Pero las borrascas del PSOE lo llevaron a La Moncloa, y luego a una mayoría absoluta que gestionó con la energía de los resentidos. Y así, cuando se vio en el círculo de figuras como Bush y Blair, abrazó sin pudor la mentira y se lanzó a la guerra de Irak como podía haber intentado poner a alguien en Marte.
En marzo de 2004 había elecciones generales, y entre el rechazo popular a la participación en la guerra de Irak y que en el PSOE parecían soplar vientos más favorables con Rodríguez Zapatero, a comienzos de año Aznar veía peligrar su permanencia en Moncloa.
La grandeza de la foto de las Azores y de sentirse entre los poderosos podía resultarle amarga. Pero estaba el comodín de la mentira.
Y así, cuando la mañana del 11 de marzo, tres días antes de los comicios, explosionaron diez bombas en cuatro trenes de Madrid todos los recursos disponibles se centraron en señalar a ETA como responsable. La maquinaría, tanto política como mediática, la tenían engrasada y sincronizada, así que la tarea no les fue difícil.
De nada sirvió que todo apuntara hacia el islamismo, ni tampoco que desde la izquierda abertzale y canales de comunicación de ETA se asegurara que aquello no tenía nada que ver con Euskal Herria y la libertad.
Con mentiras invadieron Irak y con mentiras atacaban al independentismo. Una mentira que compraron medios, en principio, rigurosos como 'El País', que abrió a toda página con un «Matanza de ETA en Madrid». Hicieron también lo propio incluso personalidades como el lehendakari Ibarretxe, que fue el primero en lanzarse sin frenos: «Son alimañas, son asesinos. ETA, estoy absolutamente convencido, está escribiendo su final».
Algunos de los que se precipitaron en sus conclusiones luego se retractaron; pero cabe recordar que la BBC ni cuando más se señalaba a ETA puso su atención en esa organización.
Así iban pasando las primeras horas y por encima de la manipulación a granel y las mentiras sin vergüenza resonaban cada vez con más fuerza las palabras de Arnaldo Otegi, que en una comparecencia en medio del huracán aseguró que ETA no tenía nada que ver con aquello. A pesar de todas las evidencias y de los datos fehacientes y contrastados de los que ya disponía, el Gobierno del PP se encastilló en sus tesis.
En ese contexto, en Iruñea Angel Berrueta fue muerto a tiros por un policía y su hijo tras una discusión por no querer poner en su panadería un cartel contra ETA. En Hernani, el día de las elecciones Kontxi Sanchíz falleció por una crisis cardíaca durante una carga de la Ertzaintza.
Cuando fueron apareciendo las identidades de los autores de los atentados de Madrid resultó que había confidentes de la Policía, de la Guardia Civil, del CNI, trapicheros controlados y hasta un comercio y transporte de dinamita que había sido puesto en conocimiento de la Guardia Civil por un informante habitual.
Con semejantes circunstancias, no deja de resultar sorprendente que los ataques se produjeran a pocos días de la elecciones. Cuando sucedió la tragedia, en el Gobierno estaban convencidos de que si se mantenía la tesis de la autoría de ETA el PP ganaba; y, si no, perdería.
Del domingo electoral no se olvidó Patxi López, que aprovechó para decir que «cada voto en la urna a un partido democrático es un voto contra ETA».
Quien después sería lehendakari obviaba, entre otras cosas, que en esas elecciones había una opción perseguida y sometida a apartheid; es más, incluso se le prohibió la propaganda y la Ertzaintza actuó con violencia contra sus actos públicos.
Ya en las urnas del 14 de marzo, el PSOE ganó al PP por casi cinco puntos y José Luis Rodríguez Zapatero se convirtió en presidente del Gobierno español. Una de sus primeras decisiones fue retirar las tropas de Irak.
