Cambios transcendentales y realistas
Me gusta la idea de que esta legislatura no es una segunda parte de la primera de Joseba Asiron. Aquella fue arrolladora en ilusión, cambió para siempre la atmósfera de la ciudad, supuso un soplo de aire fresco y avanzó algunos proyectos que quedaron a medio camino. Hizo la ciudad de nuevo atractiva para sus habitantes y para los y las visitantes. En privado, hasta los más ultras aceptan algunas de sus mejoras –igual que, por otro lado, se puede celebrar el Paseo del Arga–.
En sus entrevistas el alcalde ha dejado claro que no se trata de cogerlo donde lo dejaron, sino de pensar en otros plazos y modelos. Pretenden asentar un cambio en la cultura democrática y desarrollar un modelo de ciudad propio. Casi nada. Ahora hay nuevas mimbres, pactos históricos en la capital y en otras instituciones que pueden acompañar los proyectos del nuevo equipo de Gobierno.
Esos proyectos que demanda Iruñea para renovarse, atender a los retos generales y crear una nueva cultura política que ponga a la ciudadanía en el centro van más allá de una legislatura. Cuidados, movilidad, juventud, vivienda, trabajo, ciudadanía… cada tema abre un mundo de necesidades y de posibilidades. Sin ir más lejos, adaptar o construir algunas de las infraestructuras y equipaciones de esas áreas requerirá más de cuatro años. Si no se asume ese principio de realidad, todo cambio positivo puede ser revertido apenas con un decreto. Desde Barack Obama a la Diputación de Gipuzkoa, en política hay todos los ejemplos que se quiera de esta realidad.
Gobernar con esa perspectiva transcendental y a su vez realista –contra la que se puede arrojar poesía, pero que en gran medida no es otra que la del espacio/tiempo–, exige ser inteligentes, buscar modelos de éxito, invertir con acierto y atraer talento. Imaginar, elegir, diseñar y ejecutar. Y contarlo bien. Acertar no es fácil y las opciones limitadas. En mi opinión, la mirada debe estar en el contexto europeo y tener en cuenta nuestra pequeña escala. Sin rendirse a los delirios de iluminatis, hay colectivos y personas expertas que son inspiradores y pueden ayudar.
Nuestra escala tiene algunas ventajas. Iruñea tiene la fortuna de no haber sido aún pasto de los fondos buitres, de la turistificación más salvaje y de la gentrificación. Debe blindarse contra estos males sin paralizarse. Por otro lado, tiene problemas serios de desigualdades y de falta de vertebración que hay que afrontar urgentemente.
Tras estos años de parálisis, arrancar de nuevo la ciudad va a suponer un gran esfuerzo. En general, es mejor ser autoexigentes con las propias fuerzas y cooperativo con las alianzas. Y magnánimo con los adversarios, aunque resulten desesperantes. Esta clase de liderazgo funciona, ya lo demostró antes el propio Asiron. En ningún caso se puede cambiar lo que hará el resto, solo ponerles difícil que lo hagan mal. Así ha llegado a ser alcalde, gracias a esa paciencia estratégica que tanto le está dando a EH Bildu.
Hay una acepción de transcendental que está relacionado con la mística, pero no responde a las necesidades del momento. Este cambio en Iruñea significa alterar a mejor las condiciones materiales y las relaciones de la gente. No hay tiempo que perder.