Estaba claro que necesitaban la presencia de ETA en el contencioso para neutralizar el avance político del independentismo y mantener su control y chantaje sobre el futuro de Euskal Herria.
Pero perdido ese comodín y sin voluntad para dar salida política al contencioso, tan solo le quedaba la instrumentalización de la Justicia y la represión; y, evidentemente, poner todos los recursos para que ETA no pudiera desarmarse.
Quienes entendían del tema y tenían la experiencia de otros procesos similares en el mundo aseguraban que era algo inédito que un Estado se negara de forma tan contumaz a que una organización armada inutilizara su material de guerra.
«Es una situación absurda donde la organización armada quiere entregar las armas a un Estado que se niega a que eso sea posible», se lamentaban.
En semejante escenario, ETA optó por atender el emplazamiento que le hizo un grupo de agentes civiles para transferir a la sociedad la responsabilidad política de la destrucción del arsenal. Y así se lo comunicó, anunciando que «dejaría sus armas en manos de la sociedad civil de Euskal Herria, con la participación de agentes internacionales, para que se destruyan».
Pero la entente hispano-francesa no estaba por ello, así que a mitad de diciembre, un mes después del compromiso adoptado por ETA, se lanzaron a un operativo policial en Luhuso que se saldó con cinco detenidos y la incautación de material destinado a la inutilización de armamento.
Los detenidos, Béatrice Molle-Haran, Mixel Berhokoirigoin, Txetx Etxeberri, Michel Berguoignan, Stephane Etchegaray y Michel Tubiana, que no tenían ninguna relación con ETA, estaban trabajando, precisamente, en el proceso de desarme.
La protesta contra las detenciones fue masiva y plural a ambos lados de los Pirineos. En Iparralde, una semana después, y cuando los detenidos ya habían sido liberados con cargos, 600 electos emplazaron juntos a París para que actuara de manera positiva en el proceso.
En Hegoalde, PNV, EH Bildu, una parte de Podemos y la mayoría sindical pidieron a Lakua e Iruñea que se comprometiera en el desarme.
El 5 de noviembre detuvieron en Azkaine a Mikel Irastorza y a las dos personas propietarias de la casa en la que estaba, que quedaron en libertad tras declarar en París. La detención tenía también como objetivo obstaculizar el desarrollo de los acuerdos asumidos por ETA ante la sociedad.
Ese otoño, en el quinto aniversario de la Conferencia de Aiete, el Foro Social se constituyó como Foro Social Permanente, con los objetivos de trabajar por el desarme, las víctimas y los presos y exiliados.
Con motivo del Gudari Eguna, el 27 de septiembre ETA hizo público un comunicado en el que, tras recordar a sus caídos y sentirse orgullosa de su militancia a lo largo de toda su trayectoria, apelaba a la izquierda abertzale a que tuviera «paciencia estratégica» para no ser presa de los nervios ni ahogarse en el cortoplacismo.
Paciencia desde luego que había que tenerla en el tema de los prisioneros y prisioneras, porque el tiempo iba pasando y nada se movía.
Y no solo no se movía, sino que incluso daba algún salto hacia atrás. Así ocurrió el 15 de octubre en Altsasu, donde una trifulca de taberna acabó con siete jóvenes en la cárcel y una acusación de «terrorismo» en la Audiencia Nacional. El motivo: entre los implicados había dos guardia civiles y sus parejas. Ahí se agarró Covite para llevar la causa a Madrid.
Con el fin de año el EPPK anunció el inicio de un debate para definir su situación y su recorrido futuro. El documento base para la reflexión, y con las únicas lineas rojas del «arrepentimiento y la delación», recogía la posibilidad de gestionar el recorrido jurídico de cada prisionero y prisionera, de tal manera que le correspondería decidir sobre aprovechar o no las posibilidades que se le presentaran en temas como las redenciones, los destinos, los cambios de grado, los permisos penitenciarios o el acceso al tercer grado y la libertad condicional.
