Pues fue precisamente en un tren con destino a Nueva York donde se encontraba el lehendakari Patxi López el día 20 de octubre de 2011, cuando ETA hizo pública su histórica declaración de cese definitivo de la actividad armada.
No puede decirse que la noticia le sorprendiera de viaje, porque ya antes de salir era un clamor que en los próximos días la organización armada daría a conocer su decisión. Hubo incluso quien le insistió en que no se ausentara en semejante momento.
Pero obvió la realidad y mantuvo el viaje a EEUU, por lo que, como una ironía de la circunstancia, se enteró del tema tarde y a más de seis mil kilómetros de distancia.
Entonces, para salir del paso hizo una declaración en un vídeo de imagen trémula, que no se acierta a saber si es por el traqueteo del tren o por la pillada fuera de contexto. Y es que antes de que llegaran las imágenes a Euskal Herria el PSE ya se había apresurado a distribuir su contenido por escrito.
La historia iba bastante más rápida que el vagón del lehendakari. Incluso que los deseos del Estado español y Rubalcaba, que pusieron todos los recursos para que el tren de la izquierda abertzale descarrillara o se desviara a una vía muerta que supusiera el fin del independentismo.
En 2011, y tras más de medio siglo de estrategia político-militar, el convoy de la izquierda abertzale hizo un cambio de agujas; y lo realizó en el momento debido para asegurar la maniobra y garantizar que no quedaran vagones sueltos que pudieran hipotecar el futuro político del proyecto.
ETA hizo público su abandono de la lucha armada el 20 de octubre, tres días después de la Conferencia de Aiete, que pedía el cese de ETA y diálogo a Madrid y París, y en la que se dieron cita, junto al ex secretario general de la ONU Kofi Annan, Jonathan Powell, Bertie Aherm, Gerry Adams, Gro Harlem y Pierre Joxe. Luego se sumaron el expresidente de los EEUU y premio Nobel de la Paz Jimmy Carter y el presidente de las negociaciones de paz en Irlanda del Norte George Mitchell.
El Gobierno español eludió valorar la declaración, y el PP consideró que los líderes mundiales que se habían reunido en Aiete y quienes lo apoyaban seguían las tesis de ETA. «No tienen ni puñetera idea», zanjó el PP; y UPN coincidió en la evaluación.
El nuevo tiempo fue fruto de una larga germinación sacudida de manera permanente por temporales que llegaban desde todas las estructuras del Estado español, sin olvidar el colaboracionismo francés.
Tras hitos del año anterior como 'Zutik Euskal Herria', la Declaración de Bruselas, el Acuerdo de Gernika o la secuencia de posicionamientos de ETA, 2011 empezó con un alto el fuego «permanente, general y verificable».
Esas características de la tregua no tenían precedente en la historia de ETA. A ellas se le sumó en abril la comunicación a las asociaciones empresariales de que se cancelaba la solicitud del «impuesto revolucionario».
ETA seguiría dando pasos comprometiéndose a colaborar con la Comisión Internacional de Verificación y declarando de manera solemne ante la sociedad que «nunca será una amenaza para el proceso de resolución política».
Lamentablemente, los estados no estaban en la misma clave y no aflojaron ni la represión ni la persecución en el frente judicial.
Así, el año empezó con 13 detenciones en los lados peninsular y continental, acusados de pertenencia a Askatasuna y Ekin, organización que meses después anunciaría su autodisolución.
Hasta el 22 de diciembre las diferentes policías practicaron 73 detenciones. El año se cerró con 667 prisioneras y prisioneros políticos en las cárceles españolas y francesas, además de otros seis en Inglaterra, México, Portugal, Irlanda y Bélgica.
La manifestación anual de enero por los derechos de presos y presas congregó en 2011 a una multitud de 64.000 personas. En abril, el EPPK firmaría el Acuerdo de Gernika, subiéndose, así, al tren por la resolución del conflicto.
La lacra de la tortura siguió invariada. En marzo, Beatriz Etxebarria denunció incluso haber sido violada durante el periodo de incomunicación policial. Casualmente, unos día después el Tribunal de Estrasburgo volvió a condenar a España por no investigar un caso de torturas.
