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Entre el «momentum» de cambio y el «memento» de Sinn Féin

Sinn Féin pelea para recuperar fuerza y plantear una alternativa al establishment irlandés. Las encuestas dan un empate técnico entre el partido republicano y las formaciones del Gobierno, Fine Gael y Fianna Fáil. La militancia republicana hizo ayer un último esfuerzo por movilizar a sus bases.

El parlamentario republicano Eoin Ó Broin (i) y la presidenta de Sinn Féin, Mary Lou McDonald (2i), se toman un descanso en el pub Crogans. (Iñaki SOTO)

Tras unas elecciones locales y europeas que les fueron adversas, Sinn Féin cierra su campaña y acude a las urnas con buenas sensaciones y expectativas de lograr un buen resultado en las elecciones generales.

¿Qué significa eso? Unos resultados que, combinados con los del resto de fuerzas, les den juego. Si quedan en una buena posición y si la coalición entre Fine Gael y Fianna Fáil necesita del apoyo de más de un grupo para gobernar, las y los republicanos creen que la siguiente legislatura en Irlanda puede ofrecer alternativas.

Acompañamos al parlamentario republicano Eoin Ó Broin en taxi desde su vivienda en Clondalkin hasta el Dáil, el Parlamento. El taxista le reconoce y quiere conversar. Piensa cómo hacer las preguntas siendo educado. Dispara: «¿Crees que los bancos tienen tanto poder como cuando doblegaron a Grecia?».

El miedo siempre lo siembra el mismo bando, y eso en Irlanda significa la coalición de Gobierno entre Fine Gael y Fianna Fáil, el establishment total. La amenaza del IRA está casi amortizada y ahora la derecha irlandesa intenta asociar a Sinn Féin con la izquierda radical y la inestabilidad.

No obstante, su credibilidad ha crecido en la última década, en especial en cuestiones como la vivienda, área de la que es responsable Ó Broin.

El parlamentario y de nuevo candidato explica las diferencias entre aquel momento y este basándose en los análisis de Yanis Varoufakis, a los que añade un acento en humildad internacionalista. La deliberación de taxi prosigue: cómo no, vivienda, inflación, políticas fallidas, retrasos en sanidad, racismo y extrema derecha, Trump…

En estas elecciones las transferencias de voto serán cruciales y Ó Broin está de campaña: cuando no sirven para arañar votos, estas conversaciones valen como pedagogía y para afinar el radar social. La última encuesta, publicada el miércoles por la noche, indica un empate técnico en torno al 20% entre Sinn Féin, Fine Gael y Fianna Fáil, con los primeros en ascenso, los segundos en tendencia negativa y los últimos estables. Aquí le tienen fe a las encuestas. Fe o ciencia, porque las realizan empresas independientes con un gran archivo histórico, transparencia. Y lo más importante: viven de acertar, no de influir.

La participación será un dato importante. En Irlanda hay que registrarse para votar, y en estos comicios se ha logrado el récord: 3,7 millones de registros. Bien pronto por la mañana, la participación era alta. Otro elemento es el número de candidaturas presentadas por cada fuerza, algo determinante en el sistema electoral, tal y como explicaba en estas páginas Iñaki Irigoien.

Una Cámara a la altura del país

El Dáil es un Parlamento pequeño y señorial de un país modesto y animado. El jueves, tras una reunión, Mary Lou McDonald sale del edificio, se reúne con un grupo de militantes que, vestidos de verde, portan cárteles con las principales propuestas del partido y realiza una rueda de prensa masiva en la calle. Flanqueada por Ó Broin y Matt Carthy, McDonald plantea un mensaje claro y contundente: hay un deseo de cambio en la sociedad irlandesa, se vive ese «momentum», y ese cambio será protagonizado por Sinn Féin.

«Momentum» es un término muy utilizado en el contexto político de habla inglesa. Se refiere a una mezcla de oportunidad, atmósfera y dinámica. Los dirigentes de Sinn Féin lo usan a menudo. Por ejemplo, en relación a los procesos de paz.

Nadie oculta que estos comicios son importantes para el partido republicano, que ha caído en las encuestas y ha tenido un traspiés en las elecciones locales. La atmósfera, las tendencias y la agenda son muy distintas ahora, pero eso no anula la incertidumbre.

