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La carretera entre Hendaia y Ziburu volverá a cerrarse durante varias semanas en primavera

El organismo institucional encargado del seguimiento del inexorable proceso de erosión que afecta al acantilado y que repercute en la carretera RD912 ha decidido que, como ocurriera ya a finales de octubre, la carretera que serpentea entre Hendaia y Ziburu cierre durante tres semanas en primavera.

Un sistema de balizado provisional está instalado en la carretera del litoral para recular la circulación en las zonas más sensibles. (Patxi BELTZAIZ)

El grupo de trabajo que reúne al Estado, al Departamento de Pirineos Atlánticos, a la Manciomunidad Vasca y al Sindicato de Movilidades del Aturri, así como a los municipios por los que pasa la llamada carretera del litoral -Hendaia, Urruña y Ziburu-, han adoptado un plan de acción ante el riesgo de que la erosión obligue a cerrar definitivamente esa vía.

La carretera departamental RD912 conecta Hendaia y Ziburu por la línea de costa. Es una infraestructura muy empleada  en la movilidad cotidiana entre Hendaia y Donibane Lohizune aunque, en los meses de verano, sirva además de reclamo turístico.

Por esa carretera pasan 9.000 vehículos diarios y hasta 16.000 en periodo vacacional.

Hay, sin embargo, otras dos vías de gran volumen que permiten hacer ese recorrido entre Hendaia y Ziburu-Donibane Lohizune.

Se trata de la carretera departamental RD910 que, partiendo de la muga de Behobia, enlaza con Donibane Lohizune por Urruña, y que es la elegida diariamente por unos 25.000 vehículos, y de la vía de pago A63 que registra en ese trayecto unos 45.000 vehículos cada día.

Aunque existe un autobús, la línea 3 de la red Txik Txak que gestiona la Mancomunidad Vasca, el vehículo particular sigue siendo con mucho la opción de transporte más utilizada.

Cierre de senderos en 2021

La erosión en el litoral ya obligó a cerrar tanto los accesos a los acantilados como los senderos que discurren junto a los mismos, lo que no obvia para que el goteo de caminantes, más o menos despistados, sea una constante en esa vía.

Luego se optó por hacer recular, con balizas provisionales, esa carretera en varios tramos, pero sin terminar de resolver la cuestión la propia sostenibilidad de la RD912.

De cara a facilitar la toma de decisiones, las entidades públicas afectadas encargaron un estudio sobre la movilidad en el sector de la carretera del litoral.

Un estudio, cuyo coste se estima en 224.000 euros y que está cofinanciado por las instituciones que integran el grupo de trabajo.

No se puede desplazar la carretera

El resultado que arroja ese estudio es claro en el medio-largo plazo ya que los expertos constatan que no será posible desplazar la departamental RD912 y proteger esa ruta de manera estable debido «tanto al ritmo de deterioro del litoral como a las limitaciones reglamentarias vinculadas a la Ley de Costas». El plazo que se baraja para contar con una ruta segura es de una década.

De ahí que, según el comunicado hecho público el 15 de diciembre por el grupo de trabajo, las entidades que se vinculan al mismo hayan trazado «un plan de acción» que tiene como objetivo prepararse para el escenario de la desaparición de la carretera departamental RD912.

Ese plan de acción prevé, de una parte, duplicar el actual servicio ferroviario entre Baiona y Hendaia, mejorar el servicio y periodicidad de la línea 3 de autobuses, y abordar mejoras en las vías ya existentes, lo que pasaría por encontrar soluciones al peaje de Biriatu en la A63.

Igualmente, se plantea dotar de mayor seguridad a la carretera municipal que enlaza por el interior Hendaia y RD912 a la entrada de Urruña -Glacière-.

Horizonte de una década

Ni expertos ni gestores políticos se atreven a descartar totalmente el riesgo de que una parte de la carretera del litoral se vea amenaza de derrumbe en la próxima década.

De ahí que, al igual que ocurriera a finales de octubre y principios de noviembre, hayan optado por un cierre temporal de tres semanas, que tendrá lugar en primavera, y que permitirá analizar tanto la situación de la vía como las decisiones que adoptan los automovilistas al tener que prescindir de esa ruta en sus desplazamientos cotidianos.

El cierre de este otoño tradujo en una fuerte la saturación de las vías alternativas, de por sí muy cargadas, dado que el desarrollo del transporte público acusa un retraso de décadas en ese eje.

La opción de cierre es criticada por los vecinos que viven o que desarrollan actividades económicas en los aledaños de la carretera del litoral –hay explotaciones agrícolas y ganaderas y un camping– y, a falta de alternativas, se convierte en un problema añadido para quienes deben desplazarse entre Hendaia y Donibane Lohizune y tratan de evitar a toda costa el pago de la A63, máxime cuando el tramo próximo a la muga es el más costoso.

En los últimos años se ha tratado de que la gestora de la A63 se avenga a liberar el peaje para los residentes en esa zona, pero las negociaciones con el operador privado Vinci, que han implicado tanto a consistorios como a la Mancomunidad Vasca, no han dado hasta la fecha resultados.

En función de las conclusiones que arroje la prueba que se llevará a cabo en primavera, el grupo de trabajo podría optar bien por solicitar una cláusula de excepción en la Ley de Costas para hacer recular «de forma puntual y moderada» la RD912 hacia el interior a fin de esquivar la zonas de acantilado más debilitadas por la erosión, o «cualquier otra medida de adaptación» en esos sectores de la ruta más amenazados, pero a sabiendas que con ello se conseguiría, a la sumo, poner a salvo esa vía «unos diez años».