En la manifestación por la repatriación de los presos políticos vascos del 7 de enero de 2016 recuerdo haber estado hablando con quien ya era ex secretario general del ELA sobre los movimientos de la CUP para impedir que Artur Mas repitiera como president de la Generalitat, que este interlocutor apoyaba con una radicalidad que diría juvenil. Él tenía razón. Yo no. Y el 10 de enero de 2016 fue un tal Carles Puigdemont, a quien por aquí no conocíamos demasiado, quién fuera elegido, con los 62 votos a favor de Junts pel Sí (efímera coalición entre CDC, ERC y otros partidos menores) y 8 de los 10 de la CUP.
«Carles, tienes la enorme responsabilidad de ser el president de la transición a la República, tienes el reto de abrir el proceso todavía más, de hacerlo más plural, más transversal», le dijo Anna Gabriel, como nos contó en su crónica de aquel pleno Beñat Zaldua.
Luego ya se sabe: el heroico referéndum del 1 de octubre, las urnas, los golpes, la declaración de independencia, la marcha atrás, la represión, la escapada a Bélgica. Y ahora se sabe más, el acuerdo de investidura de Pedro Sánchez, la ley de amnistía, la mesa con verificadores internacionales, el acuerdo con el PNV para evitar excesos de izquierdismo del Gobierno…
En noviembre de 2018 Iñaki Soto y Beñat Zaldua lo entrevistaron en Waterloo para GARA y NAIZ.