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El Ejército israelí destruye Gaza pero admite que no puede hacerlo con Hamas

El Ejército israelí admitió que «es imposible destruir a Hamas» y que probablemente los prisioneros tendrán que ser rescatados en una negociación, echando por tierra los dos objetivos con los que justifica la devastación de Gaza y sacando a la luz oro encontronazo con Benjamin Netanyahu.

Palestinos entre las ruinas de la ciudad de Jan Yunis. (Eyad BABA | AFP)


El portavoz del Ejército de Israel, Daniel Hagari, reconoció en una entrevista con el Canal 13 israelí que erradicar a Hamas de la Franja de Gaza es una misión imposible, a pesar de que este era uno de los objetivos con los que Israel trata de justificar la devastación de la Franja y la aniquilación de su población.

«Destruir a Hamas, hacer que Hamas desaparezca, es simplemente engañar al público», señaló Hagari después de ocho meses de devastación. «Hamas es una idea. Está arraigado en los corazones de la gente; quien piense que podemos eliminar a Hamas está equivocado», reconoció.

A su juicio, crear una «alternativa gubernamental» a Hamas aumentaría la presión sobre el movimiento islamista, «pero esa es una cuestión que corresponde al nivel político».

También opinó que probablemente muchos de los prisioneros israelíes serían liberados en un contexto de tregua y no en operaciones de rescate, contradiciendo así el otro supuesto objetivo de la ofensiva contra Gaza.

Sus palabras desataron la cólera inmediata de la Oficina del primer ministro, Benjamin Netanyahu, que recordó que «uno de los objetivos de la guerra (es) la destrucción de las capacidades militares y de Gobierno de Hamas». «Las Fuerzas de Defensa de Israel, por supuesto, están comprometidas con esto», añadió, subrayando la necesidad de una «victoria absoluta».

A su vez, el Ejército replicó que sus fuerzas trabajan «día y noche» para lograr esos objetivos y matizó que el portavoz se refirió a «la destrucción de Hamas como una ideología. Cualquier otra afirmación saca las cosas de contexto».

Se trata de un episodio más de fricción entre el cuerpo militar y Netanyahu. Ya el mes pasado, Hagari insinuó que la guerra no podría ganarse y que el Ejército tendría que volver de forma constante a zonas previamente «despejadas», a falta de un «plan de posguerra».Hace unos días, Netanyahu también corrigió el anuncio del Ejército del cese de hostilidades durante once horas diarias en una carretera en el sur de Gaza para facilitar la entrada de ayuda humanitaria. La calificó de «inconcebible» e insistió en que no afectaría a los combates de Rafah.

El primer ministro reconoció, además, que en estos ocho meses ha tomado decisiones «no siempre aceptadas por los líderes militares».

La brecha se suma a las tensiones en el seno del Ejecutivo y a la que separa a la sociedad israelí, más allá del consenso racista contra los palestinos, como las que se reflejan en las protestas que han vuelto a las calles esta semana.

Al menos cinco personas fueron detenidas ayer en uno de los bloqueos de carreteras para pedir un acuerdo con Hamas que facilite la liberación de los prisioneros.

Pero ni estas divisiones ni los señalamientos por parte de la ONU y buena parte de la comunidad internacional por los crímenes de guerra cometidos  paran las matanzas diarias. En Rafah, donde la Corte Internacional de Justicia ordenó detener la ofensiva, los tanques siguieron avanzando en cinco barrios y disparando contra los refugios y tiendas de los desplazados.

El Ejército sionista continuó destruyendo todo a lo largo de la zona fronteriza con Egipto y mató al menos a 35 personas más en ataques en Nuseirat y Deir al-Balah. También bombardeó con misiles Zeitun y los campamentos de Bureij y Al-Mawazi.

 




Relatores de la ONU avisan de la complicidad con el genocidio

 

Más de una treintena de expertos de la ONU reiteraron su demanda de un embargo inmediato de armas a Israel y advirtieron a los Estados y empresas que le siguen suministrando armamento de que «se arriesgan a ser cómplices de crímenes internacionales que posiblemente incluyen el genocidio». Esta eventual complicidad se ve agravada por la reciente orden de la Corte Internacional de Justicia de detener la ofensiva militar israelí en Rafah por riesgo, precisamente, de genocidio. «Puede considerarse que la continuación de las transferencias de armas a Israel proporciona asistencia consciente para operaciones que van en contra de las normas internacionales de derechos humanos y el derecho internacional humanitario», indicaron. Los firmantes aseguraron que el embargo debe incluir la paralización de la transferencia directa de armas y también a través de países intermediarios. Reclamaron a Boeing, Caterpillar y ThyssenKrupp que acaben con estas ventas, «incluso si se ejecutan bajo licencias de exportación existentes».