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Jon Barrutia
Presidente de la Comisión de la Memoria Socioeconómica del CES

«El reto demográfico reclama centralidad en la agenda política»

Pese a valorar «positivamente» la situación socioeconómica de la CAV, el informe del Consejo Económico y Social (CES) ha detectado varios puntos de preocupación, en el que destaca el reto demográfico. El encargado del estudio, Jon Barrutia, ha explicado a NAIZ los factores a tener en cuenta.

Jon Barrutia, presidente de la Comisión de la Memoria Socioeconómica del CES (Monika DEL VALLE | FOKU)

Hace ya unas semanas que el Consejo Económico y Social (CES) presentó la Memoria Socioeconómica de la CAV de 2022 en la que analizó la situación y realizó algunas consideraciones y recomendaciones. A pesar de que, en líneas generales, hacía una valoración positiva, el CES constató algunos puntos débiles y retrocesos a tener en cuenta, como el aumento de la desigualdad, la pérdida de empleo en la industria, el difícil acceso a la vivienda o la demografía.

Con el fin de entender mejor cuál es la situación y saber hasta qué punto llegan las preocupaciones, NAIZ ha conversado con Jon Barrutia, miembro del CES y presidente de la comisión encargada de realizar el informe.

¿Cómo definiría la situación socioeconómica de la CAV?

Para empezar, hay que tener en cuenta que el informe se ha elaborado según los datos de 2022, por lo que no hay que mezclarlo con lo que llevamos de 2023. Además, la valoración está consensuada entre todas las representaciones de la sociedad vasca que concita el CES (empresarios, sindicatos, empresas de diferentes sectores...). Dicho esto, por el momento, la situación socioeconómica la CAV la vemos sólida. Se dan tres factores que son importantes: un dinamismo económico que se podría calificar de alto; un conglomerado institucional que incardina bastante bien con el dinamismo económico; y una sociedad dispuesta a ir asumiendo los diferentes retos. Por lo tanto, el diagnóstico en general es positivo.

Por supuesto, el CES también tiene la función de detectar puntos de atención o de preocupación. En el informe señalamos varios, pero hay uno en el que llevamos insistiendo: la demografía, en el que, además, se pueden desplegar luego preocupaciones diferentes.

«Reflexionamos sobre si, teniendo en cuenta nuestra sociedad, se debería cambiar el concepto básico de la demografía»

Así es, se lleva tiempo hablando del reto demográfico. Sin embargo, no parece que se estén poniendo en marcha medidas. ¿Cuál es realmente la situación y qué consecuencias podría tener?

Durante bastantes años la inmigración ha permitido tener un saldo poblacional positivo, pero en 2022 ya no, y la ciudadanía cada vez tiene mayor edad. Es un punto débil de la CAV. Es un tema muy difícil porque es muy transversal, y se distribuye en muchísimos factores. Tiene implicaciones en pensiones, en salud, en la solidaridad intergeneracional, en la organización del trabajo, la emancipación, los diferentes modos de familia... No todo se tiene que ver como un problema, sino que se puede ver como oportunidades.

En la sociedad vasca, y pensando en el medio y largo plazo, sí que lo consideramos un elemento a importante que reclama centralidad en la agenda política. Existe la estrategia 2030 que quiere abordar y poner en el centro el reto demográfico, pero creemos que la sociedad en general tiene que reflexionar sobre este punto. Esto exige una concienciación de la población, y creo que la sociedad todavía no somos suficientemente conscientes.

En el CES hemos reflexionado sobre si se debería cambiar el concepto clásico de demografía. Hasta ahora, en las sociedades occidentales, siempre hemos jugado con la tasa de reposición del 2,1 por familia. Pero, ¿realmente hay que seguir manteniendo eso así? O, tal y como está ahora mismo nuestro modo, nivel y esperanza de vida, ¿hay que pensarlos de otra forma? Vivimos más, vivimos mejor y tenemos muchísimo más conocimiento. Esto nos hace más productivos y, por ello, es posible que esa tasa de reproducción pueda ser menor que 2. Esa reflexión cada vez la hacen más demógrafos.

«Hay que sopesar si en ese paso que está dando la industria vasca hacia la servitización está permitiendo mantener empleos de calidad»

En el informe destacaban que la CAV sigue siendo competitiva a nivel exterior y que en 2022 había mantenido el crecimiento en un 4,4%, aunque en 2023 veía una «ralentización». Sin embargo, señalaban como motivo de preocupación la pérdida de puestos de trabajo en la industria, así como su peso.

