Bateragune, una operación de Estado frustrada en diez actos
Un ministro (Rubalcaba) y un juez de la Audiencia Nacional (Garzón) lanzaron hace 15 años y en un momento clave la operación contra los líderes de la izquierda independentista. El afán de incidir en el giro estratégico pinchó en hueso y otro tanto ha ocurrido con los objetivos menores posteriores.
Tras escribir su último capítulo en el Tribunal Constitucional español, el «caso Bateragune» queda para la historia como un inmenso fracaso de los aparatos del Estado, que no han logrado ninguno de sus objetivos, más allá del evidente castigo a cinco líderes de la izquierda independentista que pasaron más de seis años en prisión. Estos diez hechos y detalles vienen a resumir esta operación de sabotaje frustrada.
La redada llegó tarde al debate...
El 13 de octubre de 2009 la Policía española detuvo a Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Arkaitz Rodríguez, Sonia Jacinto y Miren Zabaleta en Donostia e Iruñea. En la misma operación son arrestados Rufi Etxeberria, Ainara Oiz, Amaia Esnal, Txelui Moreno y Mañel Serra, que quedarían en libertad tras pasar por la Audiencia Nacional. Las redadas se produjeron apenas horas después de que la izquierda abertzale hiciese público un documento para impulsar un inédito debate político en su seno. Solo los autores de la operación saben si querían impedir directamente esa discusión o si buscaban un objetivo menor como debilitar a los impulsores de ese cambio de estrategia y potenciar indirectamente a sus detractores, buscando así algún tipo de división.
Apenas un mes después, la Declaración de Altsasu, donde 110 representantes de la izquierda abertzale se comprometían con un proceso de carácter político y democrático. mostró el gran respaldo a la vía expuesta en aquel primer documento. Por lo tanto, la redada no logró abortar este paso adelante.
...y el juicio, a Aiete
El juicio se celebró en la Audiencia Nacional entre junio y julio de 2011. Para el recuerdo quedó la frase con la que cerró Otegi el interrogatorio del fiscal, Vicente González Mota. «Usted ha defendido aquí su tesis y yo la mía, pero entre las dos hay una diferencia: en estos dos años ha pasado lo que yo digo, no lo que dice usted». El cambio estratégico estaba en marcha y avanzaba pese a la operación orquestada por el Estado.
La sentencia, con 10 años de prisión a Otegi y Díez y ocho a Zabaleta, Jacinto y Rodriguez que luego rebajaría el Supremo, se produjo en setiembre. Aquellas represalias tampoco consiguieron condicionar la Conferencia de Aiete que se celebraría un mes después y el inmediato fin de la lucha armada.
El intento de criminalizar a la cúpula de la izquierda independentista no hizo mella en la opinión de la comunidad internacional. Kofi Annan no pudo estrechar la mano de Arnaldo Otegi por estar preso (quizá evitar aquella foto es uno de los pocos triunfos atribuible a esta operación), pero sí lo hizo con Rufi Etxeberria, que tomó muchas de sus responsabilidades en esa fase.
Sin fracturas
Al fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba siempre se le otorgaron dotes de astuto estratega, y parece obvio que con esta ofensiva trató de alimentar divisiones en la izquierda abertzale. En esta estrategia era pieza central esa vista oral, en la que Otegi y sus compañeros se veían forzados a retratar su posición política en terreno rival. El exministro trató, una vez más, de estrangular a la izquierda abertzale con aquel «o bombas o votos».
Sin embargo, la exposición pedagógica de Otegi sobre el cambio de ciclo estuvo más destinada a la opinión pública vasca que al tribunal español: «Hemos virado el trasatlántico de la izquierda abertzale», aseguró en sede judicial, donde recordó que salieron reforzados del proceso: «De cuatro o cinco hemos pasado a 313.000».
Rubalcaba, fallecido en 2019, no hizo rectificaciones al respecto, pero estas sí han sido evidentes en el caso del entonces presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, que incluso ha mantenido varios encuentros con Otegi. «Es un hecho objetivo que fue un político decisivo», ha dicho sobre aquel cambio de ciclo de hace trece años.
