El sistema de partidos ha entrado en crisis en Alemania
Las elecciones europeas han visibilizado el giro generalizado de la sociedad alemana hacia la derecha y el declive del tripartito del canciller Olaf Scholz (SPD). Ante la crisis política, la CDU habla de unos comicios anticipados casi imposibles, además de carecer de socio para gobernar.
El resultado de las elecciones ha puesto de manifiesto que el sistema político de la República Federal de Alemania (RFA) ha entrado en crisis. El auge de la neofascista Alternativa para Alemania (AfD) –que con casi el 16% se ha convertido en la segunda fuerza política– se ha producido a pesar de una fuerte participación en estos comicios.
64 de cada 100 ciudadanos con derecho a votar han acudido a las urnas, cuatro más que hace un lustro, y un récord desde que la Alemania unificada celebró sus primeras europeas en 1994.
Sin embargo, la élite de los partidos tradicionales mostró en la noche del domingo que sigue ignorando lo que ha pasado. El primero en expresar su ignorancia fue el canciller Scholz. Según un cartel electoral de su Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), él y su candidata principal, Katarina Barley, querían haber sido «las voces más fuertes de Alemania para Europa».
Preguntado por si quería comentar el nuevo récord negativo del SPD, el 13,9%, Scholz respondió con un escueto «nö», una corta versión muy familiar del formal «nein». Su secretario general, Kevin Kühnert, tuvo que dar la cara. «Lo que nosotros representamos lo rechazan algunas partes de la población», reconoció.
Otro descalabro sufrieron los dos socios de Scholz: los Verdes cayeron casi nueve puntos, quedándose en el 11%, mientras los liberaldemócratas (FDP) repitieron con ligeras pérdidas el 5,2% de 2019.
Sumando los puntos, el tripartito no llega ni a empatar con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Friedrich Merz y la Unión Social Cristiana (CSU) de Markus Söder. Los dos partidos hermanados se han reafirmado como la primera fuerza política, de nuevo con el 30% de los votos.
El primero en lanzar la idea de ir a elecciones anticipadas fue secretario general de la CDU, Carsten Linnemann. «En realidad él –Scholz– tendría que someterse a una moción de censura en el Bundestag», señaló el domingo.
Elecciones anticipadas
Desde entonces Merz, Söder y otros hablan de un adelanto electoral a pesar de saber que la Ley Fundamental no contempla la disolución del Parlamento antes de finalizar regularmente la legislatura excepto si el canciller solicita al hemiciclo la confianza sobre una cuestión específica y pierde esa votación.
No obstante, al jefe de Estado le queda la opción de pedir al jefe de la oposición que busque la mayoría absoluta de los diputados para terminar la legislatura. A su vez, el propio Merz podría presentar ya una moción de censura en el Parlamento. Si obtuviera la mayoría absoluta, sería canciller sin pasar por la urnas. Pero para dicha maniobra carece de los votos en el Bundestag y del mandato de la CDU/CSU.
Por lo tanto, hablar de elecciones anticipadas es una cortina humo que los cristianodemócratas han lanzado para no tener que tratar las futuras coaliciones con la AfD.
Estos comicios han pintado el mapa electoral en negro, color de la CDU, en el territorio de la antigua RFA y de azul (AfD) en el de la desparecida socialista República Democrática Alemana (RDA).
En el este, el partido ultra se ha establecido como primera fuerza política, también a nivel municipal. Es un augurio de lo que podría pasar en septiembre cuando se celebren elecciones regionales en Sajonia, Turingia y Brandenburgo.
A pesar de haber subido casi cinco puntos, la AfD se ha desmarcado de su candidato principal, Maximilian Krah. No formará parte de los 15 eurodiputados que buscarán ser readmitidos en el grupo ultraderechista Identidad y Democracia (ID) del que fueron expulsados por la Rassemblement National de Marine Le Pen después de que Krah alabara a las Wafen-SS.
Como quinta fuerza política se ha situado la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), con el 6% de los votos. Triplica casi el porcentaje de Die Linke (La Izquierda) que, con el 2,7%, se queda al borde de la extinción.
Que el giro hacia la derecha en Alemania va a durar, lo refleja el hecho de que la CDU y la AfD cuenten, cada una, con el 17% de los votos entre los jóvenes de 16 y 17 años, quienes por primera vez han ejercido el derecho a votar.