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Ángel Balbás, en una foto el 25 de septiembre de 1926.
OSASUNA MEMORIA

Balbás, el ciclista de Osasuna y héroe de guerra (I)


Fue Capitán del Batallón UHP (Unión de Hermanos Proletarios) del Ejército de Euskadi, falleciendo en combate en la Guerra Civil el 3 de diciembre de 1936 en Otxandio. Ángel Balbás, nacido en Uharte Arakil en 1906, fue también un destacado comunista y, en su juventud, un mito del ciclismo local.

Pocos antes de ocupar uno de los puestos de responsabilidad en los sindicatos ferroviarios de Gipuzkoa, Balbás era toda una celebridad popular. No obstante, el diario que lo encumbró ya nunca volvió a escribir sobre él. Ser considerado un «héroe de guerra» depende, indefectiblemente, del bando que se ocupe y como tantos otros, Balbás fue borrado de la memoria colectiva. Regresa hoy, como un fantasma del pasado, para recordarnos cómo se impuso el fascismo por medio de la guerra y la represión, cómo le hicieron frente y cómo sucede el declinar de los grandes mitos locales que alguna vez fueron.

Portadada del "Diario de Navarra" del 25 de septiembre de 1926. (OSASUNA MEMORIA)

Una Gurtner para soñar…

Alsasua, 21 de mayo de 1925, diario ‘La Voz de Navarra’: «Triunfa Balbás brillantemente en una carrera emocionante y llena de expectación». La localidad de Sakana celebraba una fiesta deportiva con bendición de bandera incluida de la sociedad Ibarrea. La competición estuvo marcada por una intensa lucha entre los participantes. Ya en los últimos kilómetros, el ciclista local, Bengoechea, marcha en cabeza acompañado por Meca, Alonso y Balbás. Tras caer el primero, a pocos metros del sprint final, Balbás se impone a los otros dos bajo meta. Sin duda, fue el día más grande de su carrera, caracterizada por su perseverancia y pasión por el ciclismo.

El joven txirrindulari proveniente del barrio de la Rotxa participó en muchas pruebas por las carreteras vasco-navarras. La afición seguía sus andanzas a través de las crónicas de los periódicos. La prensa, volcada con él, lo consideraba el futuro del ciclismo navarro. Tras el éxito de Alsasua, tanto ‘Diario de Navarra’ como ‘La Voz de Navarra’ publicaron una fotografía en la que aparece de pie junto a su bicicleta (marca Gurtner) y el maillot de Osasuna, rodeado de público. En su menuda figura, destaca su gran culote (pantalón).

Basándonos en las crónicas publicadas por los dos diarios citados iremos describiendo su perfil. Su apellido asomó por primera vez un año antes: «A pesar de su corta edad, tiene un estilo impecable de corredor y realizó el recorrido admirablemente, demostrando que, bien entrenado y con un poco más de práctica, dará días de gloria al ciclismo navarro», señalaba el ‘Diario’.

Aquel 11 de mayo de 1924 sorprendió a la crítica en una prueba-entrenamiento, gracias a la cual fue seleccionado para acompañar al campeón ciclista de España, José Saura, que se encontraba realizando la mili en Pamplona. Con este motivo, Unión Ciclista Navarra organizó una carrera de 56 kilómetros, con salida y llegada en el Paseo Sarasate, número 11. Allí se ubicaba la sede del Sporting Club Navarro, regentado por el patrón del ciclismo, Víctor Pascual, figura clave en la promoción del ciclismo en Navarra, al que ya dedicamos un reportaje.

Dos semanas más tarde, Balbás disputaría la carrera Tolosa-Iruñea-Tolosa, en la que se impuso el corredor del Athletic Club de Bilbao, Domingo Gutiérrez. Nuestro protagonista finalizó en un discreto puesto 22 pero recogió alabanzas de la prensa: «La nota simpática en la prueba la dió el pequeño Balbás, de la Unión Ciclista Navarra. Este muchacho, casi un niño, que participaba por primera vez en una carrera, hizo muy bien el recorrido, llegando en muy buen estado al final de la misma. Fue muy elogiada su actuación en Tolosa, y el público no escatimó las palmas en su honor por el esfuerzo realizado».

