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La ONU asegura que se podían haber evitado la mayoría de los ya 20.000 muertos en Libia

Con ya 20.000 muertos, la ONU denuncia que se podría haber evitado semejante balance. En una catástrofe relacionada con el calentamiento del agua del mar, pero debida sobre todo a la falta de mantenimiento de las infraestructuras, ya en tiempos de Gadafi, y al caos político tras su derrocamiento.

Vista aérea de un barrio costero de Derna. (AFP)

La cifra de muertos solo en la ciudad libia de Derna (este de Libia) a causa de las devastadoras inundaciones registradas el lunes al paso de la tormenta Daniel podría aumentar hasta los 20.000, ha alertado el alcalde de la localidad, Abdulmenam al Gaizi.

El primer edil de la ciudad, que tenía 120.000 habitantes antes del desastre y era la cuarta más poblada del país norteafricano, ha explicado que estos cálculos derivan de los enormes daños registrados en varios barrios de Derna, que ha sufrido la práctica destrucción del 25% de sus casas e infraestructuras, ahora bajo el agua.

El jefe de la Organización Meteorológica Mundial, dependiente de la ONU, Petteri Taalas, ha asegurado desde Ginebra que «la mayoría de las víctimas podrían haberse evitado» señalando la desorganización ligada a la inestabilidad política que sufre Libia desde hace años.

Tras el derrocamiento y muerte del líder Muamar Gadafi en 2011, auspiciado por el Estado francés de Sarkozy, Libia se sumergió en un caos total al saltar por los aires los frágiles equilibrios tribales y clánicos con los que el coronel cimentó su poder durante cuarenta años.

Libia cuenta con dos gobiernos paralelos, el de Trípoli (oeste), reconocido por la ONU, Occidente y Turquía, y el de Tobruk (este), amparado por Rusia, Egipto y los Emiratos.

Ya en tiempos de Gadafi

El alcalde de Derna ha asegurado que la presa de la ciudad, que reventó poco después de que otra situada río arriba se derrumbara por la presión del agua, llevaba sin mantenimiento desde 2008, tres años antes de la caída de Gadafi.

Las dos presas, situadas a pocos kilómetros de las áreas habitadas, vertieron 33 millones de litros de agua en el centro de esta ciudad, arrastraron hasta el mar barrios enteros y los cuatro puentes que atraviesan el río del mismo nombre.

El ministro de Aviación Civil del Ejecutivo de Tobruk, Hichem Chiuat, asegura que las aguas en la costa «devuelven constantemente decenas de cuerpos» de personas arrastradas al mar Mediterráneo por la súbita inundación.

Los expertos coinciden en que el rápido derrumbe de estos embalses se debió al mal estado de sus infraestructuras, la falta de medidas de seguridad y la ausencia de mantenimiento.

El Gobierno de Bengasi (este) asegura que otra presa, la de Wadi Jazah, situada entre Derna y la capital oriental de Libia está «bajo control» y al 6% de su capacidad aunque los equipos técnicos instalaron nuevas bombas hidráulicas para aliviar la presión.

Horas antes, las autoridades de los tres municipios situados en las inmediaciones alertaron de su posible colapso tras comprobar varias fisuras y pidieron a su población abandonar el lugar ante el temor a repetir una nueva catástrofe.  

Alta temperatura del agua

Las tormentas mediterráneas como Daniel que tienen características de ciclones y huracanes tropicales, llamadas «medicane» (contracción de «mediterranean» y «hurricane», ocurren de una a tres veces al año.

Para formarse, necesitan flujos de calor y humedad, «reforzados por las temperaturas cálidas de la superficie del mar», subraya la meteoróloga Suzanne Gray, de la Universidad de Reading, en Gran Bretaña.

Este verano, las aguas superficiales del Mediterráneo oriental y del Atlántico están entre dos y tres grados centígrados más calientes de lo habitual. Por lo tanto, «probablemente hayan provocado precipitaciones más intensas», coincidieron varios científicos en una reunión del National Climate Impacts de de Gran Bretaña.

Los expertos no se atreven a aventurar si esos «medicanes» serán más frecuentes en el futuro y tampoco a establecer vínculos directos entre fenómenos meteorológicos individuales y el cambio climático a largo plazo.

Pero Lizzie Kendon, profesora de ciencia climática en la Universidad de Bristol, tiene claro que la tormenta Daniel «ilustra el tipo de inundaciones devastadoras que podemos esperar cada vez más en el futuro» a medida que el mundo se calienta.

No es una catástrofe natural  

Pero el tiempo no lo explica todo.

«Los acontecimientos que se desarrollan en Libia nos recuerdan que no existe ningún desastre natural», señala Leslie Mabon, profesora de sistemas ambientales en la Open University de Gran Bretaña, al evocar la grave crisis política y la duplicidad de ejecutivos que padece Libia.

El alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk, ha instado a los dos gobiernos libios que superen los bloqueos y divisiones para garantizar la ayuda a la población.

Pese a la urgencia de esta situación, las autoridades enfrentadas del este y oeste del país no han logrado coordinar una estrategia conjunta

Ayer miércoles, tres días después del paso del ciclón comenzó a llegar la ayuda internacional a una región en la que se han registrado ya 34.000 desplazados a causa de las inundaciones, incluidas 30.000 solo en Derna, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Hasta el momento, las autoridades asentadas en el este del país han cifrado en al menos 5.200 los fallecidos, si bien fuentes del gobierno de unidad de Libia, con sede en la capital, Trípoli, han elevado a 6.000 las víctimas mortales.