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¿Cuál es el límite de lo aceptable para nuestros gobernantes?


Israel tiene derecho a defenderse y criticar esta premisa es un acto antisemita. Apoyándose en este doble argumento, la Unión Europea, Scholz, Macron e incluso la izquierda alemana podrían, qué sé yo, apoyar la masacre continuada de la población de Gaza, la muerte de más de 5.000 niños y otros tantos adultos y la destrucción de la Franja en una gran operación de limpieza étnica.

Hace un par de meses, esta hipótesis podría haber sido motivo de debate. Hoy es una realidad fría como el cálculo militar. Me pregunto si la UE, sus Estados miembro, Gobiernos, partidos y ciertas izquierdas mantendrían sus posiciones si el genocidio israelí hubiera sido dos o tres veces más intenso. ¿Habrían tolerado 10.000 niños palestinos muertos en seis semanas? ¿15.000? ¿30.000? ¿Permitirían a Israel expulsar, en nombre de su seguridad, hasta el último habitante gazatí? ¿Colonizar la Franja? Hace una semana, ante el aumento de la presión internacional, el ministro de Exteriores israelí estimó que su Gobierno contaba con dos o tres semanas de «legitimidad», es decir, de apoyo estadounidense y europeo. Si la presión social hubiese sido menor, ¿le habrían consentido a Israel el uso de armas nucleares de poca potencia con el objetivo de, ya saben, «eliminar a Hamás»? ¿Dónde situarían los dirigentes europeos el límite de lo aceptable al Estado sionista? ¿Tienen un límite? Y si lo tienen, ¿cómo es que todavía no ha sido superado?

Gracias a la complicidad de nuestros gobernantes con el genocidio sionista, nos estamos adentrando en un mundo mucho más peligroso. El internacionalismo o, si se quiere, la decencia, obligan a estar al lado del oprimido, a denunciar al genocida y a sus cómplices, a intentar parar la masacre y a presionar por una salida democrática a este conflicto asimétrico provocado por la imposición de un proyecto colonial. Porque es lo correcto y porque, si no paramos esto, si queda impune, conoceremos más limpiezas étnicas.