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Aldo Rodríguez
Cirujano mexicano de Médicos Sin Fronteras en Gaza

«Fue muy impactante ver bebés con amputaciones a la altura de la ingle»

El médico cirujano mexicano Aldo Rodríguez entró en Gaza el 14 de noviembre. Hasta finales de diciembre trabajó en los hospitales Nasser y Al-Aqsa, donde realizó entre 20 y 25 cirugías diarias, la mayoría a niños. Denuncia los ataques a la población civil y el «infierno que viven 24 horas al día»

El médico cirujano de Médicos Sin Fronteras Aldo Rodríguez durante una intervención en Sudán en agosto de 2023. (MÉDICOS SIN FRONTERAS)

Aldo Rodríguez, cirujano mexicano de MSF, entró el pasado 14 de noviembre en Gaza, donde permaneció hasta finales de diciembre. En los hospitales Nasser, en Jan Yunis, en el sur de la Franja, y Al-Aqsa, en en centro de la Franja, atendió a cientos de civiles gazatíes con heridas de guerra, muchos de ellos niños de corta edad, incluso bebés, con amputaciones. El acrónimo en inglés Wcnsf –niño herido, sin familia superviviente– se ha convertido en un término habitual entre el personal médico, subraya Rodríguez en entrevista a NAIZ.

El tercer día de su estancia en Gaza, un misil cayó en un campo de refugiados situado a menos de un kilómetro del hospital Nasser. En menos de una hora, recibieron 120 pacientes, de ellos 70 fallecieron.

«En Gaza es la población civil la que se está viendo afectada mayormente.Para mí, fue muy impactante ver bebés con amputaciones a la altura de la ingle. Imagínate el cuerpo tan pequeño de un bebé o de un niño de un año sin una pierna, o con una fractura severa que probablemente acabe en amputación», remarca.

Denuncia también los bombardeos a centros de refugiados, hospitales, personal médico, ambulancias «en clara violación al derecho internacional humanitario».

Ayer, el Ministerio de Salud gazatí denunció el asalto al hospital de Al-Khair y la detención de su personal sanitario, mientras que la Media Luna Roja Palestina informó que fuerzas israelíes impidieron la llegada de ambulancias a dos zonas atacadas en Jan Yunis.

El 14 de noviembre consiguió entrar en Gaza tras más de un mes de espera en Egipto. ¿Con qué escenario se encontró?

Los bombardeos son audibles desde la parte egipcia de la frontera. Cuando entras en Gaza, son 24 horas escuchando drones de vigilancia y bombas. Es vivir en un constante estrés. Cuando estás dentro del quirófano, la carga de trabajo sirve para aminorar el estrés porque estás concentrado en los pacientes. Pero una vez que acabas el trabajo, lo sientes de nuevo porque los bombardeos son las 24 horas.

¿Cómo era su día a día en los hospitales Nasser y Al-Aqsa?

Tras entrar en Gaza por el paso de Rafah, nos instalamos en el hospital Nasser, en Jan Yunis. [En aquel momento se había convertido en el mayor hospital en funcionamiento en Gaza tras los ataques al hospital Al-Shifa, en Ciudad de Gaza].

Una semana después, nos trasladamos al hospital Al-Aqsa, donde estuve casi cuatro semanas como responsable de los quirófanos anexos que abrió MSF. Los hospitales están abarrotados de pacientes, de familiares, de refugiados.

Cuando tratas a heridos de guerra, primero se hace una cirugía primaria al llegar al hospital y a los tres o cuatro días se le somete a una nueva intervención en quirófano. A veces, con dos cirugías es suficiente, pero la mayoría de los pacientes necesitan entre tres y cinco cirugías. A estas operaciones programadas hay que sumar las de los pacientes que llegan a diario, por lo que la lista siempre está llena.

«El 90% de los pacientes que llegan presentan heridas de guerra. Hablamos de amputaciones,  de hemorragias intracraneales, de fracturas expuestas severas… ese es el pan de cada día en los hospitales»

Sobre las ocho de la mañana empezábamos a organizar los quirófanos y una vez que entraba el primer paciente, ya era un sin parar. En los quirófanos de MSF en Al-Aqsa atendíamos a unas 25 personas al día. Después, me incorporaba a los cinco quirófanos principales del hospital como apoyo a los cirujanos gazatíes para tratar de ayudarles en las urgencias de la tarde-noche y en otras cirugías programadas. Entre los del Ministerio de Salud y los de MSF, al día atendía entre 65 y 70 procedimientos.

¿Qué tipo de heridas atendió?

Casi el 90% de los pacientes presentan heridas de guerra severas producidas por los bombardeos. Hablamos de ataques muy intensos e indiscriminados, y de heridos con amputaciones de extremidades, de traumas craneoencefálicos, de hemorragias intracraneales, de fracturas expuestas severas… ese es el pan de cada día en los hospitales.