Elogios y más elogios

Sin duda, eran tiempos de velocidad. Las bicis estaban de moda y muchas localidades organizaban pruebas. Transcurría el año 1925 y ‘La Voz de Navarra’ destacaba el ambiente que se generaba alrededor de cada prueba: «Nos hallamos en plena fiebre ciclera», «lo más parecido a sanfermines», a decir del cronista. En Euskal Herria el ciclismo gozaba de muy buena salud; aquel año se disputó la Vuelta al País Vasco por vez primera (Gran Premio revista Excelsior) cuya primera etapa finalizó en Iruñea. Entonces Balbás no pudo participar a pesar de que su patrón, Víctor Pascual, fue uno de los impulsores. En su lugar corrió la primera edición de la Vuelta a la Ulzama.

Ya desde entonces, su apellido y figura eran habituales en todas las carreras que se organizaban en las diferentes localidades; como en el Campeonato Navarro cuyo final fue accidentado y catastrófico. Un sidecar se cruzó en la trayectoria de Meca, cuando este disputaba la carrera con Dióscoro Alonso, y el infortunio hizo que cayera al suelo el villavés. Posteriormente, el mismo sidecar -conducido por el industrial Tomás Marcotegui- arrolló a Balbás, dando este una vuelta de campana. Estos incidentes indignaron al público, que fueron a por Marcotegui, el cual se escabulló a tiempo de la furia popular. Después de la caída, milagrosamente, Balbás terminó segundo.

«De Balbás huelgan los elogios. Bien claro lo hemos dicho antes de ahora: al ‘crack’ de la Unión Ciclista Navarra le esperan muchos días de triunfo; aún es muy joven». Era el favorito de los cronistas ‘Txiri’ (Antonio Gárriz) del ‘Diario de Navarra’ y de Jokintxo Ilundáin en ‘La Voz de Navarra’. «Si los routiers navarros pudiesen acudir a todas las pruebas que en el País Vasco se corren, como los de otras provincias hermanas, estamos plenamente convencidos de que llegarían a igualar a estos, puesto que ‘pasta’ les sobra y no precisan más que ‘curtirse’ y ‘zurrarse’ para poder competir con lo de fuera de casa», opinaba “Txiri”.

«Ángel Balbás, de Osasuna, por ejemplo, suple a su potencia con una escuela que le lleva hoy al triunfo entre los suyos, y que con un poco de constancia le hará llegar a ser un ‘as’ del ciclismo. Se ve en él un estilo de gran corredor y sería una verdadera lástima que no siguiésemos aleccionando con nuevas pruebas para completar su educación deportiva».

‘Txiri’, uno de sus máximos defensores en la prensa, escribió lo siguiente para el ‘Diario’: «Le vimos en la prueba de Alsasua y alabamos su forma; en la carrera del domingo también le seguimos de cerca y nos hemos convencido de que es un corredor de una regularidad admirable y pletórico de recursos que por su débil constitución le son muy necesarios y acreditan de “ducho” corredor. Ha vuelto a ser el que nosotros entreveíamos cuando debutó en la Unión Ciclista...». En alguna otra carrera aparece defendiendo al equipo Indarra, el cambio de escuadras era habitual, y en el caso de Ángel, en cuya figura las esperanzas puestas eran máximas, al punto de crear un mito.

Ángel Balbás, en "La Voz de Navarra" el 22 de mayo de 1925. (OSASUNA MEMORIA)

Hogar: el barrio de la Estación

Los Balbás- Pedrejón eran una familia de origen palentino que llegaron a Uharte-Arakil (Nafarroa) provenientes de Miranda de Ebro (Burgos) en 1903. Luciano, cabeza de familia, ferroviario, cambió de destino para recalar en la Estación de Uharte. Junto a él, su esposa, Basilisa, y Juan, el hijo de apenas un año. Al poco nacería el segundo, Jesús Higinio, y seguidamente Ángel, el protagonista de esta historia.

