Alerta de OMM y ONU: los océanos absorben el 90% del calentamiento y el Pacífico se desborda
Los océanos han absorbido más del 90 % del calor excesivo acumulado por las emisiones de gases de efecto invernadero desde 1971 y ya está experimentando «cambios que serán irreversibles en los próximos siglos», advierte la Organización Meteorológica Mundial. Guterres también da la voz de alerta.
Los océanos han absorbido ya más del 90 % del calor excesivo acumulado por las crecientes emisiones de gases de efecto invernadero desde 1971, lo que genera cambios irreversibles.
Esta es una de las conclusiones del informe de la OMM sobre el estado del clima en el suroeste del Pacífico en el año 2023, presentado en Tonga (donde ya es martes 27 de agosto) por la secretaria de la entidad, Celeste Saulo, y el secretario general de la ONU, António Guterres, que está de visita en el país mientras se celebra el Foro de las islas del Pacífico.
Las islas paradisíacas del Pacífico peligran por el «desbordamiento» del océano, ha señalado Guterres, puesto que la subida media de los mares en todo el mundo se produce a una velocidad sin precedentes, pero el problema «viene hacia todos nosotros, junto con la devastación de la pesca, el turismo y la economía azul», sostuvo.
El documento indica que el deshielo en Groenlandia y en la Antártida, sumado a la alta absorción del calentamiento global por los océanos, está añadiendo agua a las grandes masas del planeta, que a su vez incrementan su temperatura y se expanden, lo que conduce a la subida de sus niveles.
«Se espera que los 2.000 metros superiores del océano sigan calentándose debido al calor excesivo acumulado en el sistema de la Tierra por el calentamiento global, un cambio que es irreversible en escalas temporales de siglos y milenios», adelanta el informe.
Las islas del Pacífico están en «primera línea» de la crisis climática por su alta exposición a los efectos de las emisiones de gases -a los que prácticamente no contribuyen-, incluyendo ciclones tropicales e inundaciones, y fenómenos como una erupción volcánica que generó un tsunami y una fuerte producción de vapor en 2022.
Entre 1993 y 2023, la subida global del nivel del mar mediana fue de 9,4 centímetros (cm), pero en el Pacífico tropical, en ese periodo, fue superior a 15 centímetros en algunos puntos, y en un escenario de calentamiento de 3 grados centígrados (acorde con la trayectoria de las políticas actuales), el nivel del mar en la región puede subir otros 15 cm entre 2020 y 2050.
Entre las consecuencias del calentamiento global, que las organizaciones instaron a frenar de inmediato, no solo está la subida del nivel del mar: también más intensidad y frecuencia de las olas de calor marinas, más calor en la superficie y en el contenido del océano, y más acidificación; cada fenómeno con sus propias ramificaciones.
«Hay crecientes preocupaciones de que algunas islas-nación se pueden volver inhabitables», alerta el documento, «con implicaciones para su reubicación, soberanía y condición de Estado».
«Se necesitan AHORA recortes profundos, rápidos y sostenidos en las emisiones de gas invernadero globales para mantenerse en una trayectoria de calentamiento a largo plazo de 1,5 grados», insta el informe, que considera necesario mejorar la adaptación costera e invertir en resiliencia en todo el mundo, «especialmente en las islas pequeñas».
Los Ángeles, Lagos, Shanghái, Bombay y Daca
Sobre este mismo tema, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha advertido en las últimas horas de la amenaza real de un deshielo de Groenlandia y el oeste antártico, que pondrían en peligro aglomeraciones como Los Ángeles, Lagos y las megaurbes asiáticas de Shanghái, Bombay y Daca.
Guterres se ha referido así al impacto de la crisis climática en la subida del nivel del mar durante un discurso en el archipiélago oceánico de Tonga, donde ya es martes, en el marco de la 53 cumbre del Foro de líderes de las islas del Pacífico, que están entre las más amenazadas por ese movimiento marino.
El secretario general, que ha hecho de la crisis climática una de las banderas de su mandato, da por descontado que se producirá una subida de un metro en el nivel del mar en el mundo, pero insistió en que depende de la acción humana «la escala, el ritmo y el impacto» de ese aumento.
«Los gases de efecto invernadero están cocinando nuestro planeta, y el mar se está llevando literalmente la peor parte: ha absorbido más del 90 por cien del calentamiento global en los últimos 50 años», reitera, ya que el agua «se expande al tiempo que se vuelve más caliente».
Este aumento del nivel marino arruina la industria pesquera, agosta los cultivos y contamina el agua potable -detalla Guterres-, y aunque sus consecuencias son más visibles en las pequeñas islas del Pacífico, que sufren una amenaza existencial, también afectarán a cerca de mil millones de personas, las que viven en «megaurbes costeras», entre las que ha citado a Los Ángeles, Lagos y varias megalópolis asiáticas.
Solo limitando el aumento global de las temperaturas a 1,5 grados, en línea con los compromisos de los Acuerdos de París, «tendremos una posibilidad de luchar para prevenir el irreversible colapso de Groenlandia y el oeste antártico». Ha especificado que eso «significa recortar para 2030 las emisiones actuales en un 43 % comparado con los niveles de 2019, y un 60 % en el horizonte de 2035".
La acción deben liderarla -subrayó el político portugués- los países del G20, que son «los mayores emisores (producen un 80 % de gases invernadero) y tienen la mayor capacidad y responsabilidad de ponerse al frente».
Esos países deben, primero, «cumplir sus promesas hechas en la COP28 de triplicar la capacidad de las renovables, duplicar la eficiencia energética y acabar con la deforestación para 2030» y también impulsar la financiación global por la adaptación climática y llevarla a los 40.000 millones de dólares para 2025.
Fiel a su estilo, Guterres concluyó con una advertencia entre literaria y alarmista: la crisis climática «va a hincharse hasta una escala casi inimaginable, sin un bote salvavidas que nos devuelva a un lugar seguro. Pero si salvamos el Pacífico, nos salvamos a nosotros mismos».