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Elkarrizketa
Aitziber Urtasun
Cooperante en Cisjordania y activista por los derechos humanos

«No es tan simple como una guerra entre Israel y Hamas»

Aitziber Urtasun, responsable del Departamento de Educación Estética del Museo Oteiza, lleva años aplicando al arte en contextos de vulnerabilidad, en este caso con niños y niñas de Cisjordania, de donde regresó en septiembre y donde fue testigo del caldo de cultivo de la actual crisis en Palestina.

Aitziber Urtasun, cooperante en Cisjordania y responsable del Departamento de Educación estética del Museo Oteiza. (Jagoba MANTEROLA | FOKU)

Aitziber Urtasun regresó el pasado septiembre de Cisjordania, en su segunda experiencia en los campos de refugiados palestinos. Anteriormente ha llevado su trabajo en la educación social en contextos de vulnerabilidad a Lesbos, Kios Atenas, Bosnia o Sáhara Occidental, entre otros lugares, pero también lo hace en Iruñea con colectivos como las personas migrantes. Trabajando con ONG locales, este año ha vuelto a los campos de Askar y Balata, en Nablús, para trabajar con niñas y niños y adolescentes, con los que trata de aliviar el estrés y la ‘mochila psicológica’ a la que se enfrentan por una relación permanente con la violencia y la muerte. Subraya que lo que ocurre en Cisjordania tiene relación directa con lo que ocurre en Gaza, y la importancia de no olvidar «que un Estado está ocupando y humillando durante años, asesinando diariamente» y generando un enorme cansancio en la población, que deja a los jóvenes la única opción de futuro de unirse a una milicia.


«Lo queramos entender o no, para ellos ese ataque a Israel y el hecho de que Hamas haya conseguido atravesar su seguridad ha aumentado su autoestima. Lo podemos ver como más violencia, pero están por la lucha pase lo que pase».


Este año su trabajo ha coincidido con uno de los momentos de mayor violencia en Cisjordania, cuando arreciaban las incursiones del Ejército israelí en Jenín o Nablús. ¿Cómo lo vivían?

En el anterior viaje la situación se empezó a agravar bastante, coincidió con que se hizo pública la creación de la milicia de la Guarida de los Leones. La violencia pasó a ser algo diario. De las incursiones del Ejército israelí por las noches pasamos a que la ciudad estuviese ocupada en pleno día y a no poder llegar o no poder volver de los campos. Estos días, algo que resuena en mi cabeza es esa definición de ‘guerra Israel-Hamas’, cuando realmente la situación es mucho más compleja que todo eso. Todo lo que ocurre en la Franja de Gaza tiene relación o influye directamente en lo que ocurre en la ciudad ocupada de Jerusalén o en Cisjordania y todo lo que ocurre en Jerusalén y Cisjordania tiene relación directa con lo que pasa en Gaza. Son hilos conductores. La nueva milicia representa un salto diferente. Son muy jóvenes, la mayoría menores de 25 años que surgen de esos campos en los que yo estoy trabajando. La mayoría están vinculados a familias de Fatah pero dicen claramente que van a defender Palestina al lado de cualquiera y ahí están Hamas y la Yihad Islámica. Como otras milicias en Ramallah o Hebrón tienen un acuerdo que coincide con el clamor popular de las calles que es ‘tenemos el derecho a defendernos y estamos juntos en esta defensa de nuestro territorio’.

¿Qué diferencias ha visto entre la experiencia del año pasado y este en la población y en los niños en particular?
En un periodo de menos de un año he notado un cansancio enorme y general en los adultos, en el mercado o entre el profesorado de la Universidad An Najah, por ejemplo. También una tristeza muy potente entre los niños. Varias de esas niñas y niños, unos 25, y de sus profesores han perdido algún hermano o algún padre en un periodo de tiempo muy pequeño. El cansancio psicológico del día a día es brutal, porque es rarísimo el día en el que no hay un entierro o un funeral, y no son funerales internos como los nuestros, son funerales públicos que hacen que la calle se bloquee, que los comercios se cierren, que la universidad no funcione, que la escuela también se cierre. Y eso hace que el día a día de la población civil esté permanentemente bloqueada, no solo por la violencia de las calles.



«En un periodo de menos de un año he notado un cansancio psicológico enorme en los adultos y una tristeza muy potente entre los niños. En ese tiempo varios han perdido algún hermano o algún padre»



Es un duelo permanente que las familias no tienen tiempo de gestionar.
Las familias palestinas son núcleos grandísimos en los que la muerte de un chaval de 25 años no solamente impacta psicológicamente en los padres y los hermanos, sino que son duelos muy expansivos y generan una tristeza atroz. Cuando hay un ataque de cualquiera de las milicias palestinas produce un castigo hacia toda la familia. Al día siguiente, el Ejército de ocupación entra en estos campos y destruye una casa que pertenece a la familia de un chico de estas milicias. Y bombardear una casa entera significa bombardear un bloque de cuatro pisos. El impacto que genera cada muerte es más extenso y complejo del que podemos llegar a pensar.