El 'caso Bateragune' se saldó con penas de cárcel para Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Sonia Jacinto, Miren Zabaleta y Arkaitz Rodríguez; y eso a pesar de que al tribunal no le constaba que hubiera un órgano de dirección de la izquierda abertzale con ese nombre.
Mejor suerte corrieron los procesados por Udalbiltza, que tras una pesadilla de ocho años no solo fueron absueltos, sino que incluso quedó desmontada la teoría de Garzón de que la institución municipal actuaba «a las órdenes de ETA».
Sortu fue otro de los elementos que fijó el tren de la izquierda abertzale a la vía. El 8 de febrero se presentaron los estatutos del nuevo partido, y unos días después una gran manifestación de 40.000 personas reclamó su legalización.
La reacción del Estado fue inmediata y, a petición del Gobierno Zapatero, el 3 de marzo el Supremo paralizó la inscripción y luego la denegó, argumentando que era una sucesión de Batasuna. En junio del año siguiente el Constitucional admitió el recurso y Sortu fue legalizado.
Las relaciones entre la izquierda abertzale, EA y Alternatiba fructificaron a comienzos de abril en la coalición Bildu, que fue, en principio, vetada por el TS y, finalmente, admitida por el Constitucional en los primeros minutos del día 5 de mayo, justo cuando daba comienzo la campaña de las municipales, forales y navarras.
Difícil de olvidar las imágenes de miles de personas en el Arenal bilbaíno y la plaza del Ayuntamiento iruindarra esperando la decisión del Constitucional; y también la explosión de júbilo cuando se supo la noticia.
La magia de esa noche alcanzó la urnas, que quince días después se llenaron con casi 320.000 papeletas de Bildu. Se convirtió en la primera fuerza de Hegoalde en número de concejales y segunda en votos, tras el PNV.
La cifra suponía 123 alcaldías, incluida la de Donostia, y una diputación general, la de Gipuzkoa. Juan Karlos Izagirre alzó la makila de alcalde de Donostia y Martin Garitano la de diputado general de Gipuzkoa; desde ese momento sabían que iban a ir a por ellos con la complicidad de los medios de difusión. No se equivocaron.
Nafarroa podía haber tenido cambio político, pero el PSN volvió a faltar a su palabra y se fue al búnker unionista con UPN para colocar a Yolanda Barcina como lehendakari de la Nafarroa peninsular. La entente les duró justo un año, cuando Barcina expulsó del Gobierno a Roberto Jiménez y se rompió la coalición UPN-PSN.
En la Euskal Herria continental, en febrero hubo elecciones cantonales al Consejo de Pau y, por primera vez, las fuerzas de izquierda alcanzaron la mayoría en el Consejo General de Pirineos Atlánticos. La coalición Euskal Herria Bai superó algunas marcas en cantones del interior, aunque no así en la costa. El único candidato abertzale que pasó a segunda vuelta no logró ser elegido, pero obtuvo un buen resultado.
Rodríguez Zapatero, cogido del cuello por la crisis económica, adelantó al 20 de noviembre las elecciones generales y tuvo que abandonar La Moncloa para dejar paso a Mariano Rajoy, que con la mayoría absoluta lograda por el PP entró a su nueva residencia por la puerta grande.
De cara a esos comicios, la izquierda abertzale, EA y Alternativa hicieron un llamamiento a PNV y Aralar para ir Madrid como pueblo. Los jeltzales declinaron el emplazamiento porque, a juicio de Iñigo Urkullu, solo se pretendía «enredar al país».
Pero Aralar lo aceptó. Nació así Amaiur, que cosechó un éxito histórico con 330.000 votos que le dieron 7 diputados. A pesar de que le correspondía grupo parlamentario, se las ingeniaron para quitárselo.
Mariano Rajoy acababa como presidente del Gobierno español en un año en el que fuerzas de EEUU localizaron a Bin Laden en Pakistán, lo mataron y arrojaron su cuerpo al mar desde un helicóptero. En Libia en caos, guerra civil e intervención de la OTAN, Gadafi fue capturado, linchado salvajemente, ejecutado y luego su cadáver profanado.
Libia, Túnez, Egipto, Yemen, Siria… era la llamada «Primavera árabe». Pero cuando lo que imperan son los intereses económicos y geopolíticos, en primavera solo salen flores de sangre.