1977/2024 , 1982

Felipe González y Alfonso Guerra, en el Congreso de los Diputados de Madrid en 1982.
Felipe González y Alfonso Guerra, en el Congreso de los Diputados de Madrid en 1982. (Pool Moncloa)
Fernando Alonso

1982: Como lágrimas en la lluvia

El realismo mágico de Gabriel García Márquez dio al escritor colombiano el Premio Nobel de Literatura en 1982. Según la Academia Sueca, en sus novelas e historias cortas «lo fantástico y lo real son combinados en un tranquilo mundo de imaginación rica, reflejando la vida y los conflictos de un continente». Su obra 'Cien años de soledad' está localizada en Macondo, un lugar «donde no existe todavía un poder político consolidado y no hay, por lo tanto, ley en el sentido de precepto votado por el Congreso y sancionado por el presidente».

Estas palabras de uno de los biógrafos de 'Gabo' no podrían ser aplicadas al Estado español de aquel tiempo porque ya había Constitución e instituciones, aunque el paso de los años iba dejando patente que la realidad estaba asfixiando lo que había sido ilusión transformadora.

El realismo español no era precisamente mágico, de no ser en su connotación peyorativa.
 
Aprovechando la asonada de Tejero del 23-F, el año anterior, habían preparado la Ley de Defensa de la Constitución, enfocada principalmente a reforzar España contra el independentismo.

Jesús Aizpun, fundador de UPN. (Pastor I EGIN)

En 1982 daban otra vuelta de tuerca en el sentido de diluir las identidades nacionales vasca, catalana y gallega en un extraño fluido autonómico, en el que en unos casos inventaron comunidades, en otras separaron o unieron provincias, y a todas les dotaron de parlamentos, bandera, himno y protocolos varios.

La diferencialidad en el marco del Estado ya no era única de vascos, catalanes y gallegos; ahora había «café para todos». Eso sí, todos atados y bien atados a España.

Fue la conocida como LOAPA, Ley Orgánica para la Armonización del Proceso Autonómico, recurrida ante el Constitucional desde Gasteiz y Barcelona, aunque un año más tarde entró en vigor con algunas modificaciones. Pero, para entonces, el llamado «Estado de las autonomías» era ya un hecho y estaba en marcha.

La ikurriña había ondeado en la sede del PSOE en Iruñea desde 1978. (EGIN)

Mientras que la ikurriña ondeaba de manera oficial en la Comunidad Autónoma del País Vasco, en Nafarroa se iba transitando con rapidez de la tolerancia a la persecución, incluso con saña. Y no solo en ayuntamientos, donde era retirada en muchos casos de manera violenta por la Guardia Civil, sino que incluso se prohibía que la portaran grupos folclóricos, culturales…

El año 1982 tampoco fue precisamente bueno para el euskara. En la sociedad vasca se percibía un pujante interés por la alfabetización y la recuperación de la lengua nacional, pero el PNV y las autoridades españolas no parecían estar al nivel requerido.
 
En el caso de los jeltzales, si bien se habían sumado a la Korrika 1, ahora pasaban al boicot frente a la Korrika 2, al Kilometroak 82 y, en general, contra AEK, al considerar que suponía «una alternativa de enseñanza a los planes del Gobierno Vasco».

Kilometroak de 1982, celebrado en Hernani. (Karlos CORBELLA I EGIN)

En el euskaltegi de HABE de Donostia se matricularon cuatro policías españoles que se identificaron como tal en la inscripción. El resto de los alumnos se negó a compartir aulas con ellos, en una protesta que se fue extendiendo al resto de los euskaltegis de HABE hasta llegar a una huelga de alumnos y profesores que duró un mes.
 
El surrealismo llegó al extremo de que acudieron a una asamblea en la que se trataba su caso y se mostraron profundamente dolidos porque nadie les quisiera. Por si fuera poco, unos días más tarde se presentaron en una clase deshabitada pidiendo que alguien les enseñara euskara. Mientras esto pasaba en Donostia, sus compañeros uniformados desalojaban violentamente a alumnos encerrados en los euskaltegis de Gasteiz y Hondarribia.

Fue precisamente el jelkide Ramón Labayen, como consejero de Cultura, quien salió a dar la cara por los policías, se negó a recibir a los representantes de los alumnos y amenazó con desmantelar HABE si continuaba el boicot. Tras un mes de conflicto, los cuatro policías desistieron de la provocación.

El PNV también se lució entregando banderas españolas «constitucionales» en los cuarteles de La Salve e Intxaurrondo, al tiempo que reclamaba competencias policiales para una Ertzaintza que había hecho en abril su primer desfile de bonito en Arkaute y que, en octubre, empezaría a realizar labores de seguridad en edificios oficiales.

Ertzainas de la primera promoción custodian el Parlamento Vasco en 1982. (IREKIA)

Y fue precisamente unos días después del primer despliegue de la Ertzaintza cuando, el 28 de octubre, se celebraron las elecciones generales que dieron un triunfo arrollador al PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra. Ocuparon 202 de los 350 escaños de las Cortes, muy por encima de la mayoría absoluta.

