Baluarte dibuja el futuro: playa en Iruñea y gadgets tecnológicos
En veinte años, la vida ha cambiado una barbaridad: una pandemia, otras guerras, migraciones globales, el planeta que se nos rebela... Veinte son también los años que ha cumplido Baluarte, el auditorio y palacio de congresos de Iruñea. En lugar de mirar atrás, ha optado por regresar al futuro.
Hace veinte años, que concretamente se cumplirán el 30 de octubre, la pareja formada por Elena de Borbón y su entonces marido Jaime de Marichalar inauguraban en Iruñea el Baluarte, el edificio diseñado por el arquitecto navarro Patxi Mangado. Dos décadas después, de aquella fotografía inaugural, en lo político hay evidentes cambios –de aquel Miguel Sanz de UPN hemos avanzado a la socialista María Chivite–, la pareja Borbón está rota y la sociedad navarra ha evolucionado. Como todos, evidentemente. Incluso se puede decir que lo ha hecho el Baluarte.
Asentado en pleno corazón de Iruñea, junto al casco antiguo y sobre el antiguo Baluarte de San Antón –está integrado en el edificio y forma aparte de las antiguas murallas–, este palacio de congresos y auditorio de factura muy contemporánea se ha asimilado con la ciudad. Con forma de L, su silueta, que de fuera parece como concentrada en sí misma, se abre a una plaza en la que recibe a los visitantes. Desde Sanfermines anda celebrando el veinte aniversario de su apertura con una programación que se prolongará hasta noviembre y que ha apostado por ser abierta, novedosa, callejera y participativa... también imaginativa, porque transformar su sala de exposiciones en una playa con hamacas y chiringuitos en donde ver películas clásicas (fue del 18 al 27 de julio pasados, se llamó Zinema Beach) no es muy clásico que se diga. Un disfrute; además, ya se sabe lo que les pirria una playa a los navarros.
Agitar la coctelera
«Con ‘Baluarte 20 años’ lo que hemos querido es agitar la coctelera, hacer cosas distintas que nos permitiesen también abrirnos a nuevos públicos. También a los que ya vienen, pero sí a nuevos públicos, porque todavía hay gente por llegar y por abrir las puertas de nuestra casa», explica Paula Noya, directora de Infraestructuras Culturales de NICDO-Baluarte.
Las siglas corresponden a Navarra Impulsa Cultura Deporte y Ocio (NICDO), la empresa pública que gestiona y coordina estas infraestructuras y sus programaciones en el herrialde, y cuyo eje de trabajo incluye desde el centro Larra-Belagua hasta el Navarra Arena, pasando por el Planetario o la Filmoteca Navarra. También Baluarte, evidentemente, con una Paula Noya centrada en la parte más cultural de esta estrategia coordinada. «El gerente es Ramón Urdiain, que está mucho más directamente en la actividad y en todo lo estratégico, y yo estoy más con el Baluarte, el Planetario y el área de cine, todo en base de una filosofía de trabajo muy transversal; es decir, que lo que impacta en el Baluarte impacte también en las otras infraestructuras», explica.
‘Baluarte Veinte! Vente! Zatoz!’ es el título de los actos de este 20 aniversario: «El pistoletazo de salida fue con los juegos artificiales [en Sanfermines], aunque es verdad que todos los años celebramos los fuegos en la azotea. A la gente que compraba su entrada, la recibimos con una copa de champán y pusimos un photocall especial un poco como: ‘Bienvenidos a los fuegos y que además sepáis que estamos de cumpleaños, que cumplimos 20 y queremos celebrarlo con todos vosotros y vosotras’». Luego llegó Zinema Beach, el ciclo de verano de cine que organiza la Filmoteca Navarra, y que este año se ha convertido en más veraniego que nunca. «Se programaron clásicos como ‘Regreso al futuro’ y ‘ET’ y la gente vino disfrazada, vestida de playa e incluso hay quien vino en bicicleta con la cesta. Fue fantástico».
Los viernes de agosto, en la terraza exterior, se han programado cuatro conciertos –Gatibu y El Columpio Asesino, entre otros– y el 22 de este mes, en la plaza del Baluarte (20.30 horas, 3 euros), la Orquesta Sinfónica de Navarra y el Orfeón Pamplonés ofrecerán una velada musical al aire libre con repertorio de música clásica y popular.
«Será la primera vez que salgan a la plaza y será también el típico concierto de música clásica en el que todos estaremos aplaudiendo porque nos conoceremos todas las canciones. Busca ser un concierto participativo y muy abierto también para que los nuevos públicos, como los más pequeños, para que vean que la música clásica no es para nada ni tiene que ser elitista, sino al revés».
El cierre de la programación del aniversario llegará los días 11 y 12 de noviembre en la sala de la muralla con el colectivo interdisciplinar Tundra, que visitará por primera vez la capital navarra para presentar propuestas de arte multimedia que incluyen performances audiovisuales, instalaciones de luz y sonido, arte generativo y experimentos multimedia de vanguardia. «Es una oferta que generalmente no tenemos en la casa y que nos gustaba también para experimentar aprovechando este aniversario como un guiño hacia el futuro, hacia las nuevas artes escénicas y cómo experimentar con ellas. Nosotros hemos puesto el foco en tener una programación muy especial y muy distinta con el ánimo, además, de que, si tenía éxito y si tenía respuesta, que sean ciclos que lleguen para quedarse a futuro», reconoce Paula Noya.
A diez años vista
Aniversarios o fechas redondas como estas suelen convertirse en un momento de inflexión. De hecho, en el caso del Baluarte también coincide con la puesta en marcha del Plan Estratégico 2023-2030, su hoja de ruta para el futuro y que han basado en cuatro ejes: sostenibilidad ambiental, digitalización, accesibilidad e identidad. Son planes que, hace dos décadas, podrían parecer hasta de ciencia ficción, porque la mayoría están basados en el uso de las últimas tecnologías. Un ejemplo: la prueba piloto con mochilas vibratorias que se va a realizar estos días con público con discapacidad auditiva. Las mochilas se encargan de registrar las frecuencias de la música y transformarlas en vibraciones que “escucharán” los usuarios. Si gustan, se quedarán.
«El aniversario nace para celebrar y agradecer, pero también es poner la mirada y hacer un ejercicio de autorreflexión, de autocrítica y de hacer balance: ‘Esto se ha hecho muy bien, aquí se podrían haber hecho mejor, para hacerlo mejor necesitamos esto y queremos estar aquí dentro de 10 años’ –reflexiona Noya–. Y estar aquí donde estamos ahora dentro de diez años es lo mínimo, porque Baluarte está considerado como una insignia cultural y hay que seguir manteniendo esa posición a nivel estatal e internacional».
Datos: hasta el 31 de mayo pasado, en estas dos décadas han pasado por aquí 6,7 millones de personas, de las cuales 3 millones asistieron a espectáculos o conciertos y otras 3.6664.970 a congresos, reuniones, ferias, exposiciones o jornadas. «En 2023 estamos en cifras récord, sobre todo de grandes congresos, que son los que más cuesta movilizar y aquí si hay una gran competencia internacional». Más de la mitad de asistentes proceden del llamado turismo de congresos, una actividad económica que revierte en muchos otros sectores de la ciudad. ¿Por cierto, Donostia o Bilbo son competencia? «Hay una complementariedad y una competición sana», contesta Paula Noya con lo que se adivina una sonrisa.