El compromiso adoptado por los artesanos de la paz, en la Jornada de Desarme el pasado 8 de abril en Baiona, para colocar el cambio de política penitenciaria como primer punto de la agenda de resolución recibió ayer un fuerte espaldarazo en las calles de París.
Hasta la capital francesa se desplazaron, ya fuera en las decenas de autobuses organizados a lo largo y ancho de Euskal Herria o en los trenes fletados para la ocasión, miles de ciudadanos vascos, dispuestos a demostrar con su presencia que, como diría al término de la marcha el artesano Mixel Berhoirigoin, «todos y cada uno tenemos algo que aportar al logro de la paz en Euskal Herria».
La plaza del 18 de junio de 1940, que debe su nombre al discurso del general De Gaulle a través de la BBC que sirvió de carta fundacional a la Resistencia francesa, se convirtió desde primeras horas de la mañana en un hervidero de gente. Primero fue el turno de los viajeros, y ya a media mañana el de los marchistas, que cubrieron la última etapa del tour de las prisiones desde la cárcel de Fresnes.
Para esa hora se empezaba a intuir que el llamamiento por el que más de cien personalidades francesas y medio centenar de organizaciones animaban a “Arriesgar por la paz” no iba a ser testimonial. Y se cumplían las predicciones que, al calor de un café matinal, hacía a GARA el concejal ecologista e impulsor del voto por unanimidad del Ayuntamiento de París, Jérôme Gleizes, en torno al «paso a un nuevo nivel de compromiso» de una parte de la clase política hexagonal. Esas palabras se verían ratificadas por la presencia en la marcha de representantes destacados de las principales fuerzas políticas.
Así, acompañado de la artesana vasca y ex diputada del PS Sylvianne Alaux, el candidato presidencial de esa formación y hoy impulsor de GénérationsMvt, el exministro Benoît Hamon, manifestaba a este diario que «no hay tiempo que perder, tras el desarme de ETA los prisioneros deben ser acercados a sus familias». A su entender, «como se puede ver en esta manifestación, el Gobierno tiene el apoyo social y político necesario para dar el paso».
Con similares palabras se expresaban otra exministra, Emmanuelle Cosse, y también la senadora socialista bearnesa Fréderic Espagnac, exultante con el comunicado de apoyo a la marcha emitido por la dirección nacional de su partido.
Otra antigua integrante de gabinete, Cecile Duflot, también se sumó a la marcha, en la que se dejaron ver el obispo de Evreux, Monseñor Gaillot; el exmagistrado Louis Joinet; el irreductible anarquista Lucio Urtubia; o el escritor Sorj Chalandon, entre otros rostros conocidos.
También participó la ex diputada y secretaria nacional de Parti de Gauche, Martine Brillard, quien valoraba que «el consenso alcanzado en el País Vasco hace que todos se vean obligados a dar un paso adelante, y en lo que afecta al Gobierno de Macron, a dar respuesta a la demanda del final del régimen de excepción que se aplica a los presos vascos».
Cuestión francesa y europea
Tras la primera pancarta, que era portada por electos de todas las ideologías y por artesanos de la paz, el eurodiputado conservador Alain Lamassoure remarcaba que «desde el punto de vista del acervo en materia de derechos humanos que comparten todos los estados de la Unión Europea» las demandas de aplicar el marco legal ordinario a los presos vascos tienen pleno sentido. Y más explícitamente añadía: «Estoy aquí porque esta es una causa justa».
Unas filas más atrás marcharon otros dos miembros de la Eurocámara: el ecologista José Bové –que junto a los electos vascos en París, Max Brisson y Vincent Bru, se entrevistó el jueves en la prisión de Réau, con los interlocutores del Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK) Marixol Iparragirre y Mikel Albisu– y el europarlamentario de EH Bildu, Josu Juaristi.
Tras las declaraciones a los medios, los representantes instutucionales y sociales vascos daban inicio a la manifestación, siguiendo los pasos de los joaldunak, que desfilaron por delante durante todo el recorrido, haciendo las delicias de parisinos y turistas.
Además de la pancarta que abría la manifestación, una segunda banderola lanzaba el mensaje de los familiares de los presos, «Etxean nahi ditugu», y tras las filas de los allegados de los represaliados, cuyo paso era saludado con el canto “Hator hator”, los artesanos de la paz, con los petos amarillos de los marchistas de las prisiones, coreaban con insistencia consignas a favor de los presos vascos.
Tras dejar atrás el Boulevard de Montparnasse, con el “Yalla, Yalla, Ramallah” de Fermin Muguruza y su sound system haciendo danzar los pies de los manifestantes, la movilización se adentró por fin en el Boulevard de los Inválidos, ya bajo la mirada atenta de la Torre Eiffel que brillaba a lo lejos, bajo el tímido sol del mediodía.
Músicos y artesanos
El camión en que se sucedieron músicos vascos y hexagonales, cumplida su misión de poner la banda sonora a una marcha rica en colores y en matices, salió luego del recorrido, para buscar el punto de llegada.
Sobre esa misma tarima, ya en Place Vauban, se sucedieron los mensajes para demandar el fin de las políticas de excepción y reiterar el compromiso en «no cejar nunca, hasta lograr una paz con la que todos ganemos».
Las palabras del presidente de la Mancomunidad Vasca, Jean-René Etchegaray, la cineasta Fabienne Servan-Schreiber, la hija del preso Txistor Haranboure, Joana, y el presidente de honor de la Liga de Derechos Humanos, Michel Tubiana, dieron cierre a un acto que acabó entre aplausos y coreando el himno “Sarri Sarri”.