El lehendakari entrecomilla sus obsesiones para endosárselas a Sortu
Iñigo Urkullu lleva ya semanas culpando al Plan Político 2023-2024 de Sortu de «generar un malestar social permanente para el asalto al poder» y en ese esfuerzo pone entre comillas sus propias obsesiones presentándolas como parte de un plan maligno diseñado por la izquierda independentista.
El 23 de septiembre de este año Sortu celebró su VI Conferencia Nacional en Arrasate, en la que cientos de militantes ratificaron el plan político para los dos próximos años. El 5 de octubre, en un foro organizado por ‘El Diario Vasco’, el lehendakari ya habló públicamente del documento de Sortu, para acusarle de «impulsar de manera artificial una conflictividad laboral y social en los servicios públicos. Es el ‘otoño caliente’ que algunos pronosticaban». Según la crónica del acto, Iñigo Urkullu habló de una estrategia «organizada y deliberada de huelgas y más huelgas». Y lanzó una pregunta: «¿Quién gana cuando se alimenta de manera artificial una falsa realidad?». Él mismo respondió que quien se beneficia es EH Bildu para obtener «réditos políticos».
El ‘Plan Político 2023-2024’ está dando mucho juego al lehendakari. Ayer, en otro acto del Grupo Vocento, esta vez de ‘El Correo’, volvió a mencionarlo. Aseguró que la actuación de «las fuerzas sindicales que se autodefinen como ‘mayoría sindical vasca’», responde a «una estrategia deliberada y, por cierto, coincidente también con el Plan Político de Sortu 2023-2024».
El lehendakari afirmó que «en ese Plan se establece una estrategia basada en términos como, abro comillas: ‘malestar social permanente’, ‘asalto al poder’ o ‘vía unilateral’. Debemos tenerlo muy presente Es una estrategia deliberada orientada a difundir una imagen social catastrofista y negativa de la realidad vasca que nada tiene que ver con la que vivimos».
Ninguna de las tres citas
No es la primera vez que el lehendakari «abre comillas» para hacer valer su palabra sobre este documento, pero si se le aplica un buscador a las 19 páginas del ya famoso ‘Plan Político 2023-2024’ no aparecerán los términos «malestar social permanente», ni «asalto al poder» y tampoco «vía unilateral» entrecomillados por Urkullu.
El documento sí que recoge, por ejemplo, que «la crisis social y económica está marcando la situación y el debate político», pero no lo reduce a la CAV, sino que a toda Euskal Herria dentro del marco estatal y europeo. Recoge las amplias movilizaciones habidas por la situación de Osakidetza, pero también «contra de la reforma de las pensiones del Gobierno francés». Y Sortu sostiene ante esta coyuntura que «el independentismo de izquierdas» «tiene que alentar la movilización social y darle dimensión política, para incidir en las políticas públicas y en la lucha cultural»; y también «proponer y defender en todas las instituciones medidas para proteger a la gente y defender los servicios públicos. Más allá de eso, tiene que seguir haciendo propuestas para otras políticas públicas, sociales y económicas». No parece observarse en ello nada de lo que el lehendakari pretende.
Tampoco hay mención al «asalto al poder», aunque cualquier partido esté legitimado para hacerlo. Lo que sí se puede leer es que «para conformar mayorías», aunque van en el buen camino, «tenemos que prepararnos aún más para poder dar ese salto: fortaleciendo EH Bildu y EH Bai». Y también se dice que «caracterizamos el proceso de liberación como un proceso basado en la acumulación gradual de poder, como un proceso gradual y dinámico que mejore día a día y en todos los ámbitos y niveles la relación de fuerzas con los Estados y haga que esa relación de fuerzas vaya cristalizando en conquistas jurídicas concretas».
Sobre el supuesto pecado de Sortu de abrazar la «vía unilateral» –como si fueran Junts– lo que se recoge en el documento es el objetivo de «articular un bloque histórico soberanista y progresista que materialice el proyecto de la soberanía, ya sea obligando a los Estados a reconocer nuestro derecho de autodeterminación, ya sea creando las condiciones suficientes y la relación de fuerzas necesaria para poder recorrer ese camino de manera unilateral». Y a esto añade «construir estructuras de Estado (conquistar espacios de soberanía material), para seguir haciendo país. Además, cuantas más estructuras de Estado tengamos, más pequeño será el salto que, en su caso, habrá que dar de manera unilateral». No parece un llamamiento a la toma del Palacio de Invierno.
La huelga feminista
En su discurso de ayer, el lehendakari repitió que el Plan –de septiembre– mencionaba la huelga de cuidados de pasado jueves, que el movimiento feminista llevaba meses trabajando. El viernes, en el Parlamento, fue más duro y le espetó a la portavoz de EH Bildu, Nerea Kortajarena, que «usted lleva al extremo del plan político de Sortu, que propone generar un malestar social permanente para el asalto al poder. Un plan político que anticipaba, entre otras cuestiones, la utilización de la huelga feminista para fines partidistas, para beneficio de su partido Sortu. No lo digo yo, lo dicen ustedes, lo tienen por escrito».
Lo que el documento recoge, de verdad, y en balance del curso pasado, es que «el movimiento feminista ha decidido traer a primera línea la lucha por el sistema de cuidados público y comunitario, y durante este curso quiere establecer un hito importante con la huelga feminista general». Y añade más adelante que «visibilizar el cuidado y reconocerlo como un derecho sería un salto cualitativo no sólo para las mujeres, sino para toda la sociedad. Hasta ahora hemos dado grandes pasos, y este curso político va a ser decisivo».
Las huelgas en general y la feminista en particular se han convertido en una china en el zapato del PNV. El todavía lehendakari, el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, y otros burukides lo han encuadrado dentro de la ofensiva en su contra. Olvidan que esa misma huelga se convocó y desarrollo también en Nafarroa.
Pero el lehendakari y su partido están empeñados en que sus males vienen de fuera, sobre todo de la izquierda independentista a la que, además, le dotan de una capacidad de control y manipulación social y política que está lejos de sus posibilidades. Y, entre tanto, Iñigo Urkullu y Andoni Ortuzar son incapaces siquiera de dar una versión única de cuándo supo el actual lehendakari que no repetiría como candidato del PNV.