No conocemos cómo fue la vida de la familia en Sakana durante esos tres lustros, pero sabemos que en 1918 emprendieron una nueva mudanza, esta vez con destino a Pamplona. Ángel contaba 12 años cuando atravesó la vieja estación de tren, sería el lugar de trabajo de su padre y su hermano Juan -y también el suyo algunos años después- para cargar su equipaje en un carro y dirigirse a su nuevo hogar en el barrio de la Rotxapea, a un bloque conocido como Casa Oscoz, habitado por numerosas familias trabajadoras.

Rotxapea significa «Debajo de la piedra» en euskera, en referencia al Burgo del mismo nombre. Por aquel entonces contaba con cerca de 5.000 habitantes. Quién no recuerda sus huertas, y esa relación tan estrecha con el río Arga. Un lugar donde las vías de comunicación por tren y carreteras hacia el norte se entrelazan con las que lo atraviesan de oeste a este, formando una encrucijada abierta a los «cuatro vientos». Extensos campos componían un paisaje con cada vez más fábricas, chimeneas, bloques de viviendas desperdigados, caminos y calles sin urbanizar junto a la Estación del Norte. Todo el conjunto del barrio obrero constituía un pequeño polo de atracción para una Iruñea en constante crecimiento.

No existía un único tren en Pamplona, sino tre y los tres enlazaban en el barrio: El Irati, que llegaba hasta Sangüesa (en la ciudad daba servicio de tranvía, con dos estaciones); el Plazaola, que unía la capital navarra con Donostia y contaba con una estación: ‘El Empalme’, en la Rotxa (ubicada en el mismo lugar del actual campo de fútbol) y, por último, el Tren de la Compañía del Norte. La estación actual daba trabajo a alrededor de 300 ferroviarios.

En aquel ambiente entre industrial y rural, Ángel aparece como escolar en el padrón municipal de 1920. La Escuela Ave María tuvo que ser su lugar, aunque por poco tiempo; en aquella época, en las familias humildes había que ponerse a trabajar desde temprana edad. Lo típico a la edad de Ángel era trabajar de maka (chico de los recados) en bicicleta, y esta tuvo que ser su primera ocupación para entender su afición a la bici. Pronto siguió los pasos de su padre y de su hermano Juan, ingresando en el mundo ferroviario, inicialmente como aprendiz. Jesús, el otro hermano, tomó un camino distinto en aquella época y se dedicó al oficio de zapatero, para continuar la tradición familiar ferroviaria años más tarde.

Mientras la ciudad crecía, expandiéndose por el sur y derribando la muralla, aparecían nuevos barrios burgueses, los Ensanches, en contraste con la Rotxa. El aumento de población y de los peatones urbanos compartiendo espacio con los carros tirados por mulas y caballos. Sólo los ricos contaban con coche; muy pocos, al principio. Poco a poco crecieron el número de furgonetas, motocicletas, pequeños camiones y las primeras «villavesas»... Las familias trabajadoras solían contar con una bicicleta para desplazarse, ir a trabajar y realizar recados; al mismo tiempo, el ciclismo se convertiría en hobby y afición. Un sueño para Ángel desde muy joven.

El trabajo ferroviario, oficio sujeto a movilidad, a cambios de destino, contaban con mayor opciones de poder viajar entre la clase trabajadora. Este factor pudo ser determinante al estallar la guerra; muchos de ellos tomaron un tren en Iruñea, Alsasua y otras localidades logrando así escapar de la represión desatada contra los «rojos» en toda Navarra.

«Osasuna conquista el triunfo social»

Ángel compartía con el Club Atlético Osasuna, emblema deportivo de Iruñea, su bisoñez en aquellos años. Además del fútbol, el Club apostó, en su creencia en el Club Atlético, por otras disciplinas: atletismo, pelota vasca y un equipo ciclista, recién se estrenaba 1926, del que rápidamente se hizo eco la prensa: «Osasuna conquista el triunfo social. Buen debut chirrindulari». Y una de las celebridades locales, «el estupendo mocete», ya «crack» de Osasuna, era una cosa admirable sobre su Gurtner. «Balbás tiene un modo de correr que entusiasma», opinaba de nuevo ‘Txiri’.