Con la mitad de parlamentarios quedó Alianza Popular, y la UCD de Adolfo Suárez se tuvo que conformar con unos exiguos 11 escaños. El PNV sacó 8 diputados, Herri Batasuna 2 y Euskadiko Ezkerra, que no mucho antes había expresado su certeza de que HB se extinguiría, logró uno, con menos de la mitad de los votos de la coalición abertzale.
 
La UCD había sido el partido instrumental del tardofranquismo que, una vez cumplido su papel, se diluía en la nada para dejar paso a un modelo bipartidista en el que resultaba suficiente con un partido que representara a la derecha y otro a la izquierda españolas. Como dijera Alfonso Guerra, «todo lo que quede a la izquierda del PSOE es asunto de la Guardia Civil». Y así fue. Eso sí, quedó un PCE residual que pasó de los 23 representantes a únicamente 4.

Desde las postrimerías del franquismo el PSOE ya había ido mutando con el objetivo de  convertirse en partido de Estado. Pasó de reivindicar la autodeterminación de los pueblos a ser el más rabioso defensor de la unidad de España y el orden monárquico establecido; de reconocer la unidad territorial de Hego Euskal Herria a ser uno de los artífices de la partición…

Se afanó para que el Estatuto Vasco dejara fuera a Nafarroa y trabajó con la derecha por un llamado «Amejoramiento navarro» que ignorara al resto de las provincias vascas y que entró en vigor en agosto.
 
También en 1982 los «socialistas navarros» se separaron de los «socialistas vascos» para conformar el Partido Socialista de Navarra.

Si los cambios habían preparado al PSOE el camino hacia el Gobierno, su ejercicio los iría profundizando durante los siguientes años.

Portada de 'Egin' del 21 de marzo de 1982.

Quienes habían pensado que la Constitución y el Estatuto eran un buen inicio para seguir avanzando en la democracia y la soberanía nacional vasca iban comprobando que desde el régimen surgido en el 78 había poco o ningún recorrido.

Las ilusiones, como los recuerdos del replicante de 'Blade Runner', se iban perdiendo en el tiempo como lágrimas en la lluvia.

La UCD se extinguió batiendo récords de represión, con cientos de detenciones, torturas, guerra sucia, muertos en controles policiales y los cerca de cuatrocientos prisioneros políticos vascos concentrados entre Puerto de Santamaría, Alcalá-Meco, Carabanchel y Yeserías.

Rueda de prensa ofrecida en Biarritz por dirigentes de ETA (pm) a cara descubierta en la que anunciaron su disolución. (EGIN)

En su despedida concluyeron las negociaciones entre Juan María Bandrés y el ministro de Interior español, Juan José Rosón, que supusieron el final de ETA (pm). Sus máximos dirigentes se presentaron en Biarritz el 30 de septiembre en una rueda de prensa a cara descubierta para anunciar su disolución, aunque los «octavos» se desvincularon y decidieron continuar.

Numerosas causas en las que estaban implicados los polimilis quedaron entonces archivadas o en el olvido, y sus presos y exiliados regresaron a casa por la aplicación de indultos, casi medio centenar de ellos firmados por Felipe González cuando sustituyó a Calvo Sotelo en La Moncloa.

En mayo, ETA mató a Ángel Pascual, director de proyecto de la central nuclear de Lemoiz, que quedó desde entonces técnicamente paralizada.

El año concluía con la muerte de Félix Likiniano, el anarquista que en 1977 había diseñado el anagrama del hacha y la serpiente de ETA.

Félix Likiniano. (GOIENA.EUS)

Unos días antes, Gabriel García Márquez recogió en Estocolmo el Nobel de Literatura. En esas fechas, la realidad de América Latina no era precisamente mágica, porque Ronald Reagan, en su lucha «contra la influencia comunista», había presentado un plan para Centroamérica que pretendía mostrar el «músculo militar norteamericano», según sus propias palabras.

Tampoco estaban para realidades mágicas en el Reino Unido, con Margaret Thatcher como primera ministra y una guerra en las islas Malvinas, iniciada en abril cuando tropas argentinas desembarcaron en Port Stanley reclamando la soberanía de un archipiélago usurpado por Gran Bretaña en 1833. La guerra duró mes y medio y los británicos continúan allá.

Portada de 'Egin' del 19 de septiembre de 1982.

Realidad cruel fue la de la invasión del Líbano por parte de Israel, que en el verano se hizo con el control de Beirut para expulsar a las fuerzas de la OLP. En septiembre los israelíes permitieron el paso de las milicias cristiano-falangistas libanesas hacia los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, facilitando la matanza de más de tres mil personas. 

El Papa católico Juan Pablo II visitó en noviembre el santuario de Loiola y el castillo de Xabier con un mensaje dirigido a los jóvenes vascos para que no se dejaran tentar «por ideologías materialistas ni de violencia».

Portada de 'Egin' del 7 de noviembre de 1982.

Wojtyla acostumbraba a besar el suelo al llegar a un país. Cuando aterrizó en Sondika le aleccionaron para no hacerlo, pues podría interpretarse como un reconocimiento de la tierra vasca.

Ese hipotético beso también se lo habría llevado la lluvia.

Honi buruzko guztia: 1982