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Santiago de Chile ha logrado reducir la contaminación un 75% en los últimos 30 años

Según Marcelo Mena, ministro de Medio Ambiente y profesor de la Universidad Católica de Valparaíso, la capital chilena redujo entre un 70 y un 75% su contaminación en las últimas tres décadas. Se considera una de las ciudades más contaminadas de América Latina.

La nube de contaminación difuminaba el horizonte de Santiago de Chile el pasado julio. (Martín BERNETTI | AFP)

Santiago de Chile redujo la contaminación en el aire entre un 70 y un 75% en los últimos 30 años, según ha explicado a la agencia AFP su ministro de Medio Ambiente y profesor de la Universidad Católica de Valparaíso. Este año una de las ciudades más contaminadas de Latinoamérica ha registrado el índice más bajo de polución desde 1997, cuando empezaron a medirlo.

Encerrada entre cerros, Santiago se transforma en el invierno austral en una gran olla a presión. Las bajas temperaturas y una menor ventilación impide que circulen los gases contaminantes, cubriendo la ciudad con una densa capa gris. El período más crítico es entre mayo y agosto.

En todo Chile se calcula que la contaminación atmosférica por material particulado fino causa alrededor de 3.000 hospitalizaciones y cerca de 4.500 muertes al año.

Sin embargo, en 2023 ha habido apenas 17 episodios de alerta frente a los 50 que se registraron en 2015, hace menos de una década y el año más contaminado en los últimos ocho.

La ciudad donde vive cerca de la mitad de los 19 millones de chilenos y que, según las mediciones de la empresa suiza IQAir, es la capital más contaminada de América Latina, ha instalado una gran red de estaciones de monitoreo. «Si no mides el problema, difícilmente vas a solucionarlo», dice a la AFP Marcelo Mena.

A partir de estas mediciones, que pocos países hacen en América Latina, Santiago adopta medidas cuando la contaminación alcanza niveles peligrosos para la salud: se restringe la circulación de automóviles y se paralizan las fábricas más contaminantes, entre otras acciones.

Santiago, considerada una de las ciudades más contaminadas de América Latina, alcanzó en 2023 la mejor calidad del aire desde que existen registros. (Martin BERNETTI/AFP)

Mediciones focalizadas

Una de las maneras para reducir la polución es la medición focalizada. En el jardín infantil Ichuac, un parvulario público del municipio de Peñalolén, en el este de Santiago, dos monitores de bajo costo miden la calidad del aire.

Si el indicador está en rojo significa que la contaminación ha llegado a un grado de riesgo para la salud humana, entonces se reducen la actividades físicas de los niños y se les pide a los padres y madres que apaguen los motores de los vehículos cuando recogen a sus hijos.

O también antes de barrer se rocían con agua los suelos, explica Alejandra Urrutia, la directora de la guardería.

La iniciativa beneficia a 104 niños que asisten a esta escuela, un oasis verde, con huerto e invernadero propios, en una sector pobre de la capital chilena.

Transporte eléctrico

Otra forma son los 2.000 buses eléctricos con los que cuenta Santiago, poco más de un tercio de la flota. Otros 2.600 son «ecológicos» o con norma Euro VI de emisiones.

«Esta flota pone a Santiago como la ciudad fuera de China con mayor cantidad de buses eléctricos, una modernización que se traduce en menos contaminación, menos ruido y otras ventajas», destaca el ministro de Transporte, Juan Carlos Muñoz.

Las autoridades proyectan que para 2040 todo el transporte público de la capital chilena será eléctrico, aunque también cuenta con una red de metro de 140 km, seis líneas y 136 estaciones. El ferrocarril se alimenta exclusivamente de fuentes de energías renovables.

Prácticamente todo el parque automotor –de más de seis millones de vehículos– tiene convertidores catalíticos que reducen emisiones.

Sin embargo, la electrificación del sector particular avanza mucho más lenta. Menos del 1% de los autos que hoy circulan por la ciudad son eléctricos.

Calefacción eléctrica

Dentro del plan de descontaminación, Santiago prohibió el uso de la leña en los hogares. Aun así, en las zonas vecinas a la ciudad todavía se emplea ese material, lo que contribuye en un 38% a la contaminación, de acuerdo con el Ministerio de Medio Ambiente.

Por su parte, el Gobierno promueve mediante subsidios el recambio a calefactores eléctricos, más eficientes y baratos respecto de los que funcionan a gas natural o queroseno. Además, ha recortado el precio de la tarifa eléctrica, eliminando un sobrecargo que se cobraba en invierno.

Hoy, uno de cuatro hogares en Chile usa calefacción con electricidad, según estima Mena.

Chile también impuso desde 2007 normas de construcción para disminuir el uso de los calefactores, entre ellas la instalación de ventanas dobles o el uso de materiales especiales que contienen por más tiempo el calor.

Pero si se quiere seguir avanzando en reducir la contaminación, Santiago debe tomar medidas más ambiciosas que reduzcan, por ejemplo, las emisiones del sector transporte e industrial, que «siguen siendo altas», advierte Nicolás Huneeus, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia. «Las medidas no son suficientes para mitigar los episodios críticos de aquí a 2050», sostiene.