Y, por si acaso, advertían: «La Gurtner de Balbás muy pronto inquietará a los ciclistas del País Vasco. Paciencia y… esperar. Legarra-Arrondo: estos dos ‘rojillos’ que con Balbás ganaron para Osasuna el Trofeo Alberto Martínes se portaron como unos bravos y si no nos sorprendió es porque ya los conocemos desde hace tiempo y sabemos de su valía».

El 25 de septiembre, la portada del ‘Diario de Navarra’ mostraba una fotografía en el centro, arriba y a pie de cabecera: «Angel Balbás. Gran corredor de la Rochapea que participa en nuestro IV Campeonato Navarro». Un par de días después, el vencedor sería Guillermo Antón, de Osasuna. Balbás, tras protagonizar una buenísima carrera, acabó en el octavo puesto.

La apuesta estaba clara. «Nosotros nos inclinamos por el pequeño Balbás. Ya que aparte de sus bellas cualidades de corredor veloz, aportará a la competición vasca una buena preparación adquirida en el velódromo que piensa visitar durante esta semana, habiéndose quedado el domingo en Vitoria con tal objetivo», relataba ‘Txiri’. De este modo experimentó en la pista del Velódromo de Gasteiz en abril de 1926, en el Campeonato Vasco-navarro de velocidad, una modalidad desconocida hasta entonces.

Balbás, en plena acción el 6 de noviembre de 1925. (OSASUNA MEMORIA)

Los chicos de la Estación

La necesidad de fortalecer la identidad de barrio y de organizarse colectivamente, también con el deporte, le lleva apenas dos años después a abandonar Osasuna, y junto a Ventura, Legarra y Arrondo, los chicos de la Estación, apostar por el Sporting Club Navarro. «Los jóvenes txirrindularis del Barrio de la Estación hicieron una muy bonita carrera en Eibar».

Esta experiencia deportiva, que años después tuvo en otro club su continuación, la compaginaba con su militancia política. Juventud deportiva (Casa de la Juventud), cuya sede se encontraba en el Pasaje La Poya, 15, bajo, local de la Juventud Comunista, nace con el objetivo, entre otros, de acudir desde la Rotxa, y junto a otros deportistas de la ciudad, a la Olimpiada Popular de Barcelona.

El nombre de Ángel desaparece de la prensa por dos años. Estaba en edad militar y, como también le ocurriera a Saura, el campeón de España con maillot de Osasuna, la vida en el cuartel le impide la práctica y el entrenamiento deportivo. Dos años después, en septiembre de 1928, regresa con motivo de la disputa del I Circuito de Ororbia, Copa Esténtor; una competición que para la prensa tenía como aliciente la rentrée de Balbás -con signos de baja forma- a modo de entrenamiento con vistas al campeonato próximo, esta vez con el Unión Club Pamplonés.

Breve fue aquella reincorporación al circuito. El mito se dio de bruces con la realidad. Había que ganarse la vida trabajando y la vida no regala nada; menos en aquellos tiempos. Por eso, la lucha sindical y política le permiten soñar con un mundo mejor. Nuevos objetivos, nuevo destino laboral en Errenteria (Gipuzkoa), lindando con la zona del Bidasoa y la muga con Francia; cerca, hacia el interior del territorio, en Zumárraga, se instala su hermano Juan, recién casado con la olitense Paquita Alda. Ángel, por su parte, permanece soltero.

Muchos años después llega la hora de una nueva generación de ciclistas navarros que despunta. En abril de 1936, Ángel era para la prensa un recuerdo del pasado. Con motivo del Circuito de Pamplona, uno de sus críticos escribe: «Ni Meca, ni Balbás, ni Dióscoro, ni Iriberri, ni Alcelay se podrían comparar con los Ganuza, Andiarena, Nepote y otros que actualmente ruedan por carreteras de Navarra». Estos mismos ciclistas fueron anunciados para acudir a la Olimpiada Popular (alternativa a la de Hitler), que no llegó a celebrarse puesto que el mismo día comenzó la guerra. Aquella expedición a Barcelona representa un claro ejemplo del compromiso social y político del deporte con la República, uno más de los que vamos dando cuenta en esta serie de reportajes.

* Continúa mañana: Balbás, héroe de guerra.