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Lee Miller y las valientes e invisibilizadas fotógrafas en primera línea de batalla

Las mujeres fuera de la norma, las que, pese a las consideraciones sociales, se dedican a oficios tradicionalmente masculinos, no suelen tener buena prensa. Aunque trabajen en ella. De Lee Miller se habla de su vida novelesca, su belleza, de sus amantes, de su afición a la botella y a los extremos.

Llega ahora a las salas de cine «Lee», la película basada en el libro escrito por el hijo de Lee Miler y protagonizado por Kate Winslet, que también produce el filme.

«‘Trátame como a uno más de los chicos’», es la reveladora frase de la fotógrafa Lee Miller (Nueva York, 1907 - Chiddingly, Inglaterra, 1977) durante la época en la que viajó por Alemania con las tropas aliadas y fue testigo de la liberación de los campos de concentración nazis. Aunque las fotógrafas siempre han estado presentes en primera línea, su trabajo ha permanecido en gran medida invisible. Esto no tiene nada que ver con su talento y empuje, sino que se debe a la creencia de que las mujeres no tienen espacio en las zonas de conflicto», se puede leer en el catálogo de “Mujeres en primera línea: la fotografía desde Lee Miller a Anja Niedringhaus”, la exposición que ha dedicado el Photomuseum The Hague de La Haya (Países Bajos) a ocho mujeres hasta el pasado mes de noviembre.

Son, dice, «ocho fotógrafas que valientemente se mantuvieron firmes en situaciones peligrosas en el frente, desde la Guerra Civil española (1936-39) hasta los campos de batalla de Afganistán en 2014». A saber: son Lee Miller (1907-1977), Gerda Taro (1910-1937), Catherine Leroy (1944-2006), Christine Spengler (1945), Françoise Demulder (1947-2008), Susan Meiselas (1948), Carolyn Cole (1961) y Anja Niedringhaus (1965-2014).

Aunque sus fotografías han ocupado las portadas de importantes publicaciones internacionales, como la revista “Life”, “Le Monde” y “The New Yorker”, y han ganado galardones como la Medalla Robert Capa al valor o el premio World Press Photo, la mayoría son unas desconocidas para el público en general. Un ejemplo: el de Catherine Leroy. Durante la Guerra de Vietnam, Leroy superó por mucho en valor a los demás fotógrafos al situarse en el centro de la acción, ya fuera saltando de un helicóptero o arrastrándose por el suelo. Así logró obtener impactantes primeros planos de los jóvenes soldados. A pesar de ello, cuando se buscan en internet fotografías de la Guerra de Vietnam, solo aparecen los nombres de sus colegas masculinos.

DE GERDA TARO A LEE MILLER

El de Gerda Taro, la fotoperiodista que murió a los 27 años en el campo de batalla durante la Guerra del 36, es otro caso sangrante: pionera del periodismo gráfico, ella sabía que su trabajo se vendería mejor si iba firmado con el nombre de un hombre, y por eso firmó como Robert Capa, su compañero y socio.

Ambos retrataron y apoyaron a la lucha republicana, y resulta difícil saber qué fotografías son de uno o de la otra. Gracias a una investigación reciente, la de la famosa maleta hallada en México con numerosos negativos, se ha sabido por fin de la importante contribución de Gerda Taro.

El caso de Lee Miller también da una idea de las dificultades y trabas a las que se tienen que enfrentar las mujeres que se salen de las normas. Con un trauma infantil importante -fue violada a los 7 años por un conocido de su familia, quien le pegó la gonorrea con la que tuvo que batallar muchos años; se supo también que su padre la retrataba desnuda de niña-, es recordada más por su vida intensa y novelesca, y también por su belleza, que por su trabajo.

Descubierta para la moda con 19 años cuando paseaba por Manhattan, Lee Miller pasó de protagonizar portadas de “Vogue” como modelo -sin proponérselo, fue la primera mujer que publicitó tampones- a viajar a París para participar en el movimiento surrealista como compañera y musa del fotógrafo Man Ray y luego, tras dar un viraje total, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial comenzó a trabajar de freelance y fotógrafa de guerra para “Vogue UK”, tras fotografiar el Blitz (el bombardeo llevado a cabo por la Alemania nazi en Inglaterra durante los años 1940 y 1941).

Animada por David E. Scherman, el fotógrafo de la revista “Life”, Miller estuvo en primera línea, retratando la vida de los civiles mientras las bombas arrasaban con todo. Scherman, colega y amante, la fotografió a ella en el apartamento de Hitler dentro de su bañera, tras el anuncio de su muerte. La imagen corrió como la pólvora por los medios internacionales catapultando a Miller al estatus de icono del que goza en la actualidad.

Pero aquella mujer era más que eso: también documentó con su cámara el horror de los campos de concentración.

Por cierto, se definía a sí misma así: «Soy buena bebiendo, follando y tomando fotografías».

Tras el fin de la guerra, volvió a abandonarlo todo, tuvo un hijo, y la difícil relación entre ambos no se arregló hasta un año antes de que Lee Miller falleciera a consecuencia de un cáncer. Antony tenía una relación compleja con su madre, que no encajó bien en el rol de cuidadora que se le presuponía. Prácticamente desde que nació, el pequeño estuvo a cargo de Patsy, una niñera. Ahora es Antony Penrose quien cuida del legado de su madre.

«Existen muchas historias de chicas a las que les sucedieron cosas. Lee Miller era una mujer que hizo que las cosas sucedieran». Con esta frase de Kate Winslet se inicia “Lee Miller. Fotografías”, libro que la editorial Blume acaba de publicar en castellano.

La actriz también protagoniza “Lee”, la película basada en el libro “Las vidas de Lee Miller”, de Antony Penrose, que llega hoy a las salas de cine. “Lee” es, definitivamente, una película encabezada por mujeres: dirige Elen Kuras, una prestigiosa directora de fotografía estadounidense, produce Kate Winslet y, en el elenco, aparecen nombres como el de Marion Cotillard.