Entre los escasos subrayados hechos por Urkullu en una larguísima comparecencia ante la prensa ha estado la alusión al proceso escocés como modelo, por encima del catalán. Para el lehendakari, lo deseable y lo que debe buscarse es eso; un acuerdo entre gobiernos que permita decidir a la ciudadanía. Sin embargo, no ha explicado qué cabe hacer cuando eso, como se observa en Catalunya, no es permitido por el Ejecutivo español.
Por lo que respecta a las consecuencias del conflicto, Urkullu afirma que continuarán desarrollando el Plan de Paz y Convivencia en lo que toca al Gobierno de Lakua, aunque piden colaboración al resto de partidos. Ha defendido el programa Hitzeman, relativo a los presos e incluido en el mismo, pero también ha dicho, preguntado por la interpelación hecha por Etxerat en Loiola hace un mes, que los familiares «saben» que Lakua no tiene competencias en esta materia.
Tampoco hay novedades en materia económica. Lakua anuncia un presupuesto en el que dice que priorizará las políticas sociales, pero que «va a ser muy difícil que sea expansivo» pese a la mejora de la recaudación. Ha culpado de ello a los topes de déficit.
Junto a ello, Iñigo Urkullu no duda de que el apoyo del PSE se mantendrá y no ha querido entrar en la polémica con el PP sobre la financiación de los batzokis.