Esto es importante, porque Euskadi siempre ha tenido, vocacionalmente además, un perfil industrial. La industria de la CAV es una industria que en el ámbito tecnológico juega bien en el mercado exterior, y hay que tener en cuenta que se trata de un mercado muy duro porque los requisitos de competitividad son muy elevados. Por lo tanto, es una industria que tiene fuerza, en la que es de destacar que la media y alta tecnología están muy presentes y la innovación también.

Ahora bien, lo que de alguna manera estamos diciendo desde el CES es que estamos viendo una pérdida de puestos de trabajo directos de la industria tradicional. Se podría decir que Euskadi está dando un paso hacia la servitización, es decir, de una industria más productiva a otra de servicios avanzados a la industria. Y eso en sí no está mal, pero creemos que hay que reflexionar sobre si esa transición está permitiendo mantener empleos de calidad.

En la Unión Europea ya hay cierta preocupación por la pérdida de productividad y la dependencia exterior. ¿Esto preocupa también en la CAV?

Euskadi ya ha tenido en algunos momentos problemas en la cadena de suministros. No es una comunidad importante en el ámbito de las materias primas, y si a esto le sumas que las materias intermedias están deslocalizadas, se pueden generar problemas en la cadena de suministros que delimitan la productividad. En este ámbito somos muy dependientes del exterior, como lo somos en el ámbito energético. Nuestra dependencia energética ronda por encima del 90%, frente a la de algo más de 70% del Estado y un 50-60 de la media europea. Esto no se tiene mucho en cuenta, y hay que tener cuidado.

También mostraban cierta preocupación por que los mecanismos burocráticos están dificultando la eficiencia de los fondos europeos. ¿Qué está ocurriendo?

Estamos hablando de muchísimo dinero público y en el que Europa ha desarrollado un procedimiento delegado en los Estados, pero que es muy garantista. Esto implica que todas las administraciones públicas tengan que responder, y se crea una tensión en la gobernanza multinivel. Esto a veces choca con el dinamismo de la propia sociedad. Además, en este momento, hay más demanda que recursos disponibles.

Desde el CES entendemos que son recursos muy importantes y que es una magnífica oportunidad que se nos da como miembros de la Unión Europea. Hay que poner atención para que el modo de gestión, que está generando dificultades burocráticas, no impida el uso eficaz de esos fondos. Todo va más lento de lo que debiera ir, hay un problema de ritmo, que estamos a tiempo de corregir. No podemos dejar pasar este tren.

«En el tema de la vivienda y la emancipación, además de medidas a largo plazo, quizá es el momento de pensar en acciones quirúrgicas»

El acceso a la vivienda es otra de las cuestiones que preocupa...

En el informe situamos la vivienda como un reto permanente. Valoramos positivamente el Plan Director 2021-24 y el Pacto Social por la Vivienda. Sin embargo, creemos que no se está poniendo el foco en los colectivos que quieren emanciparse, mayoritariamente jóvenes. Además de medidas a largo plazo, quizá es el momento de insistir en la necesidad de acciones quirúrgicas para solucionar esto. En una valoración general, en el CES utilizamos esta frase que generó mucho consenso: «Necesidad de atender a los colectivos con dificultad de acceso a la vivienda y de facilitar la emancipación de la juventud y el desarrollo de los proyectos vitales»

En el ámbito de la desigualdad y la cohesión social, la CAV está en una situación bastante mejor que el Estado español y Europa. Pero aun así, se ha incrementado la desigualdad y 120.000 personas viven en situación de pobreza.

Partimos de que la de la CAV es una sociedad con niveles de cohesión social altos, y esto es importante. Esa sensibilidad de la sociedad hay que valorarla. Euskadi es una sociedad más igualitaria que la media del Estado y que está mirando de tú a tú a las sociedades nórdicas que son pioneras en ello.

Sin embargo, vemos que hay cierta tendencia a retroceder y por ello ponemos el punto de atención. En ello ha afectado el desequilibrio que generó la pandemia y está afectando la inflación.

¿Qué recomendación haría al conjunto de la sociedad?

Sé que se abusa mucho de este término, pero yo creo que es el momento de pactos sociales importantes para afrontar, con principio de realidad, el futuro inmediato y el futuro a largo plazo. Y ahí hablo de tres transiciones importantes: la demográfica, la digital y la ecoenergética. Tenemos que tener muy claro qué es lo que realmente queremos y a qué estamos dispuestos.

Por otro lado, me gustaría hablar de la salud. Estamos a la cabeza del Estado en gasto público por habitante. Hay que seguir valorando nuestra sanidad pública y hay que tener conciencia de lo importante que es tener un sistema de salud público cohesionado. Cuando digo valorar, me refiero a que hay que ser proactivos como ciudadanos a la hora de conservar lo que tenemos.