INFO

Tiempos de silencio


Buena parte de la alquimia que encierra la obra maestra de Víctor Erice ‘El espíritu de la colmena’, parte de la fuerza que emana de la mirada testimonial de Ana Torrent y de sus silencios.

El silencio de la película es el propio espacio silente que se instauró después de la Guerra del 36, cuando no se permitía hablar de lo que estaban sufriendo quienes combatieron al fascismo. Un silencio que provoca confusión en el espectador, que tan solo puede aferrarse al punto de vista que guía al propio filme, el desconcierto de la niña. Ella no entiende lo que ocurre a su alrededor y aporta una perspectiva original que expresa las ideas prohibidas por el franquismo y que únicamente podían ser representadas de forma indirecta para eludir la censura.

Redescubrir la magia de ‘El espíritu de la colmena’ 50 años después de su estreno pasa por ser una cita ineludible con el poder evocador del propio cine y las criaturas que lo habitan.

De esta manera, el cineasta vasco supo cumplir el sueño que alberga quien se sienta en una sala oscura, cruzar al otro lado de la pantalla y ser partícipe de lo que acontece al otro lado y, aunque este espacio siempre cambiante tenga la apariencia de un cuento en el que los ogros no son el monstruo imaginado por Mary Shelley y que interpretó el director James Whale, sino ese silencio instalado en un entorno que parece haberse quedado inmovil en el tiempo.