Si alguien esperaba un paso al lado del president en funciones, Artur Mas, puede ir descartándolo. Tras la reunión del Govern, el candidato de JxSí ha comparecido ante la prensa para informar de que, si la CUP no rectifica en su negativa a investirlo, el próximo lunes 11 de enero firmará el decreto de convocatoria de unas nuevas elecciones. Lo ha hecho, además, en un tono más duro que el habitual, señalando que «la presidencia de la Generalitat no es una subasta de pescado» y que «no pueden ganar los que vetan», porque si no, «el proceso está muerto».
«Hemos tenido más paciencia de la que tuvo Job», ha arrancado Mas, que como único error ha reconocido el «haber confiado en el sentido de país de la CUP». «Pero se ha comprobado que lo que realmente impera es el espíritu revolucionario y contrario a todo», ha señalado, añadiendo que dicha «hiperrevolución no tiene ningún futuro con 10 diputados».
«No sé si se dan cuenta de la magnitud del error», ha apuntado Mas, especialmente crítico hoy: «Solo con la superrevolución de las izquierdas no llegamos ni a la vuelta de la esquina». También ha cargado contra la desproporción que supondría que «diez diputados impongan sus condiciones a 62».
«Y digo 10 siendo generoso», ha añadido Mas, que ha hurgado con intensidad en la división interna de la CUP, recordando en numerosas ocasiones la renuncia del que fuera cabeza de lista el 27S, Antonio Baños, y agradeciendo los esfuerzos de aquellos que han trabajado a favor del acuerdo.
Mas ha repasado las que ha considerado principales cesiones de Junts pel Sí a la CUP (gobierno «coral», plan de choque, cuestión de confianza, etc.), reivindicando que se han movido «mucho y en todos los temas». Algo frente a lo cual ha considerado que «la CUP no se ha movido en el único tema que no es importante, que es el quién». No debe ser tan poco importante, ya que Mas ha insistido en que no puede ceder en este punto.