«Incluso las guerras tienen reglas; ni los hospitales ni el personal sanitario deberían ser atacados»

Quisiera remarcar que muchos de los pacientes son niños que llegaban prácticamente sin una pierna o un brazo, o mujeres con sus extremidades semiamputadas, las cuales ya no podíamos salvar, solo parar la hemorragia para salvar la vida.

El acrónimo inglés Wcnsf –niño herido, sin familia superviviente– se ha extendido entre el personal médico.

Es una realidad cada vez más común en Gaza. Cuando tratas de localizar a algún familiar para comunicarle cómo ha ido la cirugía, resulta que es el único superviviente de una familia de ocho, diez… miembros. Y aunque médicamente le puedas dar el alta, no tiene adónde ir ni ningún allegado. El personal médico y familiares de otros pacientes se hacen cargo de su cuidado. Es muy triste y lamentable.

Como integrante de MSF ha trabajado en otros escenarios bélicos y crisis olvidadas como Yemen, República Democrática del Congo o Burundi. ¿En qué se diferencia Gaza de estos otros contextos?

Sin duda, en que en Gaza es la población civil la que se está viendo afectada mayormente. Eso es lo que más me ha llamado la atención en comparación con otros escenarios bélico o crisis. Todos los pacientes que atendí fueron civiles. Nunca había visto tantos bebés y niños heridos.

«Desde la primera semana estamos asistiendo a una masacre de civiles, hospitales, ambulancias...»

Para mí, fue muy impactante ver bebés con amputaciones a la altura de la ingle. Imagínate el cuerpo tan pequeño de un bebé o de un niño de un año sin una pierna, o con una fractura severa que probablemente acabe en amputación. ¿Qué sabe del conflicto un niño? Son completamente inocentes.

Como médico y testigo directo, ¿cómo se siente cuando al principio de la ofensiva Gobiernos como el de Joe Biden pusieron en duda la cifra oficial de fallecidos y heridos?

Yo estuve allí, curé las heridas, cerré los muñones de las amputaciones a víctimas inocentes. Creo que la cifra oficial se queda corta. ¿Cuántos quedan bajo los escombros? Hay miles de personas aún debajo de los escombros porque no hay ni gasolina para las máquinas excavadoras.

«En Gaza es la población civil la que se está viendo afectada mayormente. Eso es lo que más me ha llamado la atención en comparación con otros escenarios bélicos»

Al tercer día de estar en el hospital fui testigo del ataque aéreo que se produjo a solo un kilómetro. Solo en una hora y media llegaron 120 pacientes y de ellos 70 o bien llegaron muertos o bien fallecieron en el área de Urgencias. Esto no suele ser habitual en este tipo de escenarios. Siempre hay gente que fallece, pero nunca es más del 50%.

Antes de irse, las personas que conoció en Gaza le pidieron que compartiera y difundiera lo que está ocurriendo.

Desde que llegué, tenían mucho interés en saber qué piensa la comunidad internacional, qué se sabe de Gaza. Los gazatíes se sienten olvidados, abandonados, que a nadie le importa el conflicto. Después de vivir cinco semanas con ellos, comprendo por qué se sienten así.

Desde la primera semana, estamos asistiendo a una masacre de civiles, hospitales, ambulancias...

El derecho internacional humanitario es claro. El de Israel es un Ejército oficial que conoce la Convención de Ginebra y todos sus protocolos y anexos. Incluso las guerras tienen reglas; ni los hospitales ni el personal sanitario deberían ser atacados. No se debería de impedir el abastecimiento de la población civil. Y eso es lo que está pasando en Gaza, donde hay filas kilométricas para conseguir pan, gas… Todo esto es una clara violación de los acuerdos de Ginebra.

«No importa que estés en el sur, en Rafah; un poco más al norte, en Jan Yunis, o en el área central»

No hay un lugar seguro, allá donde vayas vas a escuchar y sentir bombardeos, cómo tiemblan las paredes, los cristales. No importa que estés en el sur, en Rafah; un poco más al norte, en Jan Yunis, o en el área central. Estés donde estés, vas a estar en riesgo. No es lógico que desplacen a la población a un lugar que se supone que es ‘una zona segura’ y caigan misiles. No puedo entender cómo un misil puede caer en un centro de refugiados que mayoritariamente acoge a mujeres, niños, ancianos.

Cuando salimos me pidieron que, simplemente, relatara lo que había visto y vivido.   Mi intención es concienciar a la gente. En nombre de los gazatíes, de mis pacientes, de mis compañeros quisiera agradecer toda difusión, porque son ellos los que llevan más de cien días viviendo un infierno 24 horas al día.