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Una salida improbable al laberinto de UPN


Tras ganar tres elecciones pero no poder formar gobierno, los de Esparza enfrentan un congreso muy complicado. La estrategia de desgastar al PSN no ha dado los frutos deseados, la ruptura de Navarra Suma no le ha permitido construir alianzas con nadie y no solo no gobierna en Nafarroa, sino que ha perdido Iruñea y podría perder otros ayuntamientos importantes. Se supone que se han abierto a acuerdos con Geroa Bai, pero la coalición abertzale, que también está un poco tocada, jamás se acercará a UPN mientras siga siendo un partido netamente antivasco y euskarófobo. Sería un suicidio para los de Uxue Barkos.

Por lo tanto, si UPN quiere gobernar Nafarroa, puede seguir como hasta ahora, o puede aprovechar el congreso para convertirse en otra cosa. El problema es que pasar a ser un partido no antivasco, no euskarófobo, más dialogante y menos autoritario podría implicar su progresiva desaparición, tal y como le pasó a CDN. La apuesta sería arriesgada y el PP no le daría tregua: gran parte del electorado, la afiliación y los cuadros de UPN son rematadamente fachas.

Ya en clave utópica, se me ocurre que UPN, puesto a arriesgar, podría abrirse a buscar entendimientos con EH Bildu. Si pudieron Ian Paisley y Martin McGuinness, por qué no Laura Aznal y quien suceda a Javier Esparza. Los dos partidos podrían liderar un pacto de convivencia que implicara el reconocimiento y respeto de la existencia de Euskal Herria y de la plurinacionalidad de la sociedad navarra, así como el rechazo explícito de la euskarafobia, entre otras cosas. En definitiva, la reconciliación de la sociedad navarra. Un gran cambio de paradigma político y social. Merece la pena imaginarlo.

Ya sabemos que no va a suceder. UPN nació para lo que nació y la opción no está sobre la mesa, ni en la cabeza de nadie. Bastante tienen con renovar su dirección manteniendo la unidad y la cohesión, por lo que se intuye que seguirán insultando al PSN y a EH Bildu confiando en que Sánchez caerá más pronto que tarde.