En abril, más de mil expresos, exrefugiados y exdeportados presentaron en Usurbil el manifiesto «Amnistiaren norabidean, euskal presoak eta iheslariak etxera», y convocaron una manifestación en Bilbo que reunió a cerca de 20.000 personas.
A finales de año tuvo continuidad en la iniciativa Kalera Kalera!.
2016 estuvo repleto de actos en favor de represaliados y represaliadas. El año comenzó con la tradicional manifestación de enero, que Sare convocó en Baiona y Bilbo. En febrero hubo marchas a 40 cárceles; también arrancaron iniciativas como «Stop dispertsioa-Tren ibiltaria», el informe «Los niños y niñas de la dispersión», Jaiki Hadi sobre presos enfermos…
El año acabó con 349 presos y presas en 64 cárceles. Ya no estaba Arnaldo Otegi, que regresó a Elgoibar a comienzos de marzo y unos días después 20.000 personas abarrotaron el velódromo de Anoeta para escucharle. «Sonreíd, porque vamos a ganar», gritó puño en alto.
Inmediatamente retomó los contactos políticos con una gira por Europa para relanzar la agenda internacional del proceso. Se entrevistó con numerosas personalidades y ofreció una conferencia en el Parlamento de Westminster.
Su regreso puso en alerta al Estado español, que ante el anuncio de elecciones en la CAV se propuso retirarlo de escena alegando que la inhabilitación que figuraba en su sentencia no finalizaba con la excarcelación sino en 2021.
El Tribunal Supremo bendijo la maniobra y Otegi no pudo ir en las listas de EH Bildu para las autonómicas del 25 de septiembre, que dieron continuidad al lehendakari Iñigo Urkullu gracias al apoyo de un PSE mermado a quien Podemos le había quitado el bocadillo.
Y es que Podemos entró en la Cámara de Gasteiz con 11 parlamentarios, 2 más que el PSE, que empató a 9 con PP. EH Bildu logró 18 representantes.
Las elecciones al Parlamento español se repitieron el 26 de junio y dejaron un panorama muy similar al de las del diciembre anterior.
El PP subió a costa de Ciudadanos y UPyD; el PSOE se quedó muy parecido y la confluencia de Podemos e IU en Unidos Podemos no sumó sino que restó.
Rajoy se presentó dos veces a la investidura, y solo consiguió superarla y repetir como presidente gracias a que el aparato profundo del PSOE le entregara la cabeza de Pedro Sánchez en bandeja de plata.
Pero Pedro Sánchez, como MacArthur, prometió volver. Y vaya si volvió.
Tras casi medio año de debates, el proceso «Abian» de la izquierda abertzale para reforzar la estrategia iniciada con Zutik Euskal Herria concluyó en primavera con la aprobación mayoritaria de la propuesta del grupo promotor.
Tras ello, Sortu emprendió la adaptación de su estrategia. La primera fase finalizó en noviembre con un 91% de apoyos a la ponencia Zohardia y la elección de la mitad del equipo de dirección, encabezado por Arnaldo Otegi.
La refundación de Sortu seguiría a comienzos del año siguiente con la aprobación de las enmiendas parciales y la elección del resto de la dirección mediante listas abiertas.
Los atentados yihadistas del año anterior en París continuaron durante 2016 en Niza, Bruselas, Berlín, Florida... Las violentas turbulencias de Siria, Irak, Turquía, Yemen… estaban alcanzando a Occidente.
Y eso mientras en los EEUU una turbulencia política de nombre Donald Trump vencía el 8 de noviembre a Hillary Clinton en las presidenciales de EEUU.
«No se preocupen los vecinitos del norte, que no pretendo ejercer mi cargo hasta los 100 años», había dicho tiempo atrás Fidel Castro. Aunque el cargo lo había dejado en 2008, le faltó poco para centenario porque el comandante de la revolución falleció en la Habana el 25 de noviembre a los 90 años.
Unos días después de su muerte, millones de personas se dieron cita en la Plaza de la Revolución para darle el último adiós y decirle: «Hasta siempre, comandante».