Del Parlamento al pub

Del exterior del Dáil la comitiva se dirige al Crogans, un pub clásico y muy popular donde les esperan la cantante Mary Coughlan, el artista Robert Ballagh y el futbolista Michael Darragh MacAuley para mostrarles su apoyo. McDonald sirve una pinta de Guinness mientras los medios toman imágenes. Coughlan canta a capela una canción tradicional irlandesa.

La gente se saca selfies y pregunta todo tipo de cuestiones a los y las candidatas. La respuesta siempre es cordial y, en muchos casos, les dan un contacto donde localizarles tras los comicios. Eso sucede a menudo, lo mismo en la campaña que en el supermercado, gracias al sistema de circunscripciones por el que, además de ante su partido, los representantes responden ante su comunidad. Más allá de cuestiones ideológicas, si pierden de vista esa función comunitaria, antes o después perderán el asiento en el Dáil.

El recorrido sigue por Arcade Market, una galería en el cogollo de la ciudad. Clientes y dueños de los negocios se paran para charlar con McDonald y el resto. De repente, unos jóvenes se acercan a Eoin Ó Broin. Son músicos y uno de ellos, Adam Fogarty ‘Mathman’, ha sacado disco este año. Ó Broin fue músico en su juventud y mantiene lazos con la escena local. Aprovechando que la tienda de discos Spindizzy está en la galería, compra el disco y le regala otro a McDonald. Hablan con los dueños de la tienda y con el propio MathMan. Bien difundido un material así puede tener su efecto en el preciado grupo de jóvenes votantes.

Precisamente, la brigada de comunicación de Sinn Féin se ha visto reforzada por un equipo que se ha desplazado desde Belfast. Son un grupo de mujeres jóvenes, sobre todo, que dominan el terreno audiovisual y plataformas como Tik Tok o Instagram.

Días cortos y eternos

No obstante, la campaña de los republicanos no fía su suerte a las redes, sino a su militancia y al trabajo de base. Derren Ó Brádaigh es el organizador de la campaña en Mid West Dublin, donde se presentan Eoin Ó Broin y Marc Ward. Nos reunimos con él la víspera de las elecciones a primera hora de la tarde para un buzoneo de última hora. El panfleto explica cómo deben votar quienes apoyan a Sinn Féin: marcando Ó Broin como primera opción y Ward como segunda preferencia.

Es noche cerrada y las calles están desiertas. La gente está en casa o regresa del trabajo. Son casas unifamiliares con el coche aparcado en la puerta. Ó Brádaigh se ha pateado todo el distrito. Su reloj marca los treinta kilómetros que ha recorrido durante todo el día buzoneando. De noche les acompaña una quincena de militantes en un ambiente francamente positivo.

Hasta el último minuto

Ó Broin acudió ayer a votar a las 10 de la mañana con su pareja, la europarlamentaria Lynn Boylan, y sus perros. En el trayecto, varias personas le paran para preguntarle su opinión y mostrarle su apoyo. Algunos vehículos pitan al verle pasar. Es popular, pero nadie tiene asegurado su escaño en unas elecciones así.

La campaña no se detiene ni el día de las elecciones. Tras comer, Ó Broin acude al centro comunitario donde han instalado su centro de operaciones. Se reparten las calles para realizar un puerta a puerta de última hora. Son las casas donde en las primeras visitas de sus militantes, hace un par de semanas, fueron receptivos a sus argumentos o afirmaron que irían a votar. Se trata de que no se pierda ni un solo voto.

Las personas que atienden a la llamada a su puerta muestran su sorpresa al ver al candidato explicándoles la importancia de ir a votar. Algunos le plantean dudas, otros le dicen que ya han votado y no falta quien admite que no lo ha hecho y agradece este último impulso. Faltan unas pocas horas para que se cierren los colegios y salga la primera gran encuesta a pie de urna. Los resultados tardarán días, pero ese primer dato marcará el ánimo de estas jornadas.

La repetición de la idea de «momentum» me recuerda al thriller ‘Memento’, en el que el protagonista sufre amnesia cada día y debe tatuarse cosas básicas para sobrevivir. El partido republicano irlandés quiere aprovechar el «momentum» de cambio que, además, coincide con su agenda. Para lograrlo necesita tatuarse a fuego lo mejor de su tradición política: trabajo de base, método y perseverancia, claridad y liderazgo. Están en ello.