Otegi, revalorizado
Si aquel crecimiento electoral respondía al cambio estratégico, parecía lógico pensar que ligar la figura de Otegi a ETA dañaría la figura del ahora coordinador general de EH Bildu. El mantenimiento de la operación tuvo un objetivo político-mediático y el Tribunal Constitucional ha incidido ahora en ello al señalar en el titular de su nota informativa que sigue condenado por «pertenencia a ETA».
Pero la reacción ciudadana a su salida de la cárcel en 2016 fue reveladora, tanto con los recibimientos en Logroño y Elgoibar como por el posterior acto en el Velódromo de Anoeta. Como lo ha sido el refrendo obtenido para liderar primero Sortu y más tarde EH Bildu como coordinador general y máxima referencia. Y no solo Otegi. Zabaleta ha sido una pieza fundamental para el histórico acuerdo en Iruñea entre EH Bildu y el PSN y Rodríguez es el secretario general de Sortu.
Inhabilitación inútil
Subsidiriamente, el caso fue utilizado para imponer una inhabilitación a Otegi que le impidiera ser candidato a lehendakari. Hubo un intenso litigio jurídico en los momentos previos a los comicios de 2016 en la CAV. El tiempo, por el contrario, ha mostrado que en realidad ni siquiera esta batalla menor ha sido ganada por el Estado, puesto que Arnaldo Otegi situaba más su posición en responsabilidades de partido con proyección de futuro y de país y no en lizas electorales parciales.
Garzón se baja del carro
El que había sido instructor del caso en la Audiencia Nacional, el juez Baltasar Garzón, protagonizó una sonora rectificación pocos años después, al señalar que los hechos no habían dado la razón a las tesis acusatorias que intentaban situar a los condenados a las órdenes de ETA. «La condena que tiene debe de ser reconducida y tiene la posibilidad de hacer mucho más por la paz y por el desarrollo de la situación en el País Vasco fuera que dentro».
En un intento de lavarse las manos, indicó «yo fui el juez instructor. Había indicios, se procesó y se llevó a juicio». En los últimos años también ha subrayado que no debían ser juzgados de nuevo tras la sentencia europea.
Un caso político en la Europa del siglo XXI
La represión sostenida en el tiempo activó la solidaridad internacional e hizo a la vez que el Estado español desnudara sus modos antidemocráticos. Un buen ejemplo fue el veto impuesto a Angela Davis, una referencia mundial, para visitar a Otegi, que no impidió que la activista posara en señal de apoyo ante la cárcel de Logroño.
Derrota europea
La operación ha fracasado también en el exterior, no solo porque el proceso ha tenido la legitimación y acompañamiento de la comunidad, sino porque además el Tribunal Europeo de Derechos Humanos determinó que el juicio había sido injusto por parcialidad del tribunal encabezado por Angela Murillo. «A mi como si bebes vino». Esta es una de las frases de Murillo a Otegi en un juicio anterior, en 2010, en el que el líder independentista estuvo acusado de enaltecimiento. El Supremo ordenó repetir aquel juicio y llevo al TEDH a determinar que los cinco de Bateragune no habían tenido un juicio justo.
Dislate judicial final
Bateragune concluye además reflejando la capacidad de distorsión de los tribunales españoles. El Constitucional ha tenido que corregir el intento del Supremo de forzar un nuevo juicio con una maniobra totalmente anómala, puesto que ni los condenados lo habían planteado ni se puede juzgar dos veces a una persona por el mismo motivo (non bis in idem).
Y EH Bildu, al alza
«Empezamos solo cuatro o cinco y ya somos 313.000», dijo Otegi en aquel juicio de 2011, haciendo referencia a los comicios forales y municipales de unos meses antes. La realidad hoy es que EH Bildu ha roto incluso aquella marca, facilitada por un contexto político en el que emergían las expectativas de resolución, y tres elecciones análogas más tarde, en las del pasado 28 de mayo, ha sumado más de 366.000 apoyos, con la vista puesta en una nueva cita electoral: la que tendrá lugar en los próximos meses en la CAV.