¿Qué expectativas de futuro tienen esos chavales con los que trabaja?
Yo no sé si en su cabeza existe el concepto de futuro. Son una tercera generación de niñas y de niños refugiados ocupados, humillados, que llevan oyendo esas historias no solo desde sus padres, sino de sus abuelas y abuelos. Son niños que nacen ya heridos. Sobreviven como pueden pero cuando empiezas a trabajar con ellos te das cuenta de esa fragilidad. En el primer taller que hicimos en Askar, íbamos a trabajar sobre la naturaleza y empezamos a dibujar unas hojas. Pues la mayoría pintó la bandera palestina sobre las hojas porque su día a día es mantener esa identidad palestina. En Balata, en el primer taller de dibujo libre, muchos dibujaron a mártires con su kufiya, su bandera y su fusil. Eso te hace tener una señal de alarma. Este año he visto la proliferación de juguetes vinculados a las milicias en las tiendas de Nablús. Se venden kalashnikov de plástico y la primera semana, al bajar al mercado, estaban unos chavales en la puerta de casa con esos kalashnikov de plástico.

Yo me dedico a la educación y  siempre hago ese análisis de lo que es el juego, que proyecta ese concepto de su futuro. Están proyectando que su ilusión va a ser entrar en esas milicias. Y no lo estoy juzgando porque entiendo y, además, defiendo el derecho a defenderse del pueblo palestino, pero hay que entender también lo complejo que es esto en la infancia. Para ellos, sus héroes son esos mártires y en muchas tiendas de souvenirs no hay pósters de jugadores de fútbol, sino de los mártires que ponen en su cuarto. Tengo que ser honesta, llevar el arte o llevar tus lenguajes para ayudarles un poco a respirar no va a hacer que esos niños cuando llegan a los 16 o 17 años no quieran incorporarse a una milicia de defensa, pero por lo menos puede hacer que psicológicamente lleguen un poco más armados a esa edad.


«He estado allí en el momento en el que asesinaban a un niño de 9 años, a una niña de 13, y no ha habido ninguna noticia. Si no contamos esa parte de la historia no podemos entender de forma clara lo que está ocurriendo ahora»



Porque, pese a todo, el nivel de educación es alto.
Eso es algo que poca gente conoce. En Askar y Balata, el 90% de las niñas y los niños llegan al Bachillerato y hay un porcentaje altísimo que va a la universidad. El problema es qué hay después de la universidad.

¿Cómo está influyendo en Cisjordania todo lo que está ocurriendo ahora en Gaza?
Es un pueblo unido. Muchas de las personas con las que sigo en contacto tienen familia en Gaza y han perdido familiares allí, y lo más terrible es que muchos no han podido contactar durante esta semana con familiares. Por otra parte, todo lo que está ocurriendo en Gaza va a influir y está influyendo en esa asfixia económica que ya sufría Cisjordania en los últimos años. Y creo que está pasando inadvertido que la violencia en las calles se ha acrecentado también esta semana. En el momento que nosotros estamos hablando ya estamos en 26 muertos en Cisjordania y seguro que ha aumentado.

Hoy ha habido una llamada clara de La Guarida de los Leones al resto de brigadas a unirse a esa lucha, y eso va a hacer que la violencia sea cada vez mayor. Porque, lo queramos entender o no, para ellos ese ataque a Israel y el hecho de que Hamas haya conseguido atravesar su seguridad les ha aumentado la autoestima. Lo podemos ver como más violencia y más muertos, pero ellos están por la lucha pase lo que pase, y ya hay movilizaciones en la calle. Tienen derecho a defenderse de una ocupación de 75 años.



«No sé si en su cabeza existe el concepto de futuro. Son una tercera generación de niñas y niños refugiados ocupados, humillados, que llevan oyendo esas historias que ya vivieron sus abuelas y abuelos. Son niños que nacen ya heridos».



Desde las instituciones europeas se sigue viendo y condenando como una lucha de Hamas contra Israel.  
Si eliminamos a la población civil es más fácil posicionarse. No hay un Estado democrático luchando contra un  grupo terrorista. De la misma manera que el sionismo no representa a todos los judíos, el pueblo palestino no es un pueblo construido desde el terrorismo y desde la asfixia a la mujer. Me parece muy importante la desmitificación de esos clichés del pueblo palestino y del pueblo árabe. El ámbito de la política y el del periodismo tenéis la responsabilidad de contar la historia desde todos los ángulos.

¿Cree que no se está haciendo?
Se han acreditado 400 periodistas para cubrir el conflicto de Gaza, pero es necesario dar más voz a los periodistas locales que están ahí los 365 días del año, a la gente que está cooperando, hablar con la gente de la calle no solo cuando les están bombardeando, sino cuando les están asesinando diariamente.  Pone los pelos el pelo de punta ver los datos de los niños que han sido asesinados estos días en Gaza y de los civiles en general, pero yo he estado allí en el momento en el que asesinaban a un niño de nueve años, a una niña de 13, y no ha habido ninguna noticia. Si no contamos esa parte de la historia no podemos entender de forma clara lo que está ocurriendo ahora y al final hacemos un análisis de que hay un grupo terrorista ante un Estado democrático y nos olvidamos de que un Estado está ocupando y humillando durante años, que está asesinando diariamente desde hace muchísimos años y que genera un cansancio y una falta de futuro que hace que al final la única opción que tengas como adolescente sea unirte a una milicia y coger un arma.

Les estamos dejando en mitad de la nada y creo que también tenemos que responsabilizarnos de todo eso. Principalmente, la estructura política, que esta semana está haciendo declaraciones de una simplicidad y de una reflexión absolutamente nula, y también un periodismo que no está metiendo las manos en el cajón para entender por qué está ocurriendo esto.