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Compás de espera en la batalla de los semiconductores

EEUU, Países Bajos y Japón llegaron a un acuerdo para restringir el acceso a equipos de alta gama para la fabricación de chips a China. La respuesta de Beijing fue limitar las exportaciones de galio y germanio. Los partícipes en el boicot no han dado nuevos pasos, ni siquiera los anunciados.

De izquierda a derecha, tarjetas gráficas fabricadas con tecnología EUV; Congreso Mundial de Semiconductores en Nanjing y procesador Intel Core de 13 generación para ordenadores portátiles. (EUROPA PRESS Y AFP)

A finales de junio Estados Unidos anunció que establecería nuevas restricciones a la venta de equipos para la fabricación de chips a China. Desde que en octubre del año pasado Washington dio el primer paso, el Gobierno ha tratado de que los principales productores de máquinas para la fabricación de semiconductores, Países Bajos y Japón, limitaran también sus ventas a China, especialmente de los equipos más novedosos.

Coincidiendo con ese anunció, el Gobierno nipón confirmó que había acordado con EEUU nuevas reglas que restringirían a los fabricantes japoneses de equipos, Nikon Corp y Tokio Electron Ltd, la venta de 23 tipos de máquinas para la fabricación de semiconductores. El Ejecutivo informó, asimismo, de que entrarían en vigor a partir del 23 de julio.

El Gobierno neerlandés, por su parte, también hizo pública la decisión de exigir a la principal empresa de maquinaria para fabricar semiconductores del país, ASML, una licencia para exportar equipos de impresión de ultravioleta profundo (DUV). La prohibición de exportar las máquinas más sofisticadas (EUV) estaba vigente desde hace tiempo. De momento, las nuevas restricciones carecen de fecha de entrada en vigor, aunque algunas fuentes señalaron que se implementarían a partir del 1 de septiembre.

Las nuevas reglas no llegan

En junio, el Gobierno estadounidense apuntó que a finales de julio se publicarían las nuevas reglas en la que incluiría algunas cláusulas que limitarían todavía más la venta a China de equipos fabricados en otros países. Para ello, la nueva regulación establecería restricciones a aquellas máquinas que tuvieran componentes estadounidenses, incluso aunque el porcentaje fuera pequeño.

De momento, el Departamento de Comercio no ha publicado ningún cambio al respecto. En cualquier caso, tampoco sería la primera vez que se anuncia una norma nueva que se cambia antes de que sea oficialmente rubricada.

Washington justificó su decisión de restringir las exportaciones de equipos para la fabricación de chips a China alegando motivos de seguridad nacional. El Ministerio de Exteriores chino protestó por esas restricciones y aseguró que seguiría de cerca los acontecimientos y que Beijing salvaguardaría firmemente sus «propios intereses». En toda esta batalla por controlar la producción de semiconductores, conviene subrayar que Países Bajos tomó la decisión de restringir la exportación de maquinaría con EEUU, al margen de la política comercial común de la Unión Europea.

Bruselas estableció en 1996 un régimen multilateral de controles a la exportación de armas convencionales y bienes y tecnologías de doble uso que se conoce con el nombre de Acuerdo de Wassenaar. Lo lógico hubiera sido que las nuevas limitaciones se hubieran tratado en ese marco, teniendo en cuenta que se plantea como una cuestión de seguridad nacional. Por otra parte, también conviene reseñar que apenas hay empresas europeas que exporten equipos para la fabricación de chips de alta gama, sin embargo, algunas compañías alemanas suministran láseres (Trumpf) y lentes (Zeiss) para estos equipos y lo más probable es que se vean afectadas por las limitaciones.

La respuesta china

La víspera del día de la independencia de EEUU y de la visita de la secretaria del Tesoro Janet Yellen a Beijing, el Gobierno chino anunció que a partir del 1 de agosto impondría controles a la venta al exterior de germanio y galio, así como a materiales que los contengan, mediante la exigencia a los exportadores de una licencia previa. La medida no vetaba la exportación pero la dificultaba y provocaba el nerviosismo en el resto del mundo, ya que China produce nada menos que el 60% del germanio y alrededor del 80% del galio.

Ambos metaloides se usan en la producción de semiconductores y en la industria militar. El galio se emplea en la fabricación de chips y dispositivos optoelectrónicos, y el germanio se utiliza en aplicaciones militares como dispositivos de visión nocturna y sensores de imágenes de satélites.

A la vista del uso de estos materiales, todos los analistas consideraron que se trataban de una contramedida con la que China respondía a las restricciones acordadas por Estados Unidos, Países bajos y Japón a la exportación de equipos para la producción de chips. Corrobora esta opinión el hecho de que los principales importadores de galio sean precisamente Japón, Alemania y Países Bajos, y los de germanio, Japón, Estado francés, Alemania y EEUU. La decisión del Gobierno chino afecta directamente a los tres países implicados en las restricciones a la maquinaria para producir chips.

En este sentido, el exviceministro de Comercio, Wei Jianguo, aseguró al diario “China Daily” que los países deberán prepararse si continúan presionando a China. Consideró la medida como «un golpe fuerte bien pensado» y aseguró que es «solo el comienzo».

A este respecto, la anterior contramedida china se tomó en mayo y fue de mucha menor envergadura: se limitó a prohibir la compra de chips de memoria al fabricante estadounidense Micron.

Un importante fabricante occidental de chips declaró a Reuters que la decisión sobre el galio parecía más un «mensaje de que pueden devolver el golpe, en lugar de dar un golpe real».

En este sentido, otros analistas han advertido que si China hubiera querido realmente golpear podría haber restringido, por ejemplo, las exportaciones de grafito. El gigante asiático produce alrededor del 61% del grafito natural mundial y alcanza el 98% del material procesado final, que es esencial para fabricar los ánodos de las baterías de los vehículos eléctricos.

En cualquier caso, el anuncio del Gobierno chino generó preocupación entre los analistas que señalaron que la escalada puede continuar con restricciones a la exportación de tierras raras, donde el dominio chino también es enorme.

Intel sigue en China

Pese a las restricciones y las presiones, el gigante estadounidense de chips, Intel, acaba de anunciar la creación de un centro de innovación en la ciudad de Shenzhen para el desarrollo de la inteligencia artificial, aplicaciones de chips y computación puntera. En el proyecto se ha asociado además con seis empresas tecnológicas locales.

La noticia llega dos semanas después de que Intel presentara un nuevo procesador diseñado para entrenar sistemas de inteligencia artificial que cumple con los requisitos que estableció el Gobierno estadounidense para que pueda ser exportado a China. Otra muestra más de que a pesar de las presiones políticas, China sigue siendo un mercado interesante para las empresas estadounidenses.

Casi simultáneamente, la empresa Shanghai Micro Electronics Equipment Group anunciaba que para final de año estará en condiciones de entregar una máquina para la fabricación de chips de 29 nanómetros, es decir, al mismo nivel que los equipos de las empresas punteras. Habrá que esperar hasta entonces para comprobar si es cierto o no. En cualquier caso, entregue o no el equipo prometido, la noticia subraya la inutilidad de las restricciones estadounidenses para frenar los avances tecnológicos; podrá retrasarlos pero los cambios llegarán.