Exportar hielo glaciar a Dubai… ¿para ayudar en la transición ecológica de Groenlandia?
Una empresa ha empezado recientemente a exportar hielo puro de los fiordos de Groenlandia a los establecimientos más exclusivos de los Emiratos Árabes Unidos (UAE). Un viaje de 19 días y 9.000 millas náuticas cuyo impulsor defiende que es respetuoso con el medio ambiente.
Hay veces en las que todo se entiende literalmente al revés. Puede que esta sea una de ellas. Un empresario de Groenlandia ha puesto en marcha Arctic Ice, una sociedad que recoge hielo glaciar de los fiordos de la isla y lo mete en un contenedor rumbo a Dubai, en los Emiratos Árabes Unidos, para que quien quiera y pueda pagarlo pueda beberse un cocktail refrigerado con hielo puro mirando al desierto.
La historia la ha publicado ‘The Guardian’, que ha hablado con Malik V Rasmussen, cofundador de la empresa. Rasmussen se declara atónito por la lluvia de críticas que ha recibido su iniciativa en las redes sociales, algunas de las cuales «han rozado las amenazas de muerte».
Según explica, el hielo que utilizan lleva milenios comprimido, lo que hace que carezca por completo de burbujas y, por ello, se derrita más lentamente que el hielo normal. La web de la empresa lo adorna todo más: «El hielo ártico procede directamente de los glaciares naturales del Ártico, que llevan más de 100.000 años congelados. Estas partes de las capas de hielo no han estado en contacto con ningún suelo ni han sido contaminadas por agentes contaminantes producidos por actividades humanas. Esto convierte al hielo ártico en el H2O más limpio de la Tierra».
Que haya que quemar gasolina a espuertas para que un rico pueda disfrutar de esa pulcritud es algo secundario, según parece. Pero probablemente sea la clave de todo, porque sustraer un poco de hielo desprendido de los glaciares es lo de menos. Lo revelador es que pueda ser rentable meter ese pedazo de agua congelado en un contenedor y llevarlo hasta Dubai para que un rico se pueda sentir rico y diferente al resto del mundo.
Como contexto, el informe que anualmente publica Oxfam a las puertas de la COP denunció en 2023 que el 1% más rico del planeta genera tantas emisiones de carbono como los 5.000 millones de humanos más pobres.
«Hielo negro»
Rasmussen explica a ‘The Guardian’ cómo lo hacen. Cuentan con un barco con una grúa acoplada, la cual llevan a Nuup Kangerlua, el fiordo que rodea la capital de Groenlandia, Nuuk. Allí buscan icebergs desprendidos de glaciares conectados con la capa de hielo de la isla. Concretamente, buscan un tipo de hielo de las partes medias de los glaciares que no haya estado en contacto ni con el aire ni con la tierra. Se trata, según explica, de un hielo puro y transparente, más difícil de encontrar, al que se le suele llamar ‘hielo negro’.
Lo cargan en el barco con la grúa y lo llevan a Nuuk, donde cuentan con contenedores de transporte refrigerado. Al llenar uno, lo envían a Dinamarca con la naviera islandesa Eimskip. Allá se carga en otro buque de mayor tamaño y se lleva a Dubai, donde lo distribuye la empresa Natural Ice. En total, unos 19 días y 9.000 millas náuticas. O lo que es lo mismo, 16.668 kilómetros, con el consiguiente consumo de combustible.
¿Neutro en carbono?
Cuestionado por el diario británico acerca de las consecuencias climáticas de la empresa, Rasmussen alega que la primera parte del transporte es de baja intensidad de carbono. Lo defiende echando mano de la contabilidad, porque, al importar Groenlandia más productos congelados de los que exporta, la mayoría de contenedores refrigerados que llegan a Nuuk regresan a Dinamarca vacíos. Su hielo, argumenta Arctic Ice, ocupa un contenedor que de lo contrario haría el viaje igualmente, solo que vacío.
Sobre la segunda parte del viaje hasta Emiratos, asegura que se han comprometido a ser totalmente neutros, que calcularán su huella de carbono y que compensarán todo el exceso, ya sea mediante la captura y almacenamiento de carbono, ya sea mediante tecnologías emergentes que aspiran el CO2 del aire.
Es un plan sin concreción alguna, pero Rasmussen asegura que «tenemos esa agenda corriendo por la empresa, pero puede que aún no la hayamos comunicado lo suficientemente bien». Añade sin complejos que «ayudar a Groenlandia en su transición ecológica es, en realidad, para lo que creo que me trajeron a este mundo».
La cruda realidad de Groenlandia
Hay otra realidad que, como la de la crisis climática, resulta innegable en esta historia. Es la falta de perspectivas de futuro para la juventud en Groenlandia. De hecho, según asegura Rasmussen a ‘The Guardian’, el principal objetivo de Arctic Ice es generar actividad económica en Groenlandia, profundamente dependiente de Dinamarca, que cubre mediante subvenciones más de la mitad del presupuesto de la isla.
El problema es real, por tanto, aunque la solución sea un despropósito. «En Groenlandia ganamos todo nuestro dinero con la pesca y el turismo, hace tiempo que quiero encontrar algo más de lo que podamos sacar provecho», resume Rasmussen.