En relación a Euskal Herria, los primeros pasos no se diferenciaron de los del PP. El flamante nuevo ministro de Justicia, Fernando López Aguilar, se apresuró a manifestarse contrario a la presencia de Herritarren Zerrenda en las elecciones europeas que se celebrarían en junio. En consecuencia, en cuanto se presentó la candidatura le faltó tiempo para recurrirla; y con la Fiscalía y Abogacía del Estado de su parte, fue cuestión de días que la lista de HZ fuera anulada por el Supremo y el Constitucional.
A pesar de ello y de que las papeletas no estaban en los colegios electorales, 120.000 personas acudieron a las urnas para votar HZ, sufragios que fueron anulados.
Aunque internas, también hubo elecciones en el PNV, que en 2004 renovó sus órganos de dirección. Tras 21 años al frente del EBB en dos fases, Xabier Arzalluz se hizo a un lado y Joseba Egibar y Josu Jon Imaz pugnaron por el trono jelkide.
El 17 de enero Josu Jon Imaz alcanzó la presidencia del PNV. Durante los poco más de tres años y medio que se mantuvo al mando se caracterizó por la beligerancia contra la izquierda abertzale, la distancia del soberanismo y, por contra, la sintonía con lo que llegaba del sur del Ebro.
Pero generó tantas contradicciones en el PNV que lo volaron desde dentro, y en setiembre de 2007 abandonó el cargo y la política. «Menos ideología y más tecnología», proclamaría años más tarde un personaje que en 2021 ganó más de 4 millones de euros como consejero delegado de Repsol.
Con Rodríguez Zapatero ya como inquilino de La Moncloa no se percibían cambios sustanciales en lo referente a persecución política y represión. Aun así, podía representar una ocasión favorable en un tiempo en el que en el conjunto de la izquierda abertzale había un debate abierto sobre adecuación estratégica a las realidades políticas locales y globales.
Al poco de ser investido como presidente, ETA le emplazó a afrontar un proceso de resolución política, que reiteró con posterioridad. En febrero ya había suspendido las acciones armadas en Catalunya.
La respuesta llegó en forma de sabotaje al diálogo, cuando el 3 de octubre y en el marco de una operación franco-española fueron detenidos en Salis-de-Béarn Mikel Albisu y Soledad Iparragirre.
En julio, Oihane Errazkin apareció muerta en su celda de Fleury. Durante 2004 hubo cerca de 140 detenciones en numerosos operativos policiales, en uno de los cuales se incautaron de dos misiles tierra-aire.
El 14 de noviembre, dos días después de la muerte de Arafat, en un multitudinario acto en el velódromo donostiarra, la izquierda abertzale presentó la Propuesta de Anoeta, sustentada en el compromiso de solventar las diferencias políticas de manera pacífica y democrática.
La propuesta profundizaba en la combinación de dos niveles; uno relativo a los agentes políticos y, el otro, entre ETA y los estados español y francés para afrontar los temas de desmilitarización y consecuencias del conflicto.
Cuando se daban estos pasos desde la izquierda abertzale, en el Parlamento de Gasteiz el lehendakari movía el llamado Plan Ibarretxe, que finalmente fue aprobado el 30 de diciembre gracias a que el grupo Sozialista Abertzaleak ofreció tres de sus seis votos, desde la discrepancia pero como aportación «a la solución del conflicto».
2004 fue un año frío y de nieves en el que murieron tres montañeros vascos en diferentes cumbres del mundo.
También comenzó el llenado del pantano de Itoitz, lo que provocó 365 movimientos sísmicos en la zona, uno de ellos de 4,6 grados.
Y mientras en Nafarroa UPN seguía atacando la lingua navarrorum, se presentó en Gipuzkoa el manuscrito de Lazarraga, datado en el segundo tercio del siglo XVI y escrito en el euskara de la época en la llanada alavesa: «…beti çagie laudatu çegaiti doçun eusquel erria aynbat bentajaz dotadu», siempre os maravillaréis de por qué se ha dotado a Euskal Herria de tantas ventajas.
En aquellos mismos años William Shakespeare también lo tenía claro cuando escribió «Navarre will be the wonder of the world», Nafarroa será la maravilla del mundo. Hala bedi.