuvo en silencio. Nos dijeron que no le dijéramos a la gente que estábamos en Hiroshima en ese momento, ya que si contábamos que habíamos presenciado el bombardeo atómico nadie querría casarse con alguien que hubiera estado expuesta a la radiación.
Las madres no podían decírselo a sus hijos porque estaban muy preocupadas por qué tipo de resultado negativo podría surgir en el futuro para sus hijos y sus nietos: estaban muy asustadas y nadie se atrevía a decir que había sobrevivido a la bomba nuclear. También fue muy doloroso ver cómo bebés que sufrieron el impacto de la radiación de la bomba atómica antes de nacer nacieron con retraso mental o, en muchos casos, con cáncer. Todavía hoy nos preguntamos por qué tuvo que morir tanta gente en un instante: son cosas que nunca podremos olvidar.
«Se está recurriendo a las armas nucleares para lanzar amenazas y el hecho de que exista la posibilidad de que sean utilizadas es aterrador»
¿Cree que la cumbre del G7 en Hiroshima impulsó la abolición de las armas nucleares?
Se dio un pequeño paso que muchos supervivientes de la bomba atómica aún creen que es muy pequeño: es necesario que se ejerza más presión para la abolición de las armas nucleares. Hay que reconocer que lo primero que hay que hacer es conocer la realidad, y este es un primer paso para la paz. El hecho de que los líderes del G7 vinieran al Museo de Hiroshima y conocieran de primera mano esta realidad es un gran paso adelante y fue muy bueno que así sucediera. En esta cumbre también me di cuenta de la importancia del papel que están jugando los medios de comunicación, por lo que siempre pido que trasladen a la ciudadanía de sus propios países el testimonio de una superviviente como yo.
¿Qué siente ante la posibilidad de que en Europa se puedan utilizar armas nucleares en un futuro cercano?
Da mucho miedo, porque se está recurriendo a las armas nucleares para lanzar amenazas y el hecho de que exista la posibilidad de que sean utilizadas es aterrador, sea una bomba atómica o una táctica. Sea cual sea su tamaño da igual: será el comienzo del colapso del mundo y para mí es, de hecho, muy aterrador.