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Milei promete «una nueva era» y anuncia un duro «shock de ajuste» al asumir el cargo

Arropado por Zelenski, Bolsonaro y Abascal, y con presencia de Felipe de Borbón, Javier Milei ha jurado el cargo y ha sido vitoreado por decenas de miles de personas que aplaudían la prédica de recortes, que el ultra ha justificado con una catastrofista descripción de la herencia económica.

Javier Milei, junto a su hermana Karina, en el coche oficial que les condujo a la Casa Rosada. (Luis ROBALLO | AFP)

«No hay solución alternativa al ajuste. Tampoco hay lugar a la discusión entre shock y gradualismo. Todos los programas gradualistas terminaron mal (en la historia argentina) y todos los de shock fueron exitosos», ha advertido Javier Milei, en su primer discurso como presidente de Argentina.

El flamante jefe de Estado (que allí también lo es del Gobierno) no ha buscado suavizar nada lo que ya venía diciendo en la campaña. No ha habido vaselina discursiva, esa que los políticos tradicionales intentan utilizar para que sus objetivos parezcan menos ásperos a los oídos de los ciudadanos.

Con el respaldo de más de 14 millones de votos en unas elecciones con tres vueltas, Milei se siente reforzado en su dogma anarcocapitalista y furiosamente antiizquierdista, y en sus primeras palabras ha dado a la gente lo que la gente votó: anuncios de recortes masivos que podrían alcanzar el 15% del PIB, privatizaciones y una nueva retórica de mano dura.

«Que quede claro, empieza una nueva era», ha recalcado. Ha dicho que las reformas deberán ser «de shock», porque «si un país carece de reputación, los empresarios no invertirán hasta que el ajuste sea real, haciéndolo recesivo». Esto es: quiere exhibir ante los mercados que va en serio lo más pronto posible para tentar a inversores a que vengan a aplicar un bálsamo a un sufrimiento social que se promete draconiano.

Como justificación de lo que está por venir, Milei ha hecho una descripción pesimista de la situación socioeconómica de Argentina y ha acusado al peronismo de dejarle un país al borde de la hiperinflación. «Nos han arruinado la vida, nos han hecho caer por diez veces nuestros salarios (los sueldos medidos en dólares). El cuadro de situación parece irremontable», ha enfatizado.

«El desafío es titánico. Prefiero decirles una verdad incómoda antes que una mentira confortable. Ningún Gobierno ha recibido una peor herencia económico que nosotros», ha agregado, y ha prometido que «por primera vez en la historia» el ajuste recaerá «íntegramente en el Estado y no en el sector privado».

También ha hecho un guiño a los otros partidos (a los que necesitará para apoyar sus leyes en el Parlamento) al señalar: «No venimos a perseguir a nadie ni a saldar viejas vendettas (venganzas), ni pedimos acompañamiento ciego. Pero no vamos a tolerar que la ambición de poder interfiera con el cambio que los argentinos elegimos. Quienes quieran obstaculizar les aviso que no nos vamos a rendir».

Milei ha realizado su discurso en la escalinata del Congreso y no en el interior, al estilo estadounidense y a diferencia de la costumbre local. Decenas de miles de personas se han acercado a vitorearlo al grito de «libertad, libertad». De hecho, él ha concluido con un triple «¡Viva la libertad, carajo!”.

Luego se ha trasladado a la Casa Rosada, donde ha saludado a las visitas internacionales y representantes de la sociedad civil. El momento más especial allí lo ha protagonizado el abrazo efusivo que le ha dado a su par de Ucrania, Volodomir Zelenski, a quien le ha obsequiado un menorah (un candelabro judío de siete velas) y a quien le ha dedicado más tiempo que a nadie.

También han estado el rey español Felipe de Borbón; el líder de Vox, Santiago Abascal; el expresidente brasileño Jair Bolsonaro, y la diputada trumpista del Partido Republicano, María Elvira Salazar, entre otros representantes de la derecha radical global.