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«Pamplonadas» y nervios

El alcalde de Iruñea, Joseba Asiron, y el presidente del NBB del PNV, Unai Hualde, el pasado 12 de enero. (AYUNTAMIENTO DE IRUÑEA)

No por nada se dice que los nervios, además de contagiosos, son malos consejeros. Tras el arranque de ayer, el candidato del PNV, Imanol Pradales, ha inaugurado esta mañana las entrevistas de campaña asegurando que le preocupan los cambios de opinión de Pedro Sánchez y el riesgo de que caiga en «la tentación de hacer una ‘pamplonada’». Ahí es nada.

«Pamplonada». Llamar al cambio en la alcaldía de Iruñea de este modo lo encasilla en el cajón de las ocurrencias, como si no hubiese sido el resultado de mucho trabajo, del deseo de una mayoría de la ciudadanía iruindarra y, por cierto, de su propio partido, que forma parte del equipo de gobierno municipal a través de Geroa Bai. Como si no hubiese sido algo bueno para el país que defiende Pradales.

¿Le pareció mal que el PSN cambiase después de tantos años su política de pactos y ayudase a descabalgar a Cristina Ibarrola de la alcaldía? Estoy seguro de que no. Con un poco de voluntad puede entenderse la intención del candidato: pinchar a sus socios del PSE, siguiendo una inmemorial tradición de las campañas al Parlamento de Gasteiz, y azuzar el miedo al auge de EH Bildu con el objetivo de movilizar y concentrar, de nuevo, el voto conservador.

Pero que, para ello, a alguien en la sala de máquinas jeltzale le parezca buena idea criticar el cambio en Iruñea –del cual, insistimos, forman parte– y situar al PNV en la misma trinchera que UPN y la derecha española, resulta bastante revelador. Igual que resulta clarificador que hablen de «asalto al poder» por parte del principal partido de la oposición a las puertas de unas elecciones. ¿Es democracia cuando ganan ellos y asalto cuando ganan otros?

Más que cualquier encuesta, son los nervios de Sabin Etxea los que indican que estamos ante unas elecciones diferentes en las que el mapa político podría dar